Más de medio millón de seguidores en Instagram y otros tantos en Twitter, Patricia Ramírez conocida en el mundo digital por su alias Patri Psicóloga (@patri_psicologa) es psicóloga, escritora, conferenciante y divulgadora en diferentes medios de comunicación. También está de gira con un par de obras de teatro.
[@patri_psicologa: "No necesitas el último móvil, sólo que tus valores estén en equilibrio"]
“Estamos de gira por España con La ansiedad no mata pero fatiga, y también con Ménage à trois, que es una obra de divulgación sobre el sexo. Son dos comedias en las que por un lado tocamos la ansiedad y por otro lado, las relaciones sexuales. Desde un punto de vista cómico, pero con contenido psicológico y con mucho rigor. Al público le llega cómo trabajar su ansiedad y cómo cambiar a nivel sexual, para que la libido vuelva a tener más presencia en su vida”, asegura la psicóloga.
Ahora publica Vivir con serenidad: 365 consejos, (Grijalbo 2022) donde ofrece consejos para vivir una vida con mayor plenitud y calma.
Dices que ‘la felicidad no es una farmacia abierta las 24 horas’, pero ¿qué es la serenidad?
Es que hay una clara diferencia entre esos dos estados: felicidad y serenidad. Lo que digo es que la felicidad no es una farmacia de guardia que está abierta 24 horas al día, porque para mí es un estado efímero, que depende muchas veces de cosas puntuales, que pasan durante el día o en tu vida, y que igual que tiene que estar la felicidad presente, también tienen que estar presente otro tipo de emociones.
Igual que no querríamos una vida envidiosa para toda la vida, tampoco deberíamos de tener una vida feliz. Pero la serenidad, yo la veo como una filosofía de vida, una manera de afrontar tanto las cosas buenas como las malas. Y las relaciono con la reflexión, con la prudencia, con la paciencia que nos permiten ante las situaciones positivas o ante la adversidad, decidir cómo responder en lugar de reaccionar, que uno puede estar enfadado y estar sereno, estar alegre y estar sereno, etc.
Pero no hay que confundir serenidad con vida aburrida o predecible...
Para nada. Yo creo que en un estado en el que tú aprendes a gestionar tus emociones, en el que bajas el ritmo acelerado que tenemos a veces en la vida, en el que te tomas las cosas con más calma, reduces la prisa y la impulsividad. Y eso te lleva a ser menos irascible, a favorecer la empatía, porque al tener más tiempo y otro ritmo, podemos escuchar a los demás de otra manera y podemos escucharnos también a nosotros mismos.
¿Por qué escribiste Vivir con Serenidad?, es un consejo para cada día del año... ¿Cómo propones que lo leamos?
Simbólicamente es un consejo para cada día del año, pero creo que si alguien quiere entrenar estos consejos para convertirlos en hábito, tiene que entrenar más de un día cada consejo.
Es un libro de cabecera para cinco o seis años, incluso para diez. Puedes empezar a leer el libro por donde quieras. Está dividido en áreas, porque relaciono la serenidad con la autoestima, la serenidad con la pareja, la serenidad con tu autocuidado, con tus pensamientos, con tus emociones. Tú puedes empezar por el apartado que quieras y elegir de todos los consejos, uno determinado. El que tú veas que para ti encaja mejor, el que te va a ser más fácil y empezar a entrenarlo. Y repetir, repetir y repetir. Cuando veas que ese ejercicio o esa actividad la has interiorizado y forma parte de ti, podemos pasar al siguiente, y con ello le podemos dar una vida al libro muy larga.
Durante muchos años, en tu caso, tú no disfrutaste de serenidad...
Exacto. Yo era una persona muy perfeccionista, muy exigente. Tuve problemas personales muy gordos. Perdí a mi marido cuando tenía seis días mi hija, se me vino el mundo encima, he vivido situaciones muy duras.
Y claro, a pesar de que ya era psicóloga, no tenía estas herramientas que he obtenido con las terapias de tercera generación que son por ejemplo, el Mindfulness y la Terapia de aceptación y compromiso. Cuando empecé a descubrir todo eso, porque para mí la formación, aunque sea autodidacta, ha sido clave en mi vida, yo descubrí otro mundo.
Todo esto de aceptar, dejar estar, perdonar, meditar, la parte de la reflexión me cambió a mí y lo sigo entrenando cada día porque si lo dejara de entrenar igual volvería a esa exigencia de antes. Pero también me cambió la educación con mis hijos, la relación con la gente, etc.
Hubo un antes y un después en tu vida cuando cayó en tus manos el libro La trampa de la felicidad de Russ Harris, cuéntanos.
Sí, justo porque ese es el libro precisamente que me enseñó lo que es la Terapia de la aceptación y compromiso. Cuando lo leí pensé: ‘hay otra manera de ver la Psicología, que también tiene una base científica, pero que consiste en lugar de estar todo el día racionalizando nuestros pensamientos, exigiendo, etc., pues tiene una parte como mucho más amorosa y amable al relacionarte contigo mismo y con la vida’. Y me quedé ahí. Me pareció algo maravilloso.
