El Trastorno por Deficit de Atención y Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurobiológico de carácter crónico, que afecta entre un 5 y un 10% de la población infantil, llegando incluso a la edad adulta en el 60% de los casos. Los niños con TDAH presentan una actividad física excesiva, impulsos difíciles de controlar y problemas para mantener la atención en una única actividad de forma continuada.
Milagros Martín-Luna, madre de un niño con TDAH, acaba de publicar el libro 'Mi vida con un TDAH' (Editorial Libros.com), donde, a través de su experiencia, cuenta los mejores consejos para vivir con un niño con este trastorno.
1- Los niños con TDAH oyen pero no escuchan. No prestan atención, la memoria inmediata no les funciona correctamente, de ahí que no retengan la información. Por eso, las órdenes se las debemos dar de una en una y, a ser posible, mirándoles a los ojos, obligándoles a que la repitan en voz alta. Tiene que pensar en alto. No vale eso de "vístete, desayuna y lávate los dientes", porque cuando la tercera orden sale de nuestra boca su cerebro ya ha desconectado y lo más seguro es que te lo encuentres en pijama jugando con cualquier cosa. Y la zapatiesta está asegurada.
2- Los TDAH no interiorizan las normas y jamás aprenden con castigos. Necesitan una guía permanente, un adulto presente que les indique constantemente cómo deben comportarse y cuando. En este caso, resulta primordial la actitud del adulto. Como padres y madres de un TDAH estamos obligados a bajar las expectativas. La sociedad no nos lo pone fácil, pero más pronto que tarde debemos aprender a no exigir lo que no nos pueden dar. No es que no quieran, es que no pueden. Los padres debemos también acudir a terapia para aprender a convivir con el TDAH.
3- Los TDAH son capaces de empezar muchas cosas y no acabar ninguna, de manera que debemos estar siempre atentos y muy encima para que terminen lo que han empezado. Se cansan enseguida porque su capacidad de concentración va en bloques de media en media hora (en el caso de mi hijo que es adolescente; cuanto más pequeños, los bloques de atención son más cortos).
4- Necesitan un hábito, funcionan mejor cuando son capaces de controlar todo lo que viene después. Como los bebés, se sienten más tranquilos cuanta más rutina tengan en su vida. ¿Por qué? Porque no son capaces de evaluar el tiempo, no tienen conciencia del paso tiempo y, por supuesto, no son capaces de regularlo. Siempre van tarde. Para asentar las rutinas funciona muy bien la idea de externalizar la información, sobretodo cuando son muy pequeños. Resultan muy útiles los carteles, las fotos, los dibujos, las señales acústicas y los relojes. Al principio, nuestra casa estaba decorada por cartulinas y post-it. Nos salvó la vida una aplicación que se llama Time Timer. El tiempo de trabajo se marca en rojo en la esfera y así aprendió a controlar y gestionar el tiempo de estudio y el de ocio.
5- Son impulsivos. No reflexionan. Son capaces de decir lo primero que les viene a la cabeza y no valoran las consecuencias. Los adultos con TDAH tienen más problemas legales, más multas de trafico y más despidos del trabajo, por no hablar de problemas de consumos de cualquier tipo de droga. Se ha demostrado que el tratamiento precoz reduce ese riesgo. Es muy importante que además de la medicación reciban un apoyo terapéutico para aprender a tener estrategias.
6- Se entretienen con el vuelo de una mosca. Cualquier estímulo les saca de su concentración. Para poder estudiar necesitan una mesa impoluta. Sólo pueden tener encima los libros y libretas que estén utilizando en ese momento. Nada más. Cualquier adorno es susceptible de convertirse en un entretenimiento más divertido que el estudio.
7- No pueden estar quietos y, como insistamos, la cosa seguro va a peor puesto que la inquietud se apodera de ellos. No lo pueden controlar y hasta que como padres no entendamos esto no hay nada que hacer. A la hora de estudiar se concentran mejor cuando están en movimiento puesto que su cerebro no desgasta atención en permanecer quieto y puede focalizarse en el estudio. Mi hijo estudia en la elíptica, o paseando alrededor de la cama. Pretender que memoricen sentados en una mesa como Dios manda es una pérdida de tiempo. Cuanto antes lo asumamos, mejor.
8- Viven las emociones a tope, tanto las positivas como las negativas. La alegría, la frustración el cansancio, la rabia, la vergüenza… Normalmente les desbordan y pueden llegar a sacar lo peor o lo mejor de si mismos. De nuevo debemos contar con el apoyo del psicoterapeuta para que les facilite estrategias que les ayuden a regularse y autocontrolarse.
9- Respecto al auto control hay una máxima que como padres debemos aprender de memoria. En su día me la recomendó César Soutullo, el médico de mi hijo y mi guía espiritual en Mi vida con un TDAH. Tenemos que dividir los posibles conflictos en tres bloques: importante y peligroso, importante y no peligroso, ni importante ni peligroso. A saber. Quiere cruzar la carretera y no obedece, es una situación importante y peligrosa, nos imponemos aunque eso provoque una reacción impulsiva y desagradable. Quiere ir en autobús al colegio (según la edad) es una situación importante y no peligrosa, negociamos. Salimos de casa y no quiere llevar la chaqueta porque no tiene frío, no es ni importante ni peligrosa, lo mejor es evitar la discusión, que el adulto coja la chaqueta y cuando tenga frío ya la pedirá. Se trata de evitar conflictos superfluos para procurar que la paz se instale en el hogar.
10- Por último, el consejo que considero más importante, paciencia, mucha paciencia y amor, muuuuucho AMOR. Con mayúsculas. Jamás los comparéis. No dejan de ser niños y cada niño es único y especial. Todos florecen a su debido tiempo.