Los psicobióticos son un descubrimiento maravilloso que están relacionados con la conexión entre el intestino y el cerebro. Este contacto se hace a través de un conducto, una especie de carretera de doble sentido, que se llama nervio vago. Es decir, que impacta en los dos sentidos.
Esto significa que lo que comemos impacta en nuestras emociones, en cómo nos sentimos, en los neurotransmisores que fabricamos y, por lo tanto, también impactará en la calidad de nuestros pensamientos y de nuestra eficiencia mental. Y viceversa. Lo que pensamos y sentimos también va a impactar en cómo son nuestras digestiones.
Los psicobióticos son probióticos, microorganismos que ingerimos, y que van a parar a nuestro aparato digestivo. Se ha demostrado que no solo impactan a nivel digestivo, sino que también lo hacen a nivel mental.
Esto es una gran revolución, no sólo para tratar enfermedades como la depresión o la ansiedad, sino también para otras de tipo neurodegenerativo que tienen que ver con una inflamación y un empeoramiento del cerebro, así como de todas las conexiones que se producen en nuestra cabeza como son el alzheimer, la esclerosis múltiple o el parkinson.
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Aunque queda muchísimo por descubrir, hay casos en los que ya se está aplicando esto con grandes resultados. Por lo tanto, es muy interesante si se tiene diagnosticado algún tipo de enfermedad mental.
Más allá de tratamientos más clásicos, los psicobióticos puede ser una fórmula muy positiva que puede ayudar en la recuperación o, por lo menos, ayudar a que la enfermedad no avance.