¿Quién te regaló el libro?
Me lo regaló una de mis mejores amigas que se llama Beatriz Muñoz, autora de Mindfulness funciona. Y lo tengo como un tesoro. Me cambió mi manera de hacer psicología con los pacientes. Me cambió mi manera de divulgar, de relacionarme conmigo, de relacionarme con los hijos. Me cambió todo. Ese libro me marcó un antes y un después.
¿Hay que aprender a perdonar cosas del pasado y aceptar?
Es indispensable, si quieres tener una vida serena, aprender a perdonar a la gente del pasado, a la propia vida que has tenido, porque muchas veces son cosas que no dependen de ti. Y también a ti mismo, porque hay personas que son capaces de perdonar a los demás, pero que no se perdonan sus fallos y se lo están recordando todo a la vida y creen que merecen ser castigados por un error del pasado. Por muy gordo que haya sido, ya no lo puedes solucionar, puedes pedir perdón. Puede ser que a quien pides perdón no te perdone, pero tú sí que tienes que perdonarte a ti mismo, porque ya no puedes hacer nada.
Entonces si estás viviendo con ese rencor hacia ti, ese odio, ese desprecio o hacia otras personas que te han hecho daño en tu vida, al final dejas de vivir el presente y el futuro porque vas con una mochila en la que están amontonadas emociones tan desagradables como la venganza, el rencor o el ojo por ojo.
Es importantísimo sentarnos, pensar qué pasó y tratar, si se puede, de buscar la empatía con quién te hizo daño, ‘¿por qué se pudo comportar así?’ ‘porque mi madre no me quiso ayudar en ese momento’, ‘porque mi pareja rompió conmigo’, ‘porque me pudo haber engañado...’ lo que sea, mirarme en los ojos de la otra persona. Aunque la otra persona haya reconocido que se equivocó, ¿por qué pudo pasar? Estaba en un momento vulnerable, no lo sé.
Y a partir de ahí, no se trata de perdonar para que te reconcilies con esa persona, porque lo más probable es que no te apetezca tomar un café con él, pero sí para que sea un proceso interno tuyo, en el que tú dejas de sufrir.
Nos propones vivir, entonces desde un estado más contemplativo, menos intenso, más flow.
Más observación, eso es. Si nosotros aprendiésemos a observar nuestros pensamientos y emociones buscando aquello que nos quieren decir, en lugar de ser tan intervencionistas... Aparece un pensamiento intervengo, razono, me juzgo, le doy vueltas, rumio... Si simplemente los observáramos, sobre todo aquellas preocupaciones con las que no podemos hacer nada más que esperar.
Hay cosas en la vida que no tienen solución, para las que se necesita tiempo, pues seguramente sufriríamos menos. Lo que nos genera mucho sufrimiento es convertir esos pensamientos que entran en la cabeza en protagonistas. Y ese protagonismo se lo das tu porqué empiezas a darle vueltas, a agobiarnos, a tratar de entender cosas del pasado que no tienen explicación y es que han pasado porque tenían que pasar, porque la vida tiene esa parte de azar.
A veces, queremos buscar una explicación a cosas que no la tienen y eso es una pérdida de tiempo, de serenidad, de energía, de todo. Entonces si observamos más las emociones, las entenderíamos mejor. Si observáramos más los pensamientos, en lugar de enredarnos con ellos, disfrutaríamos de mucha más calma. Entonces la vida contemplativa a ratos, está muy bien.
La relajación comienza por aprender a relajar los músculos, ¿cómo es la 'Relajación muscular de Jacobson'?
Quien lea esta entrevista y esté interesado en el método de Relajación muscular de Jacobson la tiene en mi canal de YouTube para descargarla de manera gratuita. Se trata de 21 minutos de una técnica muy antigua de la Psicología.
Se demostró científicamente que cuando tú tensas de forma intencionada músculos del cuerpo, como apretar fuertemente el brazo desde el puño hasta el hombro, mantenerlo unos segundos y luego soltar, y vas haciendo lo mismo con cada músculo, ese ejercicio de tensar, relajar, tensar, relajar, relaja la musculatura.
Y cuando tú relajas la musculatura, ¿el cerebro qué interpreta? Pues que si mi cuerpo está relajado es que ahí fuera no puede haber ningún peligro, porque normalmente cuando hay peligro, cuando nuestra mente interpreta que ahí fuera hay una amenaza, aunque sea una charla que nos genera estrés, nosotros nos tensamos porque nuestro cuerpo se prepara para salir corriendo o para luchar, que es la respuesta automática al miedo o a la ansiedad de toda la vida.
El cuerpo cuando ve los músculos tensos, interpreta que tiene un fuego que apagar, pero cuando siente que los músculos están relajados, también el cerebro, la amígdala y el sistema nervioso simpático, se relajan. El cuerpo informa al cerebro de que todo está bien: ‘puedes desactivarte, puedes estar tranquilo, no tienes que luchar, no hay una amenaza’. Y eso nos ayuda a alcanzar ese nivel de relajación profundo.
