Pimpinela ha pasado de moda pero su impronta perdura en la política de Argentina. El dúo se zambulló en las recientes presidenciales cantando en los mítines del kirchnerismo. Y contagió al parecer con sus peleas a los presidentes saliente y entrante, la peronista Cristina Fernández y el liberal Mauricio Macri.
Ambos anduvieron a la gresca en la transición, que culmina este jueves, representando un show similar a los hermanos Galán. La rencilla fue por el sitio en que debían traspasar el mando, en verdad un acto protocolar. Sólo se trata de colocar la banda y entregar el bastón. Pero en un país presidencialista como Argentina adquiere un sentido especial.
Para Fernández, el sitio obligado era el Parlamento "como manda la Constitución", que en realidad sólo establece que allí se hace la jura. En cambio, Macri exigía que se respetara la costumbre que viene del siglo XIX y se hiciera en el salón blanco de la Casa Rosada.
Aunque es abogada, la presidenta saliente pareció ignorar el artículo 91 de la Constitución. Esa norma dispone que "al tomar posesión de su cargo, el presidente y vicepresidente prestarán juramento, en manos del presidente del Senado y ante el Congreso reunido en Asamblea". Así, la ley es clara sobre dónde debe realizarse el juramento, pero no dice nada del traspaso.
Desde fines del siglo XIX hasta 2003 los cambios de gobierno siempre se llevaron a cabo en el salón blanco de la Casa Rosada, especialmente construido para ello. Pero Néstor Kirchner (2003-2007) mudó esa ceremonia al Parlamento porque recibió el mando de un presidente provisional, Eduardo Duhalde.
A Macri le apetecía volver a la tradición asumiendo el poder frente a la Plaza de Mayo, el escenario tradicional de la vida política nacional desde la colonia española. Allí se inició en 1810 la revolución que terminó con la independencia de España.
La desavenencia de Kirchner y Macri, que para la opinión pública parecía una nimiedad, fue creciendo y se convirtió en un inédito choque con acusaciones. "Está claro que la presidenta no quiere colaborar, en vez de salir por la puerta grande elige salir por la puerta chica", disparó Macri.
Kirchner reaccionó de inmediato, reveló que él le hizo una llamada para hablar del asunto y lo acusó de "maltrato" machista. "La autoridad -no la imagen- no se logra en una ceremonia de trasmisión de mando y mucho menos gritándole a una mujer por teléfono", contraatacó.
El primogénito presidencial, Máximo, salió a fustigar a Macri. "Estuve al lado de Cristina (y fui testigo de) el trato dispensado por el presidente electo; no son cuestiones personales, es una falta de respeto a aquellos que han votado a Cristina dos veces. La falta de humildad es mala", sentenció.
En medio de la accidentada transición quedó, despistado, el orfebre Juan Carlos Pallarols, artesano que hizo el bastón presidencial. Este hijo de catalanes se sumó a la polémica al advertir que, si no había acuerdo, él llevaría la pieza al pie de la Virgen de Luján, patrona de Argentina.
También terció en el asunto el notario de la Presidencia, Natalio Etchegaray. Y recordó que "la normalidad, la tradición" es que el traspaso de "banda y bastón" del presidente se haga "en la Casa Rosada". Pero aclaró que "no es un problema legal" sino "de buenos modales" entre Fernández y Macri.
Harto de que las conversaciones reservadas no prosperaran, Macri puso un recurso de amparo. Y la juez María Servini de Cubría -la misma de la causa contra el franquismo- resolvió que Macri será presidente desde la hora cero del jueves. Con esa medida, el mandatario entrante dispone lo que quiere.
Fernández no soportó la afrenta y actuó en plan adolescente. Mandó al jefe de la agencia de inteligencia AFI, Oscar Parrilli, a confirmar el desplante que todos veían venir. "No están dadas las condiciones para que la Presidenta asista al Congreso" a la jura de Macri, comunicó el funcionario a la prensa.
Y exageró, una vez más poniendo a los kirchneristas en situación de víctimas. "Es un hecho de gravedad institucional. Habrá vacío de poder durante 12 horas. Esto es un golpe de Estado...", alertó.
Así, Cristina Fernández se convierte en la primera presidente saliente de Argentina que estará ausente en la ceremonia del traspaso de gobierno. Y evita así entregarle los atributos del mando -la banda y el bastón- al político que la venció en las urnas, una derrota que no termina de tragar.
En su último día de gobierno inauguró un busto de su predecesor y esposo, Néstor Kirchner, fallecido en 2010, en la Casa Rosada. Sus seguidores la acompañaron vivándola a gritos y aplausos, sin registrar el revés electoral.
Muchos militantes de la agrupación "La Cámpora", fundada por Máximo, ahora convertido en diputado, la despidieron. "Es muy sano para la democracia que después de mucho tiempo haya gente que quiere despedir a la presidente" dijo Fernández.
Conflicto en las redes sociales
Antes de marcharse, dispuso quedarse con la cuenta oficial de la Casa Rosada difundida a través de la red social Twitter. De "@CasaRosadaAR" pasó a llamarse "Casa Rosada 2003-2015", en la red de los 140 caracteres. E incluirá los mensajes y discursos que dio el matrimonio presidencial en sus tres gobiernos, de 2003 a 2015.
También en el último momento nombró a decenas de embajadores y firmó decretos de traspasos millonarios de fondos a las provincias con gobernadores peronistas fieles a ella. La red Twitter se lo ha hecho sentir: esta semana la etiqueta #CFKverguenzamundial encabezaba la tendencia en la red social.
El símbolo del fin de época estuvo a cargo del ex secretario general de la Conmebol José Luis Meiszner, que tiene pedido de busca y captura por la justicia de los Estados Unidos en el escándalo de corrupción en la FIFA. Hasta ahora gozaba del respaldo del jefe de gabinete de Kirchner, Aníbal Fernández, pero ayer se entregó en un juzgado de cara a la extradición a Washington.