Ana Crespo en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Ana Crespo en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales Esteban Palazuelos

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Ana Crespo, presidenta de la Real Academia de Ciencias: “La ciencia es como el amor: si no hay oportunidades, el talento se va"

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Ana Crespo (Santa Cruz de Tenerife, 1948) es la primera mujer que preside la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España desde su fundación en 1847. Margarita Salas fue la primera académica. La segunda, la matemática Pilar Bayer, y Ana, la tercera. Hoy, de los 55 académicos numerarios, 13 son mujeres.

La tinerfeña es un referente mundial en el estudio de los líquenes. Además de sus excelentes aportaciones a la taxonomía molecular, introdujo en España el estudio del uso de líquenes como bioindicadores de la alteración del aire; por ejemplo, de la polución.

Su inquietud científica y rigor le llevaron a Alemania sin hablar ni papa del idioma. Allí se desarrollaba una línea de investigación que le interesaba. Obtuvo en la UCM su cátedra de Botánica y, como directora general de Universidades, llevó a cabo importantes iniciativas para reformar la ciencia y los centros docentes en España. Desde entonces tiene “una visión panorámica” de esta.

Ana Crespo introdujo en España el estudio del uso de líquenes como bioindicadores de la polución

Ana Crespo introdujo en España el estudio del uso de líquenes como bioindicadores de la polución Esteban Palazuelos

De vuelta a la universidad, se centró en aprender las técnicas moleculares aplicadas al estudio del material genético, especialidad que consolidaría en Inglaterra. Pronto se dio cuenta de que dichas técnicas podrían generar un consenso en la clasificación y poner fin a las discusiones. La tarea se culminó en 2010 con la publicación de un artículo internacional del que ella fue la primera autora.

Sus colegas y discípulos la han homenajeado poniendo su nombre a varias especies como la Poa anae (una gramínea de los Andes peruanos), y la Punctelia anae (un liquen sudafricano) o al género de hongos liquenizados, Cresponea. Los líquenes son esa “maravilla de la evolución”- explica la presidenta de la Academia- fruto de la asociación simbiótica de un hongo y un alga unicelular que los hace productores de oxígeno.

Ana Crespo tiene un entusiasmo y una calidez contagiosos. No habla más de líquenes porque es consciente de que a la sociedad le interesan otros temas. Puede tener aspecto de naturalista despistada, pero no da puntada sin hilo. No entiende cómo los políticos pueden decir que algo es importante y no dotarlo de presupuesto. La introductora de las técnicas taxonómicas por ADN en nuestro país todavía usa agenda física y lápiz y papel.

Es la 1ª presidenta en los 177 años de historia de la Academia.

Es interesante por lo que simboliza. Primero, que una mujer puede presidir la institución igual que un hombre. Segundo, sirve como referencia para otras mujeres, porque, en general, a la mujer le cuesta más. Y tercero, ha sido una elección de consenso para presidir esta institución.

Usted ha logrado contagiar su entusiasmo no solo a los muchos alumnos que ha tenido, sino a los académicos, lo que debe de ser más difícil.

No inicio algo si no lo voy a apreciar. La docencia universitaria es un privilegio. Te nace contar lo que te gusta y más si te encuentras con mentes abiertas. Esos estudiantes son los que van a tener la posibilidad de hacer lo que tú no has podido. Es fascinante. En la Academia, reivindico el valor de las personas mayores para la sociedad. No acepto su marginación.

Lograr el 80 % de apoyo de la Academia para ser presidenta es importante.

No me planteé ser académica ni presidenta. Me cogieron por mi trabajo como secretaria general. El liderazgo no se tiene, te lo da una comunidad de intereses.

La Academia está en momento expansivo.

Los nuevos estatutos del año 20 son muy ambiciosos y algo rupturistas. El tamaño de la sociedad científica es mayor que hace 177 años y la ciencia española es muchísimo más importante, por lo que conviene ampliar el número de académicos. Pero hay que crecer tanto en equilibrio de género como en el ingreso de talento joven. No se logra de repente, pero sí tangencialmente. El 30% de las nuevas incorporaciones han de ser mujeres y la mitad menor de 50 años.

Otra circunstancia es de carácter económico, que es donde se manifiestan las voluntades políticas. En 2021 recuperamos el volumen presupuestario, que se recortó un 70% por la crisis. Con todo, es un presupuesto muy modesto, nada comparable a las academias europeas, por eso no somos mayores.

¿Cómo está el equilibrio de género en las academias de ciencias?

El equilibrio de género en instituciones científicas europeas deja mucho que desear. La holandesa de Artes y Ciencias ha creado plazas para mujeres. A nosotros no nos parece la mejor solución. Consideramos que hay muchísimo talento femenino en las ciencias. Aquí no se baja el listón. Si no encuentras una mujer entre los mejores, busca bien porque las hay, lo que sucede es que los hombres son más visibles. En la Academia estamos creciendo muy por encima de lo que piden los estatutos. Es muy satisfactorio.

Colegas y discípulos de Ana Crespo la han homenajeado poniendo su nombre a varias especies

Colegas y discípulos de Ana Crespo la han homenajeado poniendo su nombre a varias especies

Uno de los objetivos de la Academia es luchar contra la desinformación.

Desde hace varios años, todas las academias europeas nos sentimos comprometidas con los bulos y la desinformación. Contrastar es la base del método científico y eso también tiene que hacerlo un periodista, pero no se hace en las redes sociales. Es la manera de tener una opinión respaldada y sólida.

