La toma de decisiones y la coordinación entre la vida familiar y laboral pueden suponer un esfuerzo mental al que muchas veces no sabemos poner freno y que acaba afectando gravemente a la salud.
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Varios estudios afirman que muchas mujeres han padecido el síndrome de la mujer agotada en algún momento de su vida, aunque cabe recalcar que no se trata de una enfermedad ni tiene ninguna causa biológica.
Su aparición se debe, principalmente al entorno de la mujer y cómo esta se relaciona con él. Muchas veces compaginar el entorno laboral, familiar y doméstico puede acabar desequilibrando nuestra balanza mental y emocional.
Aunque cada vez esté menos estigmatizado, las mujeres solemos adoptar un rol en las tareas domésticas de manera instintiva y sin mutuo acuerdo. Nos solemos cargar ese peso en los hombros sin ayuda de nadie.
Sin darnos cuenta, asumimos otras tareas que se acumulan a la carga emocional que ya llevamos y que nos parece que nadie sabe valorar realmente. Además, muchas veces, se junta la necesidad de ser excelentes en cada tarea realizada, lo que suma al agobio.
¿El resultado? Acabar agotada, sin apenas tiempo para dedicarte a ti misma y con la sensación que la carga de trabajo no se va a terminar nunca.
Muchas veces las afectadas son las madres trabajadoras, que deben entregarse laboralmente y a sus hijos o las mujeres que tratan de compatibilizar el trabajo y los estudios. Lo peor es que, en muchas ocasiones, el problema se ignora por completo, porque no se ve como un problema.
Algunos de los síntomas son fatiga, agotamiento, ansiedad, irritabilidad, frustración, tristeza, depresión, estrés, e incluso problemas a la hora de mantener relaciones por falta de ganas.
¿Quieres reducir estos síntomas? Lo principal es consultarlo con alguien cercano o con algún profesional que pueda ayudarte. Además, puedes adquirir hábitos saludables que incorpores a tu rutina y que te ayuden a la hora de organizarte las tareas a realizar.
1. Ten claras tus prioridades
Hacer una lista según te despiertes puede ser muy conveniente para organizar tu día y tener claras tus prioridades. En la parte de arriba de la lista puedes colocar las tareas más urgentes y que debes hacer obligatoriamente en el día de hoy, por orden de importancia.
Cuando taches las cosas importantes de la lista, te sentirás muy aliviada y podrás decidir sobre cuando harás el resto de tareas sin necesidad de presionarte.
2. Tú no puedes con todo
Muchas veces nos cuesta pedir ayuda y esto no aporta en absoluto al círculo vicioso del agotamiento. De hecho, lo fomenta. Por eso, lo mejor es que algunas de las tareas las delegues a tus seres queridos cuando te sientas desbordada. Te dará algo menos en lo que pensar y a ellos les alegrará verte más aliviada.
Además, es bueno expresarse con los demás sobre cómo una se siente. Esto te permitirá abrir los ojos a ciertas realidades u obtener nuevos puntos de vista que no habías considerado anteriormente, además de aliviar parte del peso emocional.
3. Las distracciones no siempre son malas
Aunque tu trabajo o tu familia puedan suponer tu prioridad tu número 1, también necesitas distraerte y centrarte en ti misma.
Ocupar tu tiempo libre con un paseo al exterior, un hobby relajante o, aunque sea, diez minutos de autocuidado antes de irte a dormir, como ponerte una mascarilla o pintarte las uñas no hacen daño a nadie.
También es importante desconectar para conectar y olvidarte de los dispositivos móviles y las notificaciones en tus ratos libres. Esto despejará tu mente y te ayudará a estar más activa.
4. La imperfección forma parte de tu vida
Es normal que no llegues a todo en todo momento, al igual que es normal que si lo haces, no todo resulte perfecto. La imperfección te acompañará irremediablemente durante toda tu vida y lo mejor es aceptarla como compañera en cuanto antes.
El grado de perfección en la realización de tareas no te determina como persona y puedes permitirte cometer errores. ¡No se acabará el mundo!