La escritora Espido Freire: "El amor ideal es el que nos permite fantasear, como ocurre con '50 sombras de Grey'"
- La escritora acaba de publicar 'Grandes amores. Veinte parejas inolvidables de la literatura' junto al ilustrador Antonio Lorente.
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Es una de nuestras escritoras más laureadas y una mujer polifacética a la que no hay casi nada que se le resista. Hablar de todas las cosas que hace Espido Freire hace que nos quedemos sin aliento, pero ella le resta importancia asegurando que son menos de las que parecen. Creedme que no...
Su última aventura es la publicación de Grandes amores. Veinte parejas inolvidables de la literatura, un libro ideal para coleccionistas o para regalar en fechas señaladas. Además, en este viaje no está sola, la acompaña Antonio Lorente, uno de los mejores ilustradores de España que aporta un plus visual al proyecto.
La autora se ha enfundado una maravillosa creación de Isabel Sanchís para esta cita. No en vano, ella es una gran amante de la moda española y se preocupa de estar siempre perfecta, por lo que cuida al máximo su imagen. El ambiente que se crea en los primeros minutos de entrevista invita a hablar de literatura, de romance y de feminismo.
Pero lo primero es lo primero: saber algo más de este libro que rezuma amor y desamor en cada página. La idea surgió como una manera de cambiar un poco el rumbo de Llorente: "Recoger las grandes historias de amor era algo que me rondaba la cabeza y queríamos contar con una escritora de renombre que no solamente escribiese muy bien, sino que tuviera el conocimiento de la literatura de amor como Espido Freire", explica mientras ella, siempre divertida e irónica, se añade a sí misma el adjetivo de carismática.
Y así, con la fina pluma de Freire y las maravillosas ilustraciones de Antonio, revisitamos las historias de don Juan y doña Inés en El tenorio; Odiseo y Penélope en La odisea, Karen y Denys en Memorias de África; o Valentín y Molina en El beso de la mujer araña. La pregunta es casi obligada: elegir una para vivir y otra para olvidar.
"Yo me quedaría con la de Jane Eyre para vivir porque no es tan trágica y para olvidar... casi todas", dice el ilustrador. "Yo no elegiría ninguna", dice Espido riendo. Antonio ha revisitado con su arte estos romances a nivel estético y el resultado ha sido mágico: "Quería imitar la cartelería antigua de los cines de los años 40 y 50, buscar ese estilo vintage. Elegir solo una imagen de estas historias ha sido complicado".
Espido, historias de amor míticas en el cine y la literatura hay muchas, ¿por qué elegiste estas?
Dudé en algunos casos y en algunas épocas en particular, porque no todos los momentos de la historia se han dedicado con igual intensidad a las historias de amor. Por ejemplo, las del siglo XIX son muy potentes y aún seguimos pisando sus huellas. ¿Cómo quedarte solo una de Shakespeare? Entonces las elecciones fueron en algunos casos dolorosas, pero se impuso la coherencia.
Repasando las escogidas vemos relaciones tóxicas, tragedias, romanticismo de otra época... Pero no parece tan distinto al panorama actual. ¿Ha cambiado mucho de rostro el amor en estos siglos?
Bueno, hay que distinguir los amores de ficción de la realidad. Las mujeres del siglo XIX no vivían los romances que narraban los escritores en sus novelas, no eran Anna Karenina, ni siquiera la Regenta. Porque la mayor parte de estas historias acaban con la exclusión, la muerte o el descalabro, no solo de los protagonistas, sino también de sus familias. Y eso, una sociedad, no lo puede aceptar. Las historias de amor reales están muy vinculadas a la creación de una familia, a encajar dentro de un modelo social o dentro de un grupo de pares.
Lo que vivimos como ideal es lo que se aparta de todo eso y lo que nos permite soñar y fabular con una realidad distinta. Eso continúa ocurriendo ahora, como por ejemplo, con fenómenos como 50 sombras de Grey, que permitían vivir una fantasía y sucede también con los adolescentes con los nuevos géneros diseñados para ellos.
Pero el papel de la mujer en el amor sí se ha transformado, ¿no crees?
Sí, algo que ha mejorado significativamente en las últimas décadas es el concepto del honor. Antes arruinaba de una manera radical su vida y la de las mujeres de su familia. Eso ha desaparecido, salvo en sociedades muy determinadas. No ha desaparecido el acoso, la misoginia, ni las diferencias sexistas, pero hay elementos como la independencia, el derecho a voto o la capacidad de acceder a los estudios que han permitido que las historias femeninas sean diferentes a la historia de la literatura de las mujeres.
