Después de identificar las mejores técnicas de comunicación para padres con adolescentes, también es importante como padres, madres o tutores identificar esas frases o palabras que no debemos llevar al terreno educativo, ya que su uso no hará más que dañar la propia relación entre padres e hijos, a pesar de que su intención sea otra totalmente diferente. Por ello hemos elaborado una lista de frases negativas y bastante habituales en la mayoría de los hogares españoles, que debemos dejar de lado con nuestros hijos.
Eliminarlas y fomentar el diálogo y el entendimiento con los hijos, no solo mejorará esa relación familiar, sino que ayudará a mejorar el propio comportamiento, autoestima y crecimiento personal de los hijos. Toma nota
¿Cuáles son las cosas que nunca debo decirles a mis hijos?
“Aprende de tu hermano, hermana”
El famoso dicho de que “las comparaciones son odiosas”, tiene gran parte de verdad y no solo en el caso de las personas adultas, sino también para los hijos. Las comparaciones entre hermanos pueden llegar a generar rivalidades en la familia y a la larga tienden a ser más perjudiciales que beneficiosas para los menores.
Se trata de un ataque a la propia autoestima de la persona, sin importar la edad, el medio o la identidad de la otra persona con la que se realice esa comparación. En el caso de la comparación con un hermano o hermana, será como transmitir a nuestro hijo que su hermano o hermana es un modelo que nunca podrá alcanzar, algo que podrá afectar enormemente a su autoestima y a la propia relación familiar.
“¡No llores!”
El clásico “no llores” cuando un niño se ha hecho daño o cuando se siente mal por algún motivo, no es la mejor forma de ayudar a nuestro hijo o hija. ¿El motivo? Ese acto de llorar viene provocado por algo que le ha pasado, bien sea una caída, un susto, una preocupación, miedo por algo... Es importante que como padres nos preocupemos por lo que le ha sucedido, que les acompañemos, les comprendamos e intentemos aceptar sus emociones y no reprimirlas, ya que ser coherentes con sus emociones facilitará el crecimiento y el desarrollo de la autoestima del hijo o hija. Por lo tanto, no podemos ridiculizar o tratar de bloquear las emociones por las que están pasando, sino que debemos aceptarlas, comprenderlas y acompañarles en el proceso.
La psicóloga Zara Díaz asegura que en estos casos lo mejor es que, “los padres tienen que entender que sus hijos no pueden reprimir las emociones o los sentimientos y por lo tanto, no pueden pretender que el adolescente esté siempre alegre, animado o que no ponga mala cara. Es necesario que los hijos tengan libertad emocional y que ellos mismos sientan que pueden ser ellos mismos con libertad”.
“Porque lo digo yo”
Muchas veces los padres también tienden a usar el clásico “Porque lo digo yo y punto”, cuando queremos tener la verdad absoluta sobre algo y que nuestro hijo o hija no la discuta. Pero en estos casos no debemos olvidar que una frase como esta no deja de ser un imperativo sin argumentos, que lo único que hará será perjudicar los lazos y la relación entre padre/madre e hijo/a porque directamente no le estamos ofreciendo la oportunidad de darle ningún tipo de explicación y los estamos censurando. En estos casos es importante que los padres sean coherentes con sus exigencias y sus palabras y que intenten ser un ejemplo a seguir para sus hijos. Para ello lo mejor es que se intente fomentar el diálogo en el hogar, “sin sermones, sin juzgar y por supuesto sin censurar. Todo ello favorecerá una relación basada en la confianza entre los padres y los hijos”, como nos asegura la, también psicóloga, Vivian Aparicio.
“Si no haces esto, te castigo”
Utilizar el miedo o las amenazas y el castigo también acaba erosionando esa confianza entre padres e hijos, además de que de esta forma solo les estará enseñando que para conseguir lo que quieren castigar o amenazar es algo válido, por lo tanto, debemos eliminar estas frases o castigos con nuestros hijos. Zara Díaz destaca además los efectos perjudiciales de los castigos físicos o emocionales con los hijos: "El castigo daña profundamente la autoestima del que sufre ese castigo, deteriora completamente la relación entre padres e hijos y está totalmente demostrado que no funciona y que sus efectos duran muy poco”. Algo similar a lo que puede ocurrir también con las prohibiciones: “Hay que tener en cuenta que el exceso de castigos destroza las relaciones y se paga un precio muy alto por intentar que un hijo sea un ‘hijo modelo’”,
“Sería mucho más útil que nuestro hijo o hija entienda que hay unas normas y que para poder por ejemplo salir de casa hay que ser responsable con los estudios o ayudar en las tareas del hogar”, explica la experta. Por lo tanto, lo más útil en estos casos, es que dejemos a un lado ese clásico “Si no haces esto te castigo” y optemos por establecer normas o límites transmitiendo a nuestros hijos que para ganarse los privilegios hay que respetar esas normas.
“Tú no sabes, deja que ya lo hago yo”
Ese “ya lo hago yo” es como si a nuestros hijos les estuviésemos diciendo que no van a ser capaces de hacer algo por sí mismos, por lo tanto, también estaremos dañando su autoestima, convirtiéndolos en personas dependientes, inseguras y además solo conseguiremos que las próximas ocasiones ni siquiera se esfuercen al intentarlo. Este exceso de control sólo conseguirá que nuestros hijos se sientan anulados y además como padres estaremos transmitiendo una falta de confianza hacia los hijos. Algo nada beneficioso ni para los propios hijos, ni para los padres, ya que “está demostrado que cuando un hijo siente que sus padres confían en él y que puede valerse por sí mismo, es más fácil que mejore su comportamiento”, como explica Vivian Aparicio.
“Así no vas a llegar a nada en la vida”
Las malas notas, los malos comportamientos, el desinterés por los estudios… Todo ello preocupa constantemente a los padres, quienes en ocasiones no dudan en utilizar este tipo de frases para que sus hijos se den cuenta de que con ese comportamiento, esas malas notas o ese desinterés por los estudios no les esperará ningún futuro prometedor. Pero la realidad, es que con este tipo de frases solo dañaremos de nuevo esa relación entre padres e hijos junto con su propia autoestima: “Antes de reñir o dar un sermón a los hijos, es importante preguntarles e interesarnos por ellos. Interesarnos por lo que han hecho, lo que les sucede, por lo que piensan, por cómo se sienten… Tienen que ver que sus padres están intentando entenderles”, y como también detalla Zara Díaz, “los padres no tienen que olvidar que siempre hay algo detrás de esa base de conducta, por eso hay que intentar ser más receptivo y escuchar más abiertamente para poder descubrir qué frustraciones hay detrás”.