“Mauricio es una persona estricta con los horarios. A las siete y cuarto de la mañana está acá para hacer gimnasia. Antes venía todos los días pero en la campaña viene cuatro días por semana”, confía Alejandro Petit, dueño de “Ocampo Wellness” y amigo de Mauricio Macri, elegido en segunda vuelta electoral presidente de Argentina.
El club deportivo está emplazado en un extremo del barrio Parque, el rincón más aristocrático del distrito de Palermo, en Buenos Aires. El paisajista francés Carlos Tahys lo diseñó en 1912. Aún conserva las callejuelas de piedra y zigzagueantes, más vistosos jardines y árboles que estallan multicolores durante la primavera austral. Es un vecindario con glamour, ordenado y en silencio, algo insólito para una megapolis caótica y ruidosa como es Buenos Aires. Habitado por multimillonarios en residencias de estilo europeo y diplomáticos en palacios de embajadas, la de España, entre otras.
Algunos de los vecinos ricos y famosos son Franco Macri, patriarca del clan y magnate del holding económico familiar, Mirtha Legrand y Susana Giménez, divas de la televisión, y Carlos Bianchi, entrenador de fútbol que ganó la Copa Intercontinental al Real Madrid en 1999 con Boca Juniors.
Este es el sitio de toda la vida de Macri, el liberal que lideraba la oposición al kirchnerismo. Sorprendió a todos en la primera vuelta, el 25 de octubre pasado, al quedar a tres puntos (34,15% a 37,08%) del candidato oficialista Daniel Scioli, nominado a dedo por la presidenta Cristina Fernández para que prolongue los 12 años de kirchnerismo en la Casa Rosada.
En la recta final de la campaña, sin embargo, la tendencia de preferencias del electorado al parecer se ha invertido de manera decisiva y Macri fue creciendo hasta alcanzar la presidencia del país.
El dueño del club cuenta a EL ESPAÑOL que Macri “viene acá a descargar tensiones, igual que hacemos todas las personas que tratamos de tener una vida mejor”. “Desde chico él tiene muy inculcado lo importante del deporte”, explica. Y confía que “sobre todo hace ejercicio aérobico: bicicleta y pilates”. “Todas las mañanas rigurosamente viene al gimnasio y después se va a trabajar al gobierno de la ciudad (alcaldía). Arranca a las 9 con las reuniones y al funcionario que no llega puntual a esa hora le cobra multa”, revela sobre la rutina del nuevo presidente.
En otras épocas Macri no jugaba mal al fútbol e incluso soñó con llegar a profesional en el club de sus amores, Boca Juniors. “Como cualquier hincha fanático tenía la ilusión de ponerse la camiseta azul y oro. Pero no fue posible y entonces se acercó a Boca y llegó a ser su presidente”. “Cuando juega a algún deporte a Mauricio no le gusta perder a nada, ni a las bolitas (canicas)” recuerda Petit. Y pone de ejemplo, entre risas, que “una vez jugábamos juntos un partido de tenis dobles y perdimos, me insultó durante todo el partido”.
El “Ocampo Wellness” cuenta con socios de vida acomodada. La cuota mensual asciende al equivalente a 200 euros por mes, aunque Macri ha sido eximido de pagar por gentileza de la casa. “Más que un nuevo modelo de gimnasio, es un Centro de Bienestar, Calidad de Vida, Entretenimiento, Salud, Socialización y Estética”, vende la publicidad institucional.
En efecto, además de moverse y sudar, los socios se vinculan y relacionan con pares de su misma clase social. Macri (56 años) se reencontró por ejemplo con Juliana Awada, una empresaria de la moda, 10 años menor que él. Ya se tenían vistos de fiestas sociales y eventos. “Un día Mauricio la llamó por teléfono y empezaron a salir”, destapa Petit. Aquel noviazgo desembocó finalmente en boda. Macri y Awada, ambos con matrimonios anteriores e hijos, llevan varios años casados y tienen una hija de cuatro años. Se mudaron a un piso, en un edificio antiguo sobre la avenida Libertador.
En las calles del barrio Parque hay apostado un policía federal o vigilante privado en cada esquina, probablemente tenga la mayor densidad de uniformado por metro cuadrado de toda Argentina. Permanecen atentos a lo que pasa y no quitan la vista de encima a los paseantes. 4Al adentrarse a caminar por sus aceras y animar al vecino a la charla, unos pocos se atreven a dar testimonios pero prefieren no revelar sus apellidos. “La gente cuenta que de joven Macri sacó bastante provecho al barrio y sus bellas jovencitas: dicen que era muy picaflor y tuvo varias novias”, cuenta Daniel.
Hay mansiones que parecen campos de concentración del Tercer Reich alemán luciendo sus cercas coronadas con alambre tejido electrificado. Y sólo un pequeño cartel de color amarillo advierte del peligro de quedar electrocutado si uno se atreve a saltar al interior.
“Este es un barrio muy tranquilo, todos viven de puertas adentro en sus casas”, dice Ramona, un ama de llaves vestida de uniforme celeste que sacó a pasear a dos caniches.
- “¿Nunca hablan entre los vecinos, ni siquiera se piden prestada una cebolla o una taza con azúcar?”, pregunta este corresponsal.
- “¡Ah, eso sí! Pero entre nosotros, los empleados”, asegura.
De repente pasa andando una patrulla de cuatro policías federales, luciendo rigurosos uniforme azul y botas negras. Dos perros de raza pastor alemán marchan por delante. Los animales caminan como pueden, cogidos del cuello con lazo tenso, la boca inmovilizada con bozal y colgando la lengua.
“Macri me aumentó 400% la tasa municipal, ahora pago cinco mil pesos (450 euros) al mes”, se queja otro vecino, Mariano Tomás, parado en la acera de su mansión, junto a su lujoso coche cupé Audi. De todos modos en barrio Parque se advierte un clima de triunfo. Hay mayoría de hinchas de Boca, que ganó este año la liga –de varias ventanas cuelga la bandera del club - y, a la vez, forofos macristas. “Estamos muy contentos de que Mauricio vaya a ser el nuevo Presidente, porque tiene mucha capacidad”, confiesa Petit. Y opina que “es lo mejor que le puede pasar a Argentina, va a venir el cambio de aire”.
Scioli ha intentado remontar la cuesta abajo atacando a Macri. “Es un creído de barrio Parque”, disparó en el cierre de campaña. Y ha azuzado el miedo al neoliberalismo. “Hay dos opciones: la del demonio del capitalismo salvaje que representa Macri, y nosotros, la base fundacional del peronismo”, afirmó.
Él, sabiéndose en ventaja, optó por no entrar a la provocación. "No peleemos, reservemos la energía para construir" pontificó. Y llamó a los electores a dar vuelta al kirchnerismo y "soñar sin miedo" para "sacar al país adelante". "Quiero ayudarlos a que estén un poco mejor", prometió sin dar precisiones de cómo lo hará.
Por primera vez en un siglo de democracia, un liberal del centroderecha es el nuevo Presidente de la República, toda una novedad para este país que lleva 70 años bajo la hegemonía del populismo peronista, desde 1945. Con ello, los argentinos habrán estrenado una nueva opción, lejos de escoger un peronista o un radical centrista, del partido Justicialista (peronismo) o la Unión Cívica Radical, las dos fuerzas del bipartidismo que en el siglo XX anduvieron a trancas y barrancas, apoyando golpes militares una contra otra.