Precisamente hablando de mujeres y literatura, de escritoras olvidadas y silenciadas, ¿en qué punto estamos ahora en cuanto a reconocimiento y visibilidad?
¡Mucho mejor! Hay una conciencia mayor de que deben equilibrarse no solamente las fotografías de los políticos, sino también los temarios educativos y los cánones artísticos en los que quedaban excluidas pintoras, músicas, artistas... Las escritoras hemos tenido un cierto lugar de privilegio, primero porque en determinadas épocas en las que ningún otro trabajo era permitido a una mujer 'de bien', la literatura sí era una salida económica difícil, pero probable. Y así lo probaron Fernán Gallego, Concepción Arenal o la propia Jane Austen.
Lo que sigue pasando es que cada vez que se reivindica la figura de una mujer, existe un movimiento de resistencia. Se nos dice a la vez que ya no hay nada que demostrar y, por otro lado, que eso no interesa a nadie. No hay normalización. De hecho, los estudios confirman que todavía hay muy pocos referentes femeninos citados por varones y en eso no hay discusión.
Mujeres leyendo literatura de mujeres. ¿Es el cuento de nunca acabar?
Sigue habiendo escritoras que pasan inadvertidas y otras que, efectivamente, solo son seguidas por otras mujeres o que son analizadas con condescendencia. Pasa constantemente. Pero es que, además, la feminización de la cultura ha provocado otra idea: lo que nos gusta a las mujeres no es de calidad según determinados criterios. Te pongo un ejemplo personal, mi gran área de conocimiento son los autores hombres y cuando me piden por ejemplo que hable de Cervantes lo que quieren es que analice a sus mujeres; los temas 'serios' se los dejan a los señores.
Novela, ensayo, poesía, una serie sonora, actriz y presentadora. Espido Freire hace tantas cosas que agota nombrarlas todas. ¿Cuántas horas tienen tus días?
Bueno, eso es porque ves todas las cosas que hago juntas (se ríe). Mira, hay un motor que es inalienable, que es la pasión. La misma pasión que me lleva a escribir, hace que no limite la palabra únicamente al libro como formato. Soy muy inquieta y mi tendencia natural es abarcar más de lo que puedo gestionar. Eso hace que haya tenido que aprender a gestionar mejor mi energía para no acabar en un agotamiento brusco. Ha habido momentos de mi vida en los que ha existido esa necesidad de parar.
Hace 25 años que ganaste el Planeta, ¿imaginabas entonces siendo tan joven que te dedicarías a esto de por vida?
Nunca. Por suerte, yo no me lo imaginaba, me lo había propuesto, que son dos cosas diferentes. El Planeta, además de lo económico que no fue lo principal para mí, me dio visibilidad y la libertad de hacer lo que me diera la gana. Este ha sido un camino cimentado a base de probar también cosas nuevas. Durante diez años tuve una empresa dedicada precisamente a gestión cultural, a trabajar toda la parte de marketing literario, imagen de marca, etc., que era necesaria para mi oficio. Y también me ha gustado montar cosas con otra gente. Lo que no estaba en mi entorno, lo que otras personas no ofrecían, intentaba generarlo por mí misma.
¿También ha habido crisis?
Claro, la Gran Recesión fue un momento muy complicado porque todo estaba estancado y las estructuras que nos sostenían hasta aquel momento se paralizaron y se volvieron a reinventar. He tenido baches de salud, he pasado por una depresión, que fue un hito importante a la hora de replantearme cómo quería seguir trabajando y llevando adelante mi vida. Pero no he tenido nunca bloqueos creativos ni dudas respecto a esta profesión.
¿Te plantearías escribir tus memorias? Porque poco se sabe de tu vida privada, no sé si por pudor...
A la gente le gusta el salseo, pero no me interesa, no le encuentro mucho valor autobiográfico. Ojalá hubiera tenido una vida más épica, más interesante [risas]. Aunque sí he compartido cosas de mi vida públicamente como la lucha con la depresión o el trastorno de alimentación que tuve cuando era jovencita, pero siempre con la intención de ayudar a otras personas que estuvieran pasando por lo mismo.
Además de la literatura, la moda es otra de tus grandes pasiones.
Sí, intento que la expresión de una idea estética o una emoción se refleje en lo que llevo. La moda es una pasión heredada de mi madre, que era modista, y gracias a ella aprendí a ver en la ropa lo que otros no ven: el patronaje, los tejidos... También me encanta la historia, el arte, la naturaleza y los animales en particular, viajar y la gastronomía. Eso conforma mi día en el que hago lo que quiero hacer.