Aconsejas la práctica de la meditación y el Mindfulnes
Con la meditación hay mucha gente confundida que cree que la práctica de meditar es ponerte un montón de minutos al día, dejar la mente en blanco, y que mientras estás meditando por tu cabeza no puede aparecer ningún pensamiento...
Claro, hay quien comienza con esta expectativa y abandona a la semana porque es falsa. Meditar es estar atento a una sola cosa, puede ser tu respiración o un mantra, o las señales que está teniendo tu cuerpo por dentro, hacer ese escaneo corporal, pero automáticamente o inevitablemente van a aparecer pensamientos.
Otra cosa es que entre un pensamiento lo atrapes, te enredes y te enfades porque te interrumpe tu meditación y te descentras mucho más. Pero si mientras estamos meditando, notamos que entra un pensamiento, lo dejamos marchar o imaginamos cómo sale de nuestra cabeza y volvemos a concentrarnos en lo que estábamos, que es en nuestro ritmo de respiración o en ese escaneo corporal, o imaginar como se apaga y enciende una vela, pues volveremos otra vez a estar atentos. Pero no se puede meditar dejando la mente en blanco. Eso es imposible.
De lo que se trata es de tener un momento contigo, en el que te centras en una sola cosa y ya está, y te dejas un poco llevar.
Hay una cosa que no enseñamos ni a los niños que es el aburrimiento, como si fuera una cosa malísima...
Cuando uno no hace nada, el cerebro está bastante inactivo. Porque el cerebro está todo el día concentrado, atento, tomando decisiones, creando, pensando y todo eso es muy agotador.
Y la manera de que el cerebro se regenere es que le demos un espacio de 10- 15 minutos para no hacer nada. Pero no hacer nada es no coger el móvil, no atender a una serie, nada...
Y cuando los niños no hacen nada, y dicen: ¡me aburro! Llega un momento en que para salir de ese estado, su cerebro empieza a crear, además de que se relajan, empiezan a crear, inventan. Igual les da por coger un libro o un tebeo, o hacer algo distinto, a lo que suelen hacer.
Pero si cada vez que tu hijo se siente aburrido tú intervienes dándole actividades para que se entretenga, tu hijo no sabe buscar recursos, porque se ha acostumbrado a que lo tengas todo el día entretenido. Y esa fase de no hacer nada y aburrirse es importante porque es parte de nuestra salud mental. Dejemos que los niños se aburran, no pasa nada y tampoco les echamos la bronca: '¿Cómo puedes estar aburrido con todo lo que tienes?' 'Ya no te regalo más juguetes', 'si es que tienes de todo'. Déjalo. Si se aburre, dile: ¡Ah, bien. Bueno, a ver qué haces! O sea, permítele aburrirse y no le hagas sentir mal porque está aburrido.
¿Cuál es el mejor consejo que te han dado a ti para vivir con mayor plenitud?
Pues igual el dejar estar las cosas. Yo creo que mi amiga Beatriz, que para mi es una mujer muy sabia y siempre tenemos muchas charlas... Claro, las dos somos psicólogas y hablamos mucho de psicología y esto de: ¡Patri déjalo estar, no tienes que responsabilizarte de todo, no puedes atenderlo todo! Me parece que eso, a mí, me relaja muchísimo, es decir, es que hay cosas que en tu vida van a pasar, intervengas o no intervengas, van a pasar y lo tienes que dejar estar.
Para aquellas personas que se sienten estresadas, ¿que les aconsejarías?
Pues todo un recetario. Si queremos hacer un cambio profundo tenemos que empezar por sentarnos con nosotros mismos y revisar nuestra escala de valores, y ver si la vida que estamos teniendo está alineada con nuestros valores o con nuestras prioridades.
Y si eso no es así, que seguramente no sea así, vamos a empezar a ver cuáles son esos estresores y hacer un plan de acción para ver cómo puedo cambiar lo que se pueda cambiar o eliminar.
Y por supuesto, luego todo lo que tiene que ver con el autocuidado de la salud mental, el ejercicio físico, la meditación, descansar las horas suficientes, comer de forma apropiada, relacionarnos con gente, practicar aficiones, planificar, hacer cosas que nos hagan sentir bien desconectar minutos durante el día. Pero sobre todo, para realizar un cambio profundo hay que revisar nuestros valores y ver que están alineados con el estilo de vida que estamos teniendo.
En el cierre del libro hablas de lo complicados que han sido estos últimos años que han puesto patas arriba la salud mental de todos...
Vivimos sobrepasados, y ya pasaba antes de la pandemia. Lo que pasa es que la pandemia le ha dado mucha visibilidad a la salud mental. Y la gente ahora habla de lo que seguramente ya sufría hace años, con mucha más tranquilidad, sin el tabú de enfermedad mental.
Entonces, yo creo que es cierto que la pandemia ha generado mucha ansiedad, sobre todo en las poblaciones de gente joven y en esas profesiones que han estado tan expuestas y que han tenido que trabajar con tanta intensidad.
Pero sobre todo ha dado la licencia para poder hablar de que estamos mal, de que buscamos soluciones, de que vamos al psicólogo. Y le ha dado esa visibilidad, que creo que es importante porque nos hace ver que ser vulnerable es algo normal.