Me diagnosticaron cáncer de mama a los 46 años sin tener ni un solo síntoma: así cambió mi vida en un instante
- Con una historia de mucha superación, ahora se ha convertido en una de las cinco participantes del Reto Pelayo Vida, cruzando la Antártida en barco.
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En febrero de 2020, Patricia del Solar vivía una etapa de plenitud personal y profesional. Madre de dos hijos, profesora universitaria, directora en su sector y apasionada de los deportes al aire libre, creía tener todo bajo control.
Sin embargo, una mamografía preventiva cambió el rumbo de su vida. Al recibir el diagnóstico de un carcinoma intraductal HER2 positivo, justo al inicio de la pandemia, Patricia se enfrentó al mayor reto de su vida. "No había notado nada, ningún bulto, nada que me hiciera sospechar. Incluso en octubre de 2019 mi ginecólogo me exploró y tampoco notó nada. El 3 de marzo de 2020 me hicieron la biopsia y me confirmaron el diagnóstico el 10 de marzo, dos días antes del confinamiento".
El caos generado por la pandemia no facilitó las cosas. En un sistema sanitario colapsado, Patricia enfrentó semanas de incertidumbre, agendas bloqueadas y citas canceladas. Finalmente, el 26 de marzo de 2020, logró someterse a una mastectomía radical con reconstrucción, en lo que describe como "un logro casi milagroso dadas las circunstancias".
Recuerda con claridad el quirófano: "Entré sin mascarilla porque no había. Desde el diagnóstico hasta la operación pasaron solo dos semanas. Aún no sé cómo lo conseguimos".
La naturaleza como refugio
Durante su recuperación, Patricia encontró en el campo un espacio para sanar. Sus paseos por la Pedriza y el Pirineo no solo la ayudaron a reconstruirse físicamente, sino también a conectar con su fuerza interior.
Poco a poco, retomó actividades que le hacían sentir mucha más vida, como escalar, caminar por la montaña y dormir bajo las estrellas. En 2022, motivada por el Reto Pelayo Vida, intensificó sus entrenamientos deportivos.
Ese año fue clave para redescubrir su fortaleza y prepararse para nuevos desafíos. Pero, justo cuando parecía que todo empezaba a estabilizarse, recibió un nuevo golpe: los resultados de un estudio genético revelaron que su cáncer era hereditario. "Fue otro mazazo. Tuve que someterme a varias cirugías profilácticas, incluida la extirpación de ovarios y el otro pecho", explica. Cada operación marcó un paso más en un camino lleno de obstáculos por superar.
Llegó el Reto elegido
A sus 50 años, Patricia fue una de las cinco seleccionadas entre casi 500 candidatas para participar en el Reto Pelayo Vida. Aprendió a navegar específicamente para la ocasión y afrontó esta décima edición con determinación.
La expedición la llevó a la Antártida, el continente más remoto e inexplorado del planeta, donde izó la bandera que simboliza la consecución del desafío, un emblema de esperanza y superación.
Cruzar el mar más peligroso
"Cruzar el Drake, estar a tres días de cualquier tierra, te hace darte cuenta de lo pequeños que somos. Lo que te da fuerza en los momentos de frío, cansancio o mareo es pensar que hemos luchado mucho para llegar aquí. Y que un pasito más siempre se puede", relata Patricia.
Para ella, esta travesía no solo fue un desafío físico, sino también una metáfora de su experiencia con el cáncer: navegar por aguas inciertas con la firme decisión de seguir avanzando. Un viaje al corazón de la Antártida, Patricia nunca olvidará la primera vez.
"Es como estar en otro planeta. La inmensidad del paisaje, el hielo, los volcanes… Todo te deja sin palabras", confiesa. En especial, Isla Decepción, con su cráter inundado, le impresionó profundamente: "Los volcanes siempre me han parecido una mezcla de fuego y fuerza natural. Ver uno aquí, en medio de la Antártida, lleno de agua, es algo increíble".
Entre todos los momentos vividos, destaca un baño en la bahía Telefon, donde el calor remanente existente afecta a las aguas gélidas: "Es algo único que haces una vez en la vida. Fue un acto simple, pero encapsuló el espíritu de esta aventura: vivir el presente y abrazar cada instante".
Amistad y conexión
Más allá del paisaje antártico, Patricia del Solar destaca el vínculo creado con sus compañeras. "La relación con ellas se define en una palabra: amistad. Hay una conexión especial que no se puede explicar", confiesa.
Cada conversación y cada esfuerzo compartido consolidaron un lazo que llevará consigo para siempre. El momento culminante de la expedición llegó al izar la bandera del Reto Pelayo Vida. Patricia describe ese instante como un símbolo de esperanza: "Llevarla hasta la Antártida es mi granito de arena para mostrar a otras mujeres y al mundo que, aunque la vida te golpee, se puede salir adelante e incluso con más fuerza muchas veces. Estamos llenas de energía interior".
Además, destaca la importancia de pertenecer a una red femenina que se apoya, una de las herencias más valiosas del Reto Pelayo Vida. "Hablar de igual a igual, contar con el respaldo de otras mujeres que han pasado por lo mismo, marca una diferencia enorme. Esa conexión perdurará más allá de la expedición", asegura.
Reflexiones para el día a día
De vuelta a casa, Patricia se lleva una lección que aplicará en su vida diaria: "El momento es ahora. Hay que vivir más el presente". Durante el viaje, pensó mucho en sus hijos, Sara y Gonzalo: "Son mi vida".
Si pudiera hablar con su yo del pasado, le diría: "Se puede". Y es que su experiencia con la enfermedad le ha enseñado que la vida es demasiado corta para dejar pasar las oportunidades. Una vivencia que trasciende. Para Patricia, no es solo una expedición, sino un recordatorio de su fortaleza.
Si tuviera que definir esta experiencia en pocas palabras sería "pura vida". Desde los paisajes antárticos hasta las experiencias compartidas con la tripulación, cada minuto quedará grabado en su memoria.
"Hay mucho camino después de la quimioterapia y las cirugías. A pesar de la incertidumbre, se puede vivir con intensidad e ilusión, y cumplir los retos que te propones. El deporte es una gran ayuda para sentirnos fuertes y para que nuestro cuerpo se recupere. Podemos levantarnos y comernos el mundo", concluye.
Hoy, gracias al apoyo de Pelayo Seguros, que lleva una década inspirando superación personal en mujeres que padecen o han padecido cáncer, Patricia del Solar es un ejemplo de valentía, fortaleza y esperanza.