En los últimos años, las llamadas zonas azules han dado mucho de qué hablar. Cinco territorios en el mundo con las personas más longevas de todo el planeta, la esperanza de vida es la más larga del mundo y donde se reducen considerablemente los índices de enfermedades coronarias, de cáncer y de demencia senil.

Algunas de estas zonas azules son islas o aldeas remotas en la montaña, mientras que otros no podrían ser más urbanos ni estar mejor conectados con la vida moderna.

Sin embargo, según Dan Buettner, el experto en longevidad por excelencia, en todos estos lugares, aunque por caminos distintos, han dado con una fórmula mágica para llevar vidas más felices, activas y largas.

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Porque aunque pensemos que la longevidad es algo que no está en nuestra mano, el experto viajó por todo el mundo con el fin de demostrar que "solo un 20% depende de los genes, el 80% restante es algo más". Y de todos los pequeños secretos que ya conocemos, uno de los principales factores que beneficia la esperanza de vida es la alimentación.

Todos sabemos que la alimentación es fundamental de cara a mantenernos saludables, obtener energía y, sobre todo, estar en forma. Sin embargo, el experto en longevidad ha puesto sobre la mesa la probabilidad de que ciertos alimentos, además de contribuir a todo lo anterior, pueden ser los responsables de una vida centenaria. 

Y a pesar de que sean cinco territorios los que engloben a las zonas azules, en un rincón escondido de Nicoya, Costa Rica, es donde Buettner encontró lo que para él fue el desayuno más saludable del mundo, el cual tiene dos ingredientes básicos: frijoles y masa de maíz.

El desayuno más saludable del mundo

Lo cierto es que en países como España, los frijoles y la masa de maíz no forman parte de los desayunos típicos. De hecho, preferimos a optar por la bollería y las tostadas con huevo antes que las legumbres, que son más habituales en otros países del mundo, como Costa Rica.

Cada mañana, en Nicoya, los hornos de barro ponen a hervir calderos de frijoles picantes. En otra zona de la cocina, sus habitantes preparan las tortillas de maíz tratadas con ceniza de madera que facilitan la absorción de niacina y aminoácidos esenciales. 

Esas mismas tortillas son las que colocan sobre un plato de arcilla caliente, donde se expande hasta convertirse en un disco hinchado que colapsa en una tortilla perfecta. Pero no termina ahí.

Tortillas de maíz. Istock.

El relleno de las tortillas es igual de importante. Esos mismos frijoles son los que mezclan con cebolla, pimientos rojos y hierbas locales. Esta combinación la cocinan lentamente, durante aproximadamente una hora, hasta que las habichuelas estén tiernas. Una vez conseguido, las mezclan con arroz. 

Además, los habitantes de Nicoya no realizan esta mezcla todos los días, sino que dejan preparada una gran cantidad de sopa de frijoles de la cual disfrutan durante toda la semana.

Un secreto de longevidad

A pesar de que la receta no sea nada más que tortillas de maíz rellenas de frijoles, lo cierto es que más allá de las propiedades de ambos ingredientes, lo que observó el experto en longevidad fue el modo de preparación.

La ceniza de madera, con la que es preparada la tortilla, rompe las paredes celulares del maíz, haciendo que la niacina (una vitamina B que desempeña un papel en la señalización celular y la reparación del ADN) esté disponible y libere aminoácidos para que el cuerpo pueda absorberlos.

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De por sí, las tortillas de maíz son una excelente fuente de carbohidratos complejos integrales de bajo índice glucémico, además, los frijoles negros son una fuente excelente de antioxidantes —antocianinas, en este caso— los cuales limpian el colon, reducen la presión arterial y regulan la insulina. 

La combinación de frijoles y arroz crea una proteína completa, es decir, todos los aminoácidos necesarios para el sustento humano. Los primeros de ellos están llenos de folatos como potasio y vitamina B, mientras que el primero actúa como combustible para el cuerpo.