Juan Carlos Gutiérrez es el abogado del líder opositor venezolano Leopoldo López, que en septiembre fue condenado a cerca de 14 años de prisión, considerado culpable de instigar las protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro en febrero del año pasado que se saldaron con 43 muertes en todo el país.
Pese a que afirma ser acosado por las autoridades, Gutiérrez reside en Caracas con su familia. La semana pasada pidió a la Corte Penal Internacional que investigara al Gobierno venezolano por supuestos “crímenes de lesa humanidad”.
¿Ha considerado alguna vez el exilio?
No, en absoluto. Tengo deberes que cumplir, especialmente con Leopoldo López. No puedo descansar hasta que recuperen su libertad él y los restantes presos políticos y también que retornemos a un sistema de justicia que realmente sea autónomo, independiente e imparcial, como lo ordena nuestra Constitución. Queda mucho por hacer en Venezuela. Y, sobre todo, la situación de Leopoldo López tiene que cesar. Su detención, más que arbitraria, ha sido tortuosa.
¿Cómo son sus sesiones con Leopoldo en la cárcel?
Lo veo dos veces por semana. Siempre tengo dos sesiones de trabajo con él. Permiten una hora como tiempo máximo de entrevista.
El local no solamente es cerrado sino que tiene micrófonos y cámaras. No hay respeto al derecho de confidencialidad abogado-cliente. Y las notas de mi defensa son revisadas por oficiales militares, a pesar de que son documentos confidenciales. Son revisados cuando entro y cuando salgo. Eso es ilegal. Siempre lo critico y siempre lo denuncio. Y lo ha denunciado incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, también las Naciones Unidas.
¿Y esto ocurre en todos los casos o sólo en el de Leopoldo López?
Eso ocurre nada más en el caso de Leopoldo López. Con otros presos que he defendido no he sentido la misma presión y tampoco he sentido la misma agresión por parte del Estado en cuanto a la violación de los derechos.
¿Se siente vigilado?
Absolutamente vigilado. Con seguimientos y tomas de teléfono. Eso ya forma parte de la rutina diaria de nuestro trabajo.
Hay una anécdota un poco graciosa. Una vez estaba en mi despacho trabajando y recibí una llamada telefónica con amenazas y gritos muy soeces, muy toscos. Y yo estaba tan involucrado en lo que estaba haciendo que tomé el teléfono y le dije 'estoy muy ocupado, llámame más tarde y conversamos'.
Fue una reacción intuitiva. ¡Y era una amenaza de muerte! No me lo tomé a chiste, pero mi reacción instintiva fue pedirle que me llamara luego cuando acabara de trabajar. Lamento mucho que no me haya llamado. Me hubiese gustado que me llamara y poder sentarme a razonar con la persona que me amenazaba de muerte.
Se ha convertido en algo tan frecuente que lo ha internalizado.
Ya deja de tener elementos disuasivos.
¿Y cómo está Leopoldo?
Leopoldo está en una suerte de nirvana. Se ha dedicado a la lectura profunda. Se ha dedicado al desarrollo de su religiosidad. Y, en las condiciones en que está, tiene un lugar para hacer ejercicio. Está delgado pero está fuerte, intelectualmente desarrollado y espiritualmente fortalecido. Y por eso me gusta verlo, porque lo veo en un perfecto equilibrio, con una gran seguridad de que va a lograr su libertad.
No va a ser un vengador. No hay ánimo de venganza a pesar de las torturas que ha sufrido, a pesar de sufrir la injusticia de las violaciones de derechos humanos. Eso me gusta. El deber que tiene él con el pueblo de Venezuela está por encima de cualquier sentimiento negativo.
Ahora que el fiscal Franklin Nieves ha admitido que defendió pruebas falsas en el caso contra Leopoldo, ¿cree que saldrá pronto de prisión o que, al menos, pasará a arresto domiciliario como otros líderes opositores?
Hemos incorporado las declaraciones de Nieves a nuestro expediente [de apelación]. De igual manera, han sido incorporados los dichos de la perito principal de la Fiscalía, Rosa Amelia Azuaje, quien en el juicio certificó que el discurso de López, desde el punto de vista lingüístico, semiológico, no era violento, no contenía un llamado expreso a instigar a nadie a cometer ningún delito.
Existen normas de derecho penal que han sido aplicadas erróneamente. Y los documentos son absolutamente sólidos e irrebatibles y tienen que permitir, en buen derecho y en justicia, que se produzca la liberación de López. Estamos dando la oportunidad histórica a los jueces de la Corte de Apelaciones de Caracas de que se demuestren a sí mismos, al pueblo de Venezuela y a la comunidad internacional de que sí existe un sistema de justicia confiable en Venezuela. Y si no lo hacen, entonces estaremos condenando no solamente a Leopoldo López sino que estaremos condenando al país entero.
¿Ha empeorado la situación de la justicia y los derechos humanos en Venezuela desde las manifestaciones contra el Gobierno del año pasado?
Absolutamente. Eso lo puedo certificar. Se ha incrementado la falta de autonomía e independencia a lo largo del año 2013-2014, que estamos denunciando ante la Corte Penal Internacional.
Ese es el empleo de manera sistemática, organizada, jerárquica de un aparato del Estado para neutralizar cualquier foco de disidencia, crítica y protesta que se haga en contra del Gobierno. Y para eso se utiliza el sistema de justicia, que debería ser autónomo y dirigido a velar por los derechos humanos y la legalidad.
¿Teme que le ocurra a usted algo?
Es posible, cualquier cosa puede suceder. Lo único que te digo es que no tengo miedo. Porque nuestro amor por Venezuela es más grande que cualquier sensación de miedo que puede infundir el Gobierno. Nuestro deseo de justicia debe ir por encima de nuestra vida.