Arabia Saudí cerró 2015 marcando un macabro récord: 158 ejecuciones, la cifra más alta de los últimos 20 años. Y este sábado estrenó el nuevo año gregoriano anunciando por televisión la ejecución de otras 47 personas acusadas de terrorismo. Entre los ajusticiados estaban supuestos miembros de Al Qaeda, y también el prominente clérigo chií Nimr al Nimr, una voz discordante en el reino suní cuya muerte ha despertado una ira tal que amenaza con exacerbar las tensiones en el país y sus vecinos.
Desde El Líbano e Irak las autoridades han condenado la ejecución y han advertido que tendrá consecuencias. En Irán, el encargado de negocios saudí ha sido llamado a consultas, según Reuters. Y en Bahrein, donde como en Arabia Saudí la minoría chií organiza revueltas esporádicas desde 2011, ya se han registrados disturbios.
Sobre la mayoría de los decapitados en Arabia Saudí, cuya Justicia está supuestamente inspirada en la ley islámica (‘Sharia’) no se escriben noticias. Al menos 70 de los muertos el año pasado eran trabajadores extranjeros, según fuentes de Human Rights Watch (HRW), acusados de asesinato e incapaces de pagar el llamado ‘dinero de sangre’ –la compensación económica requerida por la familia de la víctima para ‘perdonar’ al reo–.
Sin embargo, las ejecuciones de ayer, que se realizaron de manera simultánea en 12 ciudades mediante pelotones de fusilamiento y decapitaciones con sable, pretendían ser un golpe contra el terrorismo. Los muertos, 45 saudíes, un egipcio y un chadiano, eran en su mayoría suníes condenados por un atentados en nombre de Al Qaeda cometidos entre 2003 y 2006; mientras que cuatro de ellos, incluido Al Nimr, pertenecían a la minoría chií y estaban acusados de atentar y matar policías durante las revueltas contra el régimen saudí entre 2011 y 2013.
La minoría chií en el país, que se concentra en el este, en la provincia de Al Qatif, denuncia estar marginada. Pese a asentarse en la zona de mayor riqueza en hidrocarburos y donde se encuentra la mayor terminal de refino y exportación de crudo saudí, la zona ha permanecido olvidada por el gobierno y los chiíes denuncian ser víctimas de discriminación económica. Ademas, los chiíes no pueden ingresar en el Ejército ni trabajar en los ministerios de Interior o Exteriores, entre otros.
Al calor de la llamada Primavera Árabe, en 2011 se produjeron una serie de protestas exigiendo la liberación de nueve personas detenidas sin juicio durante años. Las revueltas fueron fuertemente reprimidas por las autoridades y desde entonces hay disturbios esporádicos.
El clérigo Nimr al Nimr vivió casi diez años en Irán, donde estudió la versión chií del islam, y era imán de una mezquita en la localidad de Auamiya. Él fue uno de los protagonistas en aquellos días de revueltas hasta que en 2012 fue detenido –durante la captura resultó herido por un tiroteo que supuestamente inició él, según las autoridades–. Por su parte, según recogía entonces la agencia AFP, el Centro de Justicia y de Derechos Humanos dijo que las fuerzas de seguridad le tendieron una emboscada.
"Estoy seguro de que mi detención o muerte serán un motivo para la acción", dijo en un sermón en una mezquita antes de su arresto, según DPA.
En 2014 un tribunal saudí le condenó a muerte por incitación al conflicto sectario y desobediencia a los gobernantes del país, tras un proceso que organizaciones como HRW tachan de injusto. El pasado mes de octubre, el Tribunal Supremo confirmó la condena contra el clérigo de 55 años. En aquel momento, los líderes chiíes de Irán, Irak y Líbano advirtieron a Arabia Saudí que su ejecución traería consecuencias.
Las reacciones
Tras conocerse la noticia de su muerte, el portavoz de Exteriores de Irán, país al que Arabia Saudí acusa de incitar y alimentar la revuelta en el este, denunció "la profunda imprudencia e irresponsabilidad" del Gobierno saudí, que -agregó- "pagará duro" esta acción. Según Reuters, un grupo de estudiantes hizo una protesta en la ciudad de ROM en la que marcharon con fotos del clérigo Nimr al Nimr.
El ayatollah Ahmad Khatami, advirtió incluso de que las repercusiones podrían llegar a tumbar al régimen saudí.
En el mismo sentido, Nuri al -Maliki, ex primer ministro de Irak y prominente político con vínculos con Irán dijo que esta ejecución marcará el principio del fin del Gobierno de Arabia Saudí. "Condenamos enérgicamente estas detestables prácticas sectarias y afirmamos que este delito derrocará al régimen saudí igual que la ejecución del mártir Mohammed Baqir [clérigo chiita asesinado en 1980] acabó con Sadam Husein".
Mientras, Humam Hamoudi, destacado político chií y miembro del poderoso Consejo Supremo Islámico de Irak, aseguró que la ejecución del clérigo "sirve al Estado Islámico", según Reuters.
En El Líbano, el vicepresidente del Consejo Superior Chií, el jeque Abdul Amir Qabalan, calificó la ejecución de "grave error" y dijo a través de un comunicado que "podría haber sido evitado mediante la emisión de un indulto real que hubiese contribuido a reducir la tensión sectaria que azota Oriente Medio y a reforzar los lazos de cooperación entre musulmanes".
Por su parte, la ejecución fue calificada de “asesinato” por parte de la milicia libanesa chií Hizbolá en un comunicado emitido por la emisora cercana Al Manar.
Críticas similares fueron lanzadas en Irak por el diputado Mohamed al Sayhud, de la coalición chií gobernante, quien dijo a una televisión local que la ejecución provoca tensión sectaria y "pone la región en llamas", según Efe.
Por ahora se han registrado enfrentamientos entre manifestantes y Policía en Bahrein, donde la minoría chií se encuentra en una situación parecida a la de los saudíes. Los chiíes tomaron las calles en varias localidades después del rezo del mediodía para protestar por la ejecución, lo que derivó en choques con las fuerzas de seguridad, según pudo constatar Efe. La situación en Bahrein es inestable desde febrero de 2011, cuando comenzaron las protestas de la mayoría chií contra la monarquía suní gobernante para exigir reformas políticas.
En la televisión estatal, tras anunciar las 47 ejecuciones y mostrar imágenes de los muertos, emitieron tomas en blanco y negro de atentados terroristas cometidos en el reino. La principal autoridad religiosa, el gran mufti Abdelaziz al Sheij, dijo a la televisión estatal que la ejecución fue "justa y destinada a mejorar la seguridad", según dpa.
Mohamad al-Nimr, hermano del ejecutado, dio por hecho en una conversación con Reuters que la ejecución “provocará la ira de los jóvenes chiíes" pero añadió que espera que toda reacción a su muerte "sea pacífica".