El artículo 14 de la Constitución española acabó con la inferioridad de las mujeres.

El artículo 14 de la Constitución española acabó con la inferioridad de las mujeres. Julia Ramírez

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Este es el artículo de la Constitución que nos permitió sacar dinero del banco sin pedir permiso al marido

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En 1977 se convocaban las primeras elecciones libres en España desde 1936. De los 350 diputados elegidos, 21 fueron mujeres y de los 207 senadores, seis. Hoy hay 153 diputadas, y 113 escaños de los 275 que conforman el Senado los ocupan mujeres.

Pero volvamos a aquellas Cortes de las que salió la Constitución española de 1978, ratificada en referéndum por el 87,8% de los votos. Y, concretamente, enfoquemos el artículo 14, el primero del capítulo segundo de la Carta que trata sobre los derechos y libertades.

"Es un artículo importantísimo", dice por teléfono Soledad Becerril (1944), una de las 21 diputadas que inauguraron nuestra democracia. "Nos iguala a todos los españoles ante la Ley, sin que haya discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Para la mujer supuso acabar con la situación de inferioridad".

Hasta entonces, necesitaban el permiso del marido, padre o hermano para abrir una cuenta, ir al notario o sacarse el pasaporte. Ellos administraban los bienes y disponían de la patria potestad. "Fue un cambio radical", continúa Soledad, "que tuvo consecuencias en todas las legislaciones; en el Código Civil, en el Código Penal y, posteriormente, en el conjunto de la sociedad. Muy importante fue el ingreso de la mujer en las Fuerzas Armadas y en los Cuerpos Especiales o su presencia en facultades técnicas".

Soledad Becerril, primera ministra en democracia, diputada en seis legislaturas, otra en el Senado, alcaldesa de Sevilla y primera defensora del Pueblo, recuerda aquel primer día en el Congreso. Estaba animada. También algo desorientada y expectante por saber cuál iba a ser su función. En los días siguientes se despejaron las dudas y se pusieron todos manos a la obra. Los siete ponentes, que tenían más conocimiento en la materia, trabajaron con mayor intensidad.

Los artículos se discutían y debatían mucho. Luego, se iban votando uno por uno, tanto en el Congreso como en el Senado. La Comisión avanzaba muy despacio. Hubo momentos difíciles. Las diferencias se terminaron de limar en reuniones más discretas entre UCD y el PSOE. Y, pasando del pasado al presente, Soledad Becerril señala que la voluntad de llegar a acuerdos es fundamental: "Me parece muy mal el permanente enfrentamiento. La ciudadanía tampoco lo ve bien. Hay que llegar a bastantes acuerdos".

Congreso de los Diputados.

Congreso de los Diputados. iStock

El artículo 14 se aprobó por unanimidad. Las 21 diputadas comentaron entre ellas y con sus compañeros la importancia del momento. Como eran pocas se llevaban bien. Pero no celebraron nada hasta el día en que se votó la Constitución. Entonces hubo una gran ovación: "Era la Constitución de todos, frente a las anteriores que beneficiaban a los ganadores. Era la gran reconciliación", concluye la diputada constituyente.

Laura Díaz-Bueso (1969), magistrada del Tribunal Constitucional, tendría unos nueve años cuando se aprobó la Constitución. Contagiada de aquel espíritu, en la adolescencia y juventud luchaba por una sociedad moderna y progresista, "con el ímpetu de esa edad", cuenta por teléfono.

"El progreso que se tenía que hacer era muy grande y, por tanto, también mi implicación porque fuera real esa igualdad mayor, tanto en el estudio jurídico como en el plano personal. Si crees que realmente hombres y mujeres somos iguales, tienes que ser coherente en tu vida", prosigue. 

Como estudiante de Derecho Constitucional, que el artículo 14 recogiera expresamente este precepto fue muy gratificante y significativo: "Estableció un marco general de una forma muy contundente, y complementaba con el artículo 9.2, que habla sobre la igualdad material y sobre la posibilidad de incluir en la legislación medidas de discriminación positiva, como las cuotas".

"Desde el Derecho todavía se pueden hacer cosas. Este artículo supuso un salto jurídico muy importante, pero donde convendría incidir ahora es en la Educación, en el sentido más amplio posible y de todas las edades", concluye la magistrada. Le preocupa que pueda producirse retrocesos entre los jóvenes.

"La Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídico", expone María Acracia (1970), profesora titular de Derecho Constitucional en la UNED. "Vincula a los ciudadanos y a los poderes públicos."

Al final de la Carta, explica, "quedaron revocadas cuantas disposiciones se opongan a lo establecido en esta Constitución. Por lo cual, gracias al 14, toda discriminación de la mujer respecto al hombre quedó abolida. Pero todo lleva su tiempo. No quiere decir que al promulgarse la Constitución inmediatamente cambiasen las cosas. Se derogó entonces la ley contra el adulterio, en el 81 se legalizó el divorcio, en el 85 se despenalizó el aborto…".

