Maite Torrente Julia Ramirez

La moda está de moda, con perdón de la redundancia. Las producciones de ficción han puesto sus ojos en míticos creadores para contar su vida más allá del taller de costura. Gucci, Versace, Coco Chanel, Lagerfeld, Yves Saint Laurent, Vivienne Westwood... todos ellos han tenido su biopic y ahora le toca al turno a uno de los grandes nombres couture de España: Cristóbal Balenciaga.

Disney Plus estrena este viernes 19 la serie que lleva su nombre y que narra la historia de este creador, protagonizada por el actor Alberto San Juan y dirigida por Jose Mari Goenaga, Jon Garaño y Aitor Arregi. Constará de seis episodios de 50 minutos cada uno y reflejará, entre otras cosas, su romance fashion con importantes personajes del mundo de la monarquía.

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Vasco de nacimiento y con un talento innato para la aguja y los patrones, su relación con la realeza y la aristocracia se dio casi por casualidad y fue su mejor carta de presentación. Siendo un adolescente el destino le puso en el camino a Micaela de Elio y Magallón, marquesa de Casa Torres, que se convertiría en su mecenas y le abriría las puertas de un mundo que hubiera podido estar vetado para él debido a sus orígenes humildes.

Así lo contaba él mismo en una entrevista con Paris Match en 1968: "Mi padre era pescador, mi madre costurera. Mi suerte fue que en mi pequeño pueblo, Guetaria, cercano a San Sebastián, se encontraba la residencia de verano de una gran dama, la marquesa de Casa Torres. Yo no tenía más que ojos para ella cuando llegaba a misa el domingo, con sus largos vestidos y sus sombrillas de encaje. Un día, reuniendo todo mi coraje, le pedí visitar sus armarios. Divertida, aceptó".

La reina de Bélgica confió en Balenciaga para su boda. Getty/Cortesía

Seguidamente añadía: "Así viví meses maravillosos: cada día después del colegio, trabajaba con las planchadoras de la marquesa en el último piso de su palacio de verano, acariciaba los encajes, examinaba cada pliegue, cada punto de todas estas obras maestras. Tenía 12 años cuando me autorizó a hacerle un primer modelo. Podéis imaginar mi alegría cuando, al domingo siguiente, la amable dama llegó a la iglesia luciendo mi vestido. Así fue cómo hice mi primera entrada en la alta costura y en la alta sociedad".

Su relación con la familia pasó de madres a hijas y en 1960 recibió el encargo de confeccionar el vestido de Fabiola de Mora y Aragón (bisnieta de la marquesa) para su boda con Balduino de Bélgica, lo que la convertiría en reina consorte. Aquel diseño es uno de los más icónicos de Balenciaga. Se trataba de un vestido de cuerpo entallado y falda con volumen que incluía un detalle diferencial que rompió moldes: el escote estaba ribeteado por una tira de visón blanco que continuaba por la larga capa que llevaba y que le daba un aire regio espectacular dentro de la sencillez. El tejido elegido fue la seda y se emplearon 24 metros para el vestido y otros seis para la cola. Tardó en confeccionarse un mes y medio.

Durante toda si vida, Fabiola convertiría al creador vasco en su modisto de cabecera. No fue la única, otras reinas como María Cristina, Victoria Eugenia o María de las Mercedes pasaban habitualmente por su atelier y eran clientas destacadas. También en el extranjero, pues la princesa Grace Kelly también confió en él para algunos de sus looks más celebrados, hechos a medida para la esposa de Rainiero que era una de las royals más admiradas en todo el mundo. En 2023 algunos de ellos fueron expuestos en París, en la muestra The Woman Behind the Dress.

El talento de Cristóbal Balenciaga cruzó el charco y caló hondo en la flor y nata de la sociedad americana. Su mayor valedora fue Bunny Mellon, una acaudalada estadounidense que viajaba con frecuencia a París para encargarle diseños a medida. Muchas veces pedía tres o cuatro modelos iguales para no tenerlos que llevar al tinte y su colección era importante. Tanto, que en su día donó más de 400 vestidos y accesorios de la casa de moda para que fueran expuestos en el Museo Balenciaga de la capital francesa.

Así hablaba de él hace unos años: "Conocer a Cristóbal Balenciaga fue una de las alegrías especiales de mi vida. Fue un amigo muy querido. Diseñó mi vestuario durante diez años. Comprendía el lujo y la simplicidad con una profunda sensibilidad. Sus vestidos de noche y sus abrigos eran indescriptiblemente fascinantes. Los diseños para el día se adaptaban a la perfección a la vida de sus clientes. Así, trabajando en jardinería, yo tenía blusas anchas de algodón de lino y faldas lisas. Su encanto, su sonrisa y su dedicación al diseño se veían reflejadas en su tranquila presencia".