La falta de respeto a los números da pábulo también a mucha desinformación. Cuando se dice “es que también hay científicos que dicen...”. ¿Quiénes son?, ¿cuántos? No es lo mismo que haya consensos a que no los haya. El que queda fuera del consenso es quien tiene que explicarse. Esto no se percibe bien en los medios de comunicación.

Hay que informarse bien antes de opinar.

Eso se aprende en la escuela. Por ejemplo, me parece bastante absurda la tendencia a politizar el cambio climático. Hace un cierto tiempo no había consenso científico respecto a que el hombre era el causante de una alteración de los parámetros climáticos. Ahora hay un consenso y los países están haciendo un esfuerzo grande para mitigarlo.

[Se levanta a buscar el 6º informe de expertos sobre Cambio Climático, conocido por sus siglas en inglés como IPCC]. Este texto reúne tal cantidad de información científica que solo la ignorancia puede decir que esto es opinable. “Vete a las fuentes”, que es un eslogan de la Academia.

¿Por qué en España no se valoran las Ciencias Naturales?

Me da rabia. La nueva biología molecular, que nació a principios del siglo XX y se dedicó a investigar temas relacionados con la salud humana, relegó la biología naturalista a los museos. Sin embargo, al dirigir los estudios de cambio climático la atención a la biodiversidad y su impacto en la calidad de vida, los naturalistas vuelven a estar cotizados. Hay consenso en que la cooperación entre organismos es fundamental para su conocimiento y que la extinción de una especie provoca un desastre alrededor.

Fue pionera en los años 70 introduciendo en España técnicas para monitorizar la polución y la calidad ambiental usando líquenes como bioindicadores. Para los mortales como yo, ¿en qué consiste exactamente?

Eso lo descubrió un sueco que trabajaba en París. Luego David Hawksworth publicó un trabajo en la revista Nature que fue un hito. Correlacionaba la desaparición de las especies de líquenes con la contaminación atmosférica ácida, en particular la de dióxido de azufre. Yo me uní a esa línea de investigación, primero con él en Inglaterra, y luego aquí con otros biólogos españoles como Víctor Manuel Vázquez, Eva Barreno y Xavier Llimona. Al principio, hubo bastantes empresas que nos contrataban.

Los líquenes fueron muy útiles para señalar las áreas que estaban siendo afectadas por la contaminación. Por ejemplo, en Rusia había un sigilo total en torno a una fábrica de aluminio bastante cerca de Moscú. Yo percibía la contaminación como la ausencia de líquenes. Si no hay líquenes, hay contaminación. 

Siendo directora general de Universidades, promovió importantes iniciativas para reformar el estudio y la investigación científica. ¿Qué le pasa a la universidad actual?

No me gustaría generalizar. La universidad es el ascensor social más importante y tiene que estar bien dotada económicamente. Si comparas la inversión en I+D de los países del entorno y la productividad, el investigador español es el más productivo. El 60 y tantos por ciento de la producción científica española está en la universidad. La privada sale barata al erario público y a la consejería de turno, pero caro a la sociedad. No todos pueden pagarla.

Hay algo que no entiendo. Un político no puede decir que le interesa algo y no incluirlo en el presupuesto general del Estado. La resolución de la crisis coincidió con el aumento de plazas universitarias en el resto de Europa; aquí no se le ocurrió a nadie y muchos científicos emigraron. Se fue muchísimo talento. Volvieron algunos, pero otros ya habían formado su vida fuera. Ni la ciencia ni el amor tienen fronteras.

Ana Crespo durante la entrevista con Magas.

Ana Crespo durante la entrevista con Magas. Esteban Palazuelos

¿Hay alguna Comunidad donde se haya hecho bien?

El País Vasco pone mucho dinero, pero es muy pequeño -2 millones de habitantes-, y a la investigación le va muy bien una masa crítica. En Cataluña tuvieron una idea buenísima fundando el ICREA. Han invertido bastante y han seleccionado mucho y muy bien al personal. Hacen seguimiento y les pagan más; se han llevado gente muy buena de otros sitios. En consecuencia, han dado un salto en competitividad científica enorme y en retorno de ayudas europeas. Están entre los mejores.

En España hay poca inversión privada en ciencia.

Los datos son espectaculares. El erario público en España invierte en I+D menos de lo que debería, pero no mucho menos que otros países del entorno. Sin embargo, la inversión total en I+D en España es bajísima porque la inversión privada es muy baja. Aquí la comunidad científica tiene prestigio, pero falta que la sociedad confíe en ella. La ciencia no es gasto. Es una inversión.

¿Ha sentido discriminación?

Sí, la he sentido. Y sigue habiéndola, sin duda. Más en las empresas que en el sector público. Lo ves y lo oyes.

Antes no estaba a favor de las cuotas, pero ahora sí. ¿Qué le ha hecho cambiar de opinión?

La velocidad del cambio. ¿Hay que esperar 200 años? Yo creo que las sociedades e instituciones funcionan mejor cuando son equilibradas.

Para terminar, ¿siempre Darwin?

Siempre y todavía. Pero Darwin no estaría sin sus predecesores. No valorarlos puede ser cosa de juventud. Por ejemplo, sin la obra taxonómica de Carlos Linneo no se entendería la biodiversidad. Se necesita el lenguaje para poder establecer las diferencias.