¿Qué relación se crea entre los padres y sus bebés durante el embarazo? ¿Cómo influye esa conexión tras el parto? ¿Determina el desarrollo posterior del bebé? Un estudio de la Universidad de Cambridge se ha centrado en esas posibles interconexiones para intentar dar respuesta a alguna de estas preguntas.
La investigación, que extrae datos de 14 estudios con 1.862 madres y padres, busca establecer si hay un vínculo entre la forma en que los padres piensan y sienten sobre sus hijos durante los nueves meses del embarazo y el comportamiento que luego mantienen hacia ellos tras el nacimiento. En otras palabras, si se pueden generar cerebros ultraconectados entre ambos (bebé y progenitor) que luego influyan en los niños a la hora de aprender y lograr un desarrollo más positivo.
Según el artículo de la doctora Sarah Foley, publicado en la revista Developmental Review, los pensamientos y los sentimientos de los futuros padres sobre su bebé no nacido son medibles y el metanálisis de estos datos predicen una variación modesta en la crianza postnatal que puede ser tenida en cuenta.
Eso sí, Foley también concluye que los efectos son más fuertes en las madres que en los padres y que son las mujeres la que logran 'conectarse' con su bebé mejor durante el embarazo para tener después más probabilidades de interactuar con sus hijos tras el nacimiento con más éxito.
Los investigadores examinaron estos pensamientos y sentimientos a través de entrevistas y cuestionarios. En una de ellas, se habla de una representación 'equilibrada' de su hijo si los futuros padres mostraban una anticipación positiva de lo que iba a ser su relación o una tendencia a ver a su hijo como un individuo ya con sus propios pensamientos y sentimientos.
En el otro lado estaban los padres que tenían una representación 'distorsionada' de su bebé, con una descripción estrecha e idealizada, y pensamientos incompletos o inconsistentes de su situación.
Con estos dos patrones, una vez nacido el niño o la niña, los investigadores observaron qué tipo de interacciones se establecían entre padres e hijos para ver qué capacidad de notar, interpretar y responder de manera oportuna y adecuada a las señales de los niños tenían los padres, por ejemplo, si tenía hambre, estaba incómodo o molesto.
La conclusión es que sí se detectó algún tipo de asociaciones "modestas pero sólidas" entre los pensamientos y sentimientos positivos sobre el bebé en el embarazo y la posterior interacción con él, pero como hemos dicho solo en las madres.
La doctora Foley es consciente de que es conocido que la interacción entre padres e hijos es clave para el desarrollo del niño pero querían saber cómo influían las que se dan antes de su nacimiento. Aunque las conclusiones establecen que el vínculo creado por la relación entre la madre y su bebé durante el embarazo es medio, sí es un elemento más a la hora de estudiar y prever el desarrollo del menor.
Además, el estudio muestra también que la mayor conciencia del bebé se asocia a comportamientos saludables durante el embarazo y que puede haber una serie de factores previos en la madre que contribuyan a bajos niveles de apego (como depresión, abortos anteriores, la relación de la madre con sus padres...).