"La igualdad de derechos y oportunidades ha ido calando en todos los ámbitos de la sociedad", señala la profesora titular. "Tanto en las Cortes como en los gobiernos estatales y autonómicos, el techo de cristal se va cayendo. No hemos tenido presidentas de gobierno, pero sí de autonomías y alcaldesas. La UNED fue la primera universidad que tuvo una rectora, Isabel Pérez Vera, pero hemos tenido y tenemos muchísimas decanas", continúa. 

Queda camino por recorrer. Considera muy importante la incorporación de la mujer en el Ejército y en la Guardia Civil, donde ha habido -y quizá continúe habiendo- un techo de cristal grande.

Actualmente, lo que más llama la atención a sus alumnos es el artículo 57.1 que alude a la sucesión en el trono, porque beneficia al varón sobre la mujer. "El 14 se da por ganado", concluye María Acracia.

Andrea Villar Menéndez (1997) es abogada, economista, y especialista de proyecto en el Instituto de Investigación Vall d'Hebron. Del artículo 14 señala que establece dos tipos de discriminación: la positiva y la negativa. La primera obliga a las instituciones públicas a promover la igualdad. La segunda conlleva que nadie sea vejado ni discriminado. Considerando que la mujer ha sufrido desigualdad, hay que llevar a cabo medidas positivas para paliarla.

"En la Carta de Derechos Fundamentales de la UE", explica la joven asturiana que se sabe la legislación al dedillo, "se consagra el derecho a la no discriminación en términos muy similares al artículo 14. También en el Convenio Europeo de Derechos Humanos, al que pertenece España desde antes de que entrara la Constitución en vigor".

Para que este Artículo sea efectivo se ha venido desarrollando una importantísima labor legislativa. Desde la perspectiva de la mujer, destaca que se han regulado cuestiones importantísimas como la ley contra la violencia de género, los derechos sexuales y reproductivos. En los últimos años se ha avanzado mucho en el ámbito político, en el que las comunidades autónomas han llevado la delantera. Por ejemplo, con las leyes de cuotas y las listas cremallera. Pero también se ha tenido en cuenta esa perspectiva de género en los planes postpandemia, de salud, laborales…

Otra forma de hacer efectivo el artículo 14 es tratar de reforzar la presencia de la mujer en el sector primario porque es un colectivo que ha estado bastante discriminado. El nuevo marco de la Política Agraria Común (PAC) comprende ayudas bastantes cuantiosas a la mujer rural, agrícolas y ganaderas. "Es importante promover también la igualdad ahí", subraya Andrea. Son mujeres las que mayoritariamente abandonan el entorno rural.

Fachada del Tribunal Supremo.

Fachada del Tribunal Supremo. Europa Press

Uno de los grandes caballos de Troya para lograr la igualdad de derechos y oportunidades hoy en día tiene que ver con el cuidado de personas dependientes -hijos y mayores- y la conciliación. La asturiana cree fundamental la implicación en estas tareas, no solo de la pareja y hermanos, sino también de las estructuras públicas.

"De alguna manera se tendría que reconocer el trabajo de nuestras madres y abuelas que no han cotizado, pero han trabajado mucho. También el de quienes reducen la jornada laboral para hacerse cargo de los hijos. El Estado debe tener en cuenta que es un trabajo, un servicio a la sociedad y tiene un impacto económico enorme", afirma.

Carlota Tarín Quirós (1980), politóloga y especialista en igualdad de género en el ámbito digital, también cree que la corresponsabilidad es una de las asignaturas pendientes. Ese tipo de cargas y las tareas domésticas siguen recayendo principalmente sobre ellas. El nacimiento de los hijos es lo que más afecta al desarrollo profesional de una mujer. Ahí empiezan las diferencias en la carrera profesional entre ambos sexos.

Con todo, el avance en España desde que se promulgó la Constitución ha sido inmenso y muy rápido comparado con otros países de nuestro entorno. No sólo en el ámbito legal, sino social y cultural, señala Carlota que ha vivido también en Italia y en Holanda. La sociedad cambió muchísimo a partir de la incorporación a la UE en 1986. Seis años tenía la politóloga.

"¿Por qué es más importante la brecha digital que las brechas inversas? ¿Nos preocupa que no haya hombres médicos o enfermeros? Por supuesto, me gustaría que hubiera más paridad y que los hombres quisieran también dedicarse a los cuidados. Pero el ámbito digital tiene una peculiaridad: está rediseñando prácticamente la sociedad, el trabajo, lo que vamos a ser en el futuro."

"Si las tecnologías que están conformando la sociedad tienen sesgos y fomentan prejuicios se van a seguir reproduciendo los estereotipos y las brechas del pasado", advierte. "Vamos a repetir los mismos errores, si no peores, porque la tecnología tiene la capacidad de exacerbar algunos elementos".

"Hay iniciativas a nivel nacional y de la UE para prevenir los sesgos en las tecnologías. Se están redactando Cartas de Derechos Digitales, pero las mujeres tenemos que participar en igualdad de condiciones en el mundo digital", insiste Carlota. "Que la mujer se quede fuera del ámbito electrónico o participe en menor grado tendrá consecuencias negativas, como las tuvieron y tienen aquellos sistemas políticos y sociales que se han diseñado sin nuestra implicación", concluye Tarín con la vista puesta en el futuro.