La doctora Marián García, más conocida como Boticaria García, su nombre en la red social Instagram, es doctora en Farmacia y nutricionista, y colabora con diferentes programas y medios de comunicación, donde habitualmente, al igual que en las redes sociales, ofrece información muy interesante sobre los hábitos de alimentación. Ahora lo ha hecho advirtiendo del error que cometemos en la dieta a la hora de cenar.
Este tiene que ver con la cantidad de comida que se ingiere en la última comida del día, ya que la doctora asegura que el refrán "desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo" tiene mucho de cierto. Aunque cada persona tiene su propia genética, asegura que comer poco al final del día tiene efectos positivos sobre el organismo.
¿Por qué hacer una cena ligera?
Una cena ligera es fundamental para poder mantener un peso estable y descansar bien por la noche, ya que gracias a ella es posible facilitar la digestión y hacer que el organismo se encuentre en mejores condiciones para poder descansar.
Para que una dieta sea equilibrada es necesario incluir al menos dos raciones de frutas y hortalizas, siendo una de ellas aportada a la hora del almuerzo y la otra en la cena. De las 2-3 piezas de fruta que se recomienda tomar, una de ellas se puede incluir en la cena.
Por otro lado, las proteínas no deben suponer más de dos raciones de la ingesta diaria calórica, pudiendo optar a la hora de la cena por el consumo de carne o pescados poco grasos o bien huevos y fuentes proteínas vegetales como tofu o soja, acompañados de cereales o féculas con fibra como panes integrales, arroz, pasta o legumbres, siempre y cuando no se hayan consumido en exceso durante la hora del almuerzo, y en una cantidad moderada.
Las cenas deben aportar un contenido calórico moderado, además de evitar que haya un exceso de grasas, siendo aconsejable también evitar alimentos hipercalóricos, ricos en azúcar y los tan habituales precocinados.
En su lugar, para poder disfrutar de una cena que sea ligera y completa al mismo tiempo, se puede optar por la ingesta de crema de calabacín, merluza a la plancha, ensalada, verduras al vapor con tiras de pollo, un revuelto de espárragos trigueros, etcétera. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que las calorías variarán en función de las características de cada persona (altura, edad, peso…) además de la cantidad de ejercicio físico realizado a diario y las propias condiciones de salud.
Además de lo anterior, se recomienda cenar al menos dos horas antes de acostarse. A pesar de que haciéndolo así pueda volver a aparecer el hambre, en estos casos se podrá tomar un pequeño tentempié durante este periodo.
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Con una cena ligera y temprana se puede disfrutar de distintos beneficios, ya que además de poder disfrutar de mejores digestiones, contribuye a prevenir el insomnio, a lo que hay que sumar sus beneficios metabólicos. Cuando se come unas horas antes de irse a dormir, hay menos riesgo de sufrir síndrome metabólico, puesto que el organismo tiene tiempo suficiente para poder absorber los nutrientes en el sistema digestivo.
De igual manera, también ayudará a prevenir la acidez que podría sufrirse si se va para la cama justo después de cenar, y se podrá disfrutar de más energía al día siguiente. Mientras se descansa en las noches tiene lugar un proceso de reparación de músculos y una desintoxicación de órganos vitales que, sumado al descanso del corazón y cerebro, ayuda a afrontar en mejores condiciones el día siguiente.
¿Es bueno o malo saltarse la cena?
Para poder mantener el organismo en perfecto estado es imprescindible aportar a nuestro cuerpo todos los nutrientes necesarios, pudiendo así completar todas las tareas y actividades que forman parte de nuestro día a día. A pesar de que muchas personas sean conscientes de ello, aún hay quienes se saltan comidas o cenas, ya sea por falta de tiempo o por dietas.
La práctica de saltarse la cena está muy extendida, sobre todo por quienes consideran que de esta manera podrán conseguir una pérdida de peso. Sin embargo, la realidad es que tiene consecuencias para la salud y que puede llegar a suponer un riesgo si se salta de forma frecuente. Más allá de quienes siguen un ayuno intermitente, hay usuarios que han convertido el saltarse la cena en un hábito, lo que es considerado por los expertos como una mala decisión.
Aunque la opción de no cenar es viable, sólo podrá llevarse a cabo cuando la persona haya logrado respetar los ciclos de hambre y saciedad durante el día, de forma que cuando llegue la noche no se sienta hambre. Si el cuerpo no nos pide comer, no hay que sentirse obligado a comer, ya que de esta forma nuestro propio organismo nos indica que no lo necesitamos. En este caso lo importante sería suplir la cantidad de proteínas y nutrientes necesarios durante el día para que saltarse la cena no afecte al rendimiento.
Sin embargo, también puede darse el caso de que el cerebro haya dado prioridad a otras cosas, como sucede cuando estamos muy ocupados, y que luego, por la mañana al despertar o incluso de madrugada se sienta una sensación de hambre mayor a la normal, ingiriendo cualquier cosa, lo que habitualmente se asocia con la adopción de malos hábitos alimenticios.