Nuestra piel debemos cuidarla como se merece y evitar los errores que, a priori, pueden parecer muy obvios, pero en los que caemos la mayoría de los mortales. Una de las mejores herramientas para empezar a cuidarla, como siempre digo, es el diagnóstico personalizado que nos ayuda a evitar muchos problemas y a adelantarnos a ciertas patologías.
Muchas veces, la falta de resultados de un tratamiento o algunos problemas de la piel pueden solucionarse simplemente cambiando algún hábito que piensas que estás haciendo bien. Por eso, he tratado de recopilar 17 hábitos o costumbres que nos afectan de manera directa para que podamos presumir de una piel bonita y sana
1.- Hacerle caso a tu amiga.
Es el mayor error. La típica conversación en la que alguien cuenta que una amiga suya ha probado no sé qué producto y es buenísimo. Hay que tener muy claro que no todo es para todos porque cada persona es diferente. Yo insisto muchísimo en la importancia del diagnóstico personalizado, para mí es la clave del éxito.
2.- Confundir la edad fisiológica de la piel con la del DNI.
Puedes tener 25 años y tener una tez machacada por el sol o tener 50 y aparentar una piel de 40 porque está bien cuidada. Realizar las rutinas sólo en cara y no llegar a cuello y escote es un gran error porque son los grandes olvidados y muchas veces tenemos una piel perfecta en la cara y la edad nos delata en cuello y escote. Ambos necesitan cuidados exclusivos y diferentes a los de la cara por lo que debemos seleccionar muy bien qué productos utilizar y cómo aplicarlos.
3.- No tener en cuenta la identidad hormonal.
Antes de hacerte un tratamiento es importante diferenciar si eres hombre o mujer. Nosotros trabajamos con firmas que respetan la identidad hormonal y los resultados son sobresalientes. Las fibras de colágeno de un hombre y de una mujer no tienen nada que ver, al igual que la textura o las capas de piel, mucho más gruesas en el caso de los hombres.
4.- Empezar tarde a cuidar el contorno de los ojos.
Da igual el tipo de piel que tengas o cuáles sean tus rasgos físicos, la primera zona donde aparecen las arrugas es en esta zona. Para mí, el contorno de ojos sería la primera crema que debería utilizar cualquier persona que empiece a cuidarse.
5.- No hidratar las zonas secas de la piel.
Es importante mantenerlas siempre hidratadas, ya que cuando esto no ocurre la piel se cuartea y aparecen arrugas que luego seguramente haya que tratar de forma más agresiva, probablemente con una máquina.
6.- No utilizar una crema específica para el cuello.
La piel es totalmente diferente y necesita otros principios activos que los que utilizamos para el rostro. Normalmente, la gente extiende la misma crema del rostro hacia abajo y es un error.
7.- Saturar la piel con demasiada protección y no elegir la adecuada.
Si es invierno y no trabajas al aire libre lo mejor es que la protección solar esté incluida dentro de la crema de tratamiento.
8.- No utilizar el contorno de ojos adecuado ni la cantidad que necesita.
Con una lenteja en cada ojo sería suficiente y se aplicaría con técnicas de drenaje desde fuera hacia dentro (incluido el párpado). Si tienes bolsas debes evitar ponerte el contorno de ojos por la noche y utilizar activos como la cafeína, ya que probablemente favorezcan su aparición. En cambio, si tienes la zona oscura por una acumulación de toxinas provocada por falta de descanso, tabaco, beber poca agua o una mala alimentación, necesitarás aplicar en primer lugar un suero aclarante y después un contorno que favorezca esta acción.
9.- Limpiar la piel con jabón porque deshidrata la piel.
Al principio puedes tener la sensación de que está limpia, pero después necesitarás aplicarte algo rápido porque tirará y no estará confortable. La piel sufre una agresión que puede provocar deshidratación, desajustes, descamaciones, sensibilidad y la aparición de arrugas de forma más temprana.
10.- Secarse la piel del rostro con la misma toalla del cuerpo.
Esto estará mal hecho porque la toalla está llena de bacterias. Siempre necesitaremos limpiar la piel del rostro con una toalla reservada para esa zona, y por supuesto, que no compartamos con nadie más. Resérvale un sitio especial en el baño y cámbiala de forma regular, si puede ser todos los días mejor.
11.- No hidratar la piel si la tienes grasa.
Es importante encontrar el producto apto para ese tipo de piel para que a la vez que hidrate, regule la glándula sebácea, actúe contra el acné y logre tratar esos granitos. Una de las reglas básicas del cuidado facial es que por la mañana hay que hidratar la piel y por la noche regenerarla.
12.- Utilizar el agua micelar como único producto de limpieza.
Yo recomiendo utilizarlo siempre después de una leche desmaquillante y aplicarlo con un algodón a toques (sin arrastrarlo).
13.- Utilizar toallitas y discos desmaquillantes como sistema de limpieza.
Para mí son un foco de bacterias que provocan que estas se expandan por todo el rostro.
14.- La falta de constancia por intentar ahorrar.
Hemos tenido casos de personas que afirman que no les hace efecto un tratamiento que se aplican en casa y cuando les preguntamos si lo hacen todos los días reconocen que solo lo utilizan de vez en cuando para que el producto les dure más tiempo.
15.- No utilizar tónico cuando sea necesario.
Siempre que la piel pasa por agua hay que utilizarlo para restablecer el Ph. Por ejemplo, si te pones una mascarilla, en primer lugar, te limpiarías la piel con la leche y después aplicarías el tónico. Seguidamente aplicarías la mascarilla y al retirarla con agua volverías a aplicar el tónico.
16.- No utilizar mascarillas de refuerzo para cuidar la piel.
Son absolutamente necesarias y en función de resultados que queramos tener hay que aplicar diferente una vez a la semana. Las mascarillas nos aportan funciones extras más potentes que los productos de cuidado diario no hacen y deben estar incluidas en nuestra rutina semanal.
17.- Utilizar los mismos productos todo el año.
La piel, según cada temporada, tiene unas necesidades que debemos suplir con los productos tanto de limpieza como de tratamiento, no es lo mismo cuidar una piel en invierno con un frío extremo en el que deberemos reforzar el manto lipídico con texturas más untuosas que nos protejan de las bajas temperaturas a estar en verano que la piel suda y que necesitamos productos más ligeros pero que sean ricos en ingredientes activos de altas concentraciones para que nos cuiden la piel.
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