El día a día está repleto de actividades y planes, pero también de responsabilidades, tareas y jornadas laborales maratonianas que parece que nunca terminan. Pero ¿y qué hay del tiempo libre? ¿Y si te dijéramos que hay quien ese tiempo libre lo sigue empleando en realizar todos esos quehaceres diarios, tareas y actividades sin dar espacio al descanso?
Este fenómeno, más conocido como el síndrome de la vida ocupada, al igual que sucede con el síndrome de hikikomori o de la indefensión adquirida, es un estilo de vida cada vez más habitual y por el que muchas personas deciden llenar de responsabilidades y tareas todo su día a día, a veces incluso más allá de sus límites.
Una necesidad de actividad constante y cada vez más común de encontrar de igual manera en mujeres que en hombres, aunque cada vez son más las mujeres que sufren ansiedad y estrés debido a ello. Y es que, en esa dificultad que a menudo encontramos a la hora de conciliar nuestra vida personal con la laboral o con el teletrabajo, en ocasiones no hay cabida para un tiempo de respiro o de dedicación a nosotras mismas.
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Aun así, hay quienes necesitan seguir sintiéndose ocupados el resto del tiempo, todo para huir del aburrimiento y sentirse mejor, pero irremediablemente también con mayor carga de estrés y cansancio. Te hablamos del síndrome de la vida ocupada que a menudo se esconde detrás de este estilo de vida frenético y cómo superarlo.
Origen y consecuencias
Nuestro estilo de vida frenético a menudo nos exige ser los mejores, los más productivos, nos llena de responsabilidades, actividades… En él, las personas que sufren ese síndrome de la vida ocupada sienten la necesidad constante de no poderse parar a descansar y de necesitar constantemente tener que hacer algo para sentirse hiperestimuladas. Y aunque cuando hablamos de este síndrome, no hablamos de un síndrome que esté diagnosticado de manera oficial en los manuales de psicología, sí que está más presente que nunca en muchos estudios recientes realizados.
En ellos a menudo se asocia con una cierta predisposición genética de la persona, la cual a menudo desde pequeña se le inculca a tener que estar haciendo siempre algo y a no aburrirse, pero también está muy vinculado al tipo de sociedad actual en la que constantemente se nos pide estar haciendo algo como sinónimo de éxito y para sentirnos mejor con nosotros mismos.
En cuanto a su origen, este término fue propuesto por un grupo de investigadores de un centro de estudios de Glasgow (CPS Research) y a menudo se relaciona con un aumento de los olvidos, despistes y de la falta de concentración.
Cómo superarlo
Para las personas que lo sufren, llenarse de actividades y ejecutarlas se convierte en la mejor herramienta para permanecer lo suficientemente estimulados y ocupados. Un estilo de vida estresante, pero también gratificante en el que no hay cabida para el aburrimiento y que nos impide conectar con otros asuntos de la vida que nos desagradan o que requieren un esfuerzo emocional extra y, por lo tanto, nos mantiene desconectados de nosotros mismos.
Pero ahora que conocemos cómo identificar este síndrome de la vida ocupada y sus efectos, es el momento de plantear las mejores estrategias para hacerle frente y superarlo. Estas son algunas de las estrategias más utilizadas y recomendadas por los expertos:
- No hacer nada también es positivo: A menudo, sentimos que el estar aburridos o sin hacer nada es sinónimo de fracaso, pero la realidad es que fijar un tiempo de descanso en nuestra rutina diaria precisamente para no hacer nada, parar y relajarse es más necesario de lo que imaginas. Un ejercicio aparentemente sencillo, pero que para quienes sufren este síndrome se trata de una tarea especialmente difícil de realizar, ya que estas personas no conciben aburrirse o dejar de ser productivas.
- El deporte, un gran aliado: Una de las tareas pendientes de las personas que sufren este síndrome, está en esa falta de dedicación a uno mismo. Precisamente para poder conectar con nosotros y dedicarnos tiempo, el deporte puede ser ese gran aliado. Un hábito saludable y beneficioso para nuestra salud física y mental, que además está vinculado al aumento de las endorfinas y, por lo tanto, también a la disminución de la sensación de dolor.
- Fija una rutina adecuada: Cuando hablamos de fijar una rutina adecuada, no nos referimos solamente a todas esas actividades y responsabilidades diarias que a menudo tenemos en la cabeza, sino también a los espacios de descanso, de alimentación, de deporte o simplemente de relajación. A menudo, las personas que sufren el síndrome de la vida ocupada no cuentan con hábitos de sueño o de alimentación adecuados, pasando a ubicarlos simplemente cuando pueden o incluso simplemente no lo hacen.
No olvides que descansar es tan necesario o más que trabajar y que descuidar nuestras necesidades vitales perjudica directamente a nuestra propia salud. Una buena forma de establecer una rutina adecuada es hacer un horario y escribirlo.
De igual manera, cada vez que realices cada una de las actividades o momentos de descanso de ese horario, tendrás que asegurarte de dedicar tiempo a cada función sin hacer nada más y sin despistarnos con cualquier dispositivo electrónico o tarea extra. Organiza menús diarios para asegurarte de seguir una dieta equilibrada y sobre todo, cuida tus momentos de descanso y relajación sin pensar en nada más.
- Reconoce tus propios límites: Las personas con síndrome de la vida ocupada, sienten que llenar su día a día de tareas y autoexigirse es la única forma de sentirse realizados, pero la realidad es que mantener ese ritmo de vida frenético de forma constante y nunca decir que no a nada puede acabar por llevarnos a cruzar nuestros propios límites y a perjudicar nuestra salud mental y física. Para evitarlo, lo mejor es que sepamos reconocer esos límites, que aprendamos también a decir que no y que nos esforcemos en ello cada día.