Las bebidas light son uno de los productos que más revuelo causan entre la población, alrededor de las cuales existen mitos y realidades. En parte se debe gracias a su popularidad: probablemente, esta categoría de refresco sea una de las más consumidas en los bares y restaurantes tanto de España como alrededor del mundo.
Probablemente, muchas de las personas que acuden a los refrescos light piensen que están bebiendo un producto más saludable y, de hecho, el sabor —un tanto diferente— puede avalar esa teoría. Incluso, si hablamos de marcas más concretas, el gas. Lo cierto es que a pesar de todos estigmas buenos a su favor, existen ciertos aspectos que no se tienen en cuenta.
Alrededor de lo que se supone que es un producto saludable, existe un aumento de ciertos ingredientes perjudiciales para compensar eso que deciden eliminar de la formulación. La nutricionista especializada en inflamación, Sandra Moñino, habla acerca de ello en su pódcast Con jengibre y limón, junto a la periodista María Pérez.
Qué son los alimentos 'light'
Lo cierto es que los alimentos, especialmente los refrescos light han conquistado a más de la mitad de la población. Los supermercados no contemplan la opción de no tener a disposición esta categoría, así como los restaurantes y firmas, que cada vez ofrecen más opciones a los consumidores.
En cuanto a su historia, llevan con nosotros más tiempo de lo que nos pensamos. Los productos light se pusieron de moda en los años 80, cuando se empezó a utilizar la sacarina como sustituto del azúcar. No fue hasta la década de los 90 que no llegó el boom que hoy en día sigue presente.
En ese momento, las grasas de los alimentos estaban tremendamente demonizadas, hasta el punto que parecían la causa de todos los males. En la actualidad, hay personas que siguen con tal mentalidad; sin embargo, el avance en ciertos campos nos ha ayudado a descubrir que no todas ellas son perjudiciales para la salud.
Realmente, los productos light no son aquellos que no aportan calorías, sino que cumplen con una reducción del 30% de su valor energético mínimo, en comparación a su versión original o regular. Esta reducción tiende a ser de azúcares, grasas o calorías; sin embargo, al hacerlo, sustituyen el sabor por aditivos como el azúcar, sal o edulcorantes, explica la Nutrióloga Mariana Pérez a Vogue.
En cierto modo, es ahí donde aparece el "problema" y así lo explican las protagonistas del pódcast Con jengibre y limón, cuyas protagonistas explican a sus seguidores todo acerca de la nutrición y, sobre todo, todo lo que no sabemos sobre los alimentos que consumimos día a día.
El aviso de la nutricionista sobre los alimentos 'light'
Los productos light, así como muchos otros alimentos que consumimos creyendo que son saludables, lo que realmente hacen es crear la ilusión de que adelgazan; sin embargo, si lo vemos de forma técnica, en su formulación están añadiendo ingredientes —que muchas veces creemos que no llevan, como azúcar— para recuperar el sabor perdido.
"Por ejemplo, a un queso light le quitan la grasa, grasa saludable y beneficiosa, que es lo bueno que nos aporta el queso y le añaden un poco más de sal, para que sepa igual y no notes diferencia", explica Sandra Moñino, "Está más soso, pero no tanto porque le añaden sal o algún potenciador".
Es cierto que son menos calóricos; sin embargo, al reducirle el contenido en calorías y utilizar sustitutos como los edulcorantes artificiales, estamos perjudicando a nuestra salud de igual manera. Especialmente en los refrescos, que sentimos como el sabor sigue "igual" o muy parecido, y el motivo es justamente eso.
Además, tal y como explica la experta, no todas las grasas son tan malas como pensamos. Hay dos categorías grandes de grasas buenas: grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas. De hecho, las encontramos en una gran cantidad de alimentos beneficiosos como los frutos secos, salmón o el aceite de oliva.
"Entonces, al llevar menos grasa, lleva menos calorías para perder peso… ¿Qué pasa ahí?", pregunta su compañera de pódcast. "No necesitamos estar tomando menos calorías para perder peso, sino que lo importante es la calidad del alimento y no la cantidad", confiesa la experta.
Las bebidas azucaradas de forma general no son una buena opción en ninguno de los casos, especialmente si las bebemos a menudo. De hecho, se sabe que el excesivo consumo de bebidas azucaradas está relacionado con una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades no transmisibles como la diabetes, cáncer de endometrio, de ovarios, de mama y de próstata, así como accidentes cardiovasculares.
Para las personas que no pueden renunciar a las bebidas dulces, las versiones sin azúcar pueden ser una auténtica salvación. Una dieta restrictiva y 100% limpia puede llevar rápidamente al desánimo. Incluir bebidas tipo cero en tu menú de vez en cuando puede satisfacer tus antojos dulces y eliminar la sensación de restricción constante. Esto está perfectamente bien siempre y cuando lo pensemos como un accesorio y no como un producto básico de hidratación,