Antes lo intentaron, sin éxito, el presidente francés, François Hollande, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, o incluso su antecesor, Mario Monti. Ahora el único que se atreve a plantar cara en la Unión Europea a la canciller alemana, Angela Merkel, y a las políticas de austeridad que abandera es el primer ministro italiano, Matteo Renzi. Lo hizo la semana pasada en la última cumbre del año delante del resto de líderes europeos y acaba de recurrir al mayor altavoz disponible en Bruselas, el periódico Financial Times, para amplificar sus críticas y acusar a Merkel de alimentar el populismo.
“No sé lo que va a pasar con mi amigo Mariano (Rajoy), pero sé que los que han estado en primera línea de ser los aliados fieles de las políticas de rigor sin crecimiento han perdido su trabajo”, asegura Renzi, que cita los casos de Grecia, Portugal o Polonia. “Tengo estima por Angela, tenemos una excelente relación personal (...) Pero hemos de ser francos: Europa debe servir a los 28 países y no sólo a uno”, señala. La entrevista en el FT ha tenido un amplio eco en la prensa alemana, que la interpreta como el mayor ataque directo de los últimos tiempos al dominio de Alemania en la UE. Hasta ahora Merkel no ha entrado al trapo y ha dicho que ve “normal” que haya diferencias de opinión.
Estos son los cuatro frentes de la guerra que Renzi ha iniciado contra Merkel:
1.La oposición a las políticas de austeridad
La última ofensiva del primer ministro italiano contra Alemania se inició tras la victoria del Frente Nacional en la primera vuelta de las elecciones regionales francesas. “Europa debe cambiar (...) Sin una visión estratégica, sobre todo en cuestión de economía y crecimiento, las fuerzas populistas van a ganar”, escribió Renzi en su cuenta de Facebook el 7 de diciembre. En los últimos siete años, la austeridad de la UE “no ha producido resultados positivos”, mientras que las políticas expansivas promovidas por el presidente estadounidense, Barack Obama, sí han logrado impulsar el crecimiento y reducir el paro, alega el primer ministro italiano.
Renzi se ha anotado como victorias propias el programa de compra de deuda pública del Banco Central Europeo y la flexibilización de las normas presupuestarias de la UE propuesta por la Comisión de Jean-Claude Juncker. Y esgrime que Italia tiene derecho a plantear este debate ahora porque “está entre los pocos países que respetan todas las reglas” y ha hecho muchas reformas, por ejemplo en el mercado laboral o la ley electoral. Pero la realidad es que el Ejecutivo comunitario emitió en noviembre un dictamen negativo sobre el presupuesto de Roma porque cree que corre el riesgo de incumplir el Pacto de Estabilidad. Bruselas reclama más ajustes en las cuentas de Renzi, sobre todo para rebajar la elevada deuda de Italia (132% del PIB).
2.La doble vara de medir en la UE
Es la crítica que ha lanzado Renzi a raíz del proyecto alemán de duplicar la capacidad del gaseoducto Nord Stream, que transporta el gas ruso directamente a Alemania, esquivando la ruta de Ucrania. El primer ministro italiano censura que Bruselas autorice esta infraestructura cuando hace un año obligó a cancelar una infraestructura similar, el South Stream, cuyo objetivo era conducir el gas ruso hasta Italia pasando por el Mar Negro y Bulgaria. La Comisión alegó entonces que el proyecto no respetaba las normas de la UE. “Me parece increíble paralizar hace un año South Stream y aceptar ahora Nord Stream”, ha resaltado Renzi.
Por primera vez, Alemania se encontró durante la cumbre en una situación de minoría sobre esta cuestión, con el único apoyo de Holanda, algo de lo que se congratuló Renzi. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, se alineó con las tesis italianas por considerar que el Nord Stream II aumenta la dependencia respecto a Moscú. Merkel se defiende argumentando que que se trata de una iniciativa estrictamente “empresarial”, aunque admite que hay que buscar “soluciones en las que Ucrania no quede completamente excluida como país de tránsito”.
La política de la UE respecto a Rusia también es motivo de fricción entre Italia y Alemania. Los 28 acaban de prorrogar otros seis meses las sanciones económicas impuestas a Moscú por su intervención en el conflicto del este de Ucrania. Renzi ha acabado aceptando la extensión pero forzó una discusión a nivel de jefes de gobierno. “Siempre hemos dicho que para combatir el extremismo y el radicalismo necesitamos a Rusia”, insiste el primer ministro italiano.
3.La crisis migratoria
“Italia está respetando sus compromisos, Europa no”. A Renzi no le ha sentado nada bien el expediente sancionador que le abrió Bruselas a principios de diciembre, en el que le acusa de no registrar a los inmigrantes y refugiados que llegan a las costas de Lampedusa y dejarlos seguir su trayecto hacia Alemania, el destino que elige la mayoría. El primer ministro italiano sostiene que ya se toman las huellas al 95% de los llegados. Su Gobierno, alega, aplica la misma política que Merkel definió el pasado mes de agosto: primero la solidaridad y luego la burocracia. Una política que critican muchos socios comunitarios, en particular los países del Este, que consideran que Alemania ha fomentado un efecto llamada.
Para Roma, son la UE y Berlín los que no están cumpliendo su parte. De los 160.000 inmigrantes que debían distribuirse entre todos los Estados miembros para aliviar la carga que sufren Italia y Grecia, hasta ahora sólo se han relocalizado 266. “Estoy seguro de que, en los próximos meses, (las autoridades europeas) escribirán menos cartas a Italia y se dedicarán a resolver los problemas de Europa”, espetó Renzi tras la última cumbre europea.
4.Quién paga la factura de la unión bancaria
Renzi y Merkel también discrepan sobre el tercer pilar de la unión bancaria, la creación de un sistema europeo de garantía de depósitos. La mayoría de países y la Comisión creen que esta medida es imprescindible para estabilizar de forma definitiva el sector financiero y evitar fugas de depósitos cuando un país está en dificultades, como ocurrió con España en 2012 o con Grecia antes del verano. Pero Alemania se resiste a garantizar los ahorros de los ciudadanos de otros Estados miembros. “Italia quiere mutualizar la garantía de depósitos”, dijo Merkel, y “la posición alemana es conocida: lo rechazamos, no lo queremos”.
Italia ha tenido que rescatar recientemente a cuatro bancos pequeños y lo ha hecho obligando a asumir pérdidas a accionistas y titulares de deuda subordinada con el fin de limitar la factura de ayudas públicas. Aun así, Renzi defiende que “la solidez de los bancos italianos es mejor que la de los bancos alemanes”. “Personalmente, si fuera responsable alemán, me preocuparía mucho”, ha dicho.