No se puede caer más bajo. Eso vino a decir el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos cuando este jueves evaluó la situación en Alepo, en el norte de Siria, y otras partes del país. “Las partes enfrentadas están sumiéndose constantemente en nuevos agujeros, aparentemente sin importarles lo más mínimo la muerte y la destrucción que están causando a lo largo del país”, dijo Zeid Ra'ad al Hussein.
“Mujeres y niños, ancianos, heridos y enfermos, personas con discapacidad están siendo usados como monedas de cambio y carne de cañón día tras día. Es una situación grotesca”, resumió. La alarma sobre el rápido deterioro de la situación para los habitantes del bastión rebelde, declaró, es "máxima".
Pocas horas después, Estados Unidos y Rusia anunciaron un alto el fuego con muchos matices en Siria para el 1 de marzo, aunque al mismo tiempo reconocieron la fragilidad del acuerdo. De hecho, Rusia advirtió de que podría seguir bombardeando, teóricamente para combatir a los grupos terroristas que no participan en las negociaciones, Estado Islámico y Al Nusra (rama de Al Qaeda en la región).
“Los enfrentamientos están suponiendo una enorme presión sobre los civiles”, ha denunciado desde Alepo también la jefa de Cruz Roja Internacional en Siria, Marianne Gasser. “Las temperaturas son extremadamente bajas y sin el suministro adecuado de comida, agua y refugio, las personas desplazadas están tratando de sobrevivir en condiciones muy precarias”.
El agua corriente ya no funciona en Alepo, una ciudad que llegó a ser la más poblada del país con 3,5 millones de habitantes, por encima de la capital, Damasco, y de la que hoy no dejan de huir los habitantes que quedan.
Si hace escasamente una semana se estimaba en 30.000 las personas que habían huido de los duros enfrentamientos en Alepo de la última semana y media, este jueves la ONU ya hablaba de 51.000. El 1 de febrero el Ejército de Asad comenzó una ofensiva contra el bastión rebelde contando con la ayuda de bombardeos aéreos también por parte del Ejército ruso. Y “la situación ya era desesperada para mucha gente antes de la última [escalada de] la violencia”, según ha manifestado Gasser.
En los últimos días ha llegado comida para unas 10.000 familias, según Cruz Roja, que trabaja estrechamente con la Media Luna Roja del país. También se han enviado tanques de agua al norte de Alepo, donde se estima que viven unos 10.000 desplazados. El acceso a la zona es difícil, pero estas organizaciones esperan poder llevar más ayuda humanitaria, incluidas medicinas, en los próximos días.
300.000 personas más pueden quedarse atrapadas
El Alto Comisionado de la ONU ha advertido de que 300.000 personas corren el riesgo de quedar bajo un estado de sitio en Alepo, una amenaza que el Instituto para el Estudio de la Guerra con sede en Estados Unidos también subraya: “El estado de sitio que se está entretejiendo en Alepo marca una inflexión estratégica en la guerra civil siria”, destaca en su breve informe semanal mundial. El Instituto, que evalúa continuadamente los movimientos de los distintos frentes abiertos en Siria, prevé no sólo que este asedio acabe proporcionando una “posición favorable” a Asad, sino que advierte sobre el posible intento del régimen de someter a los distritos controlados por la oposición a la hambruna a través de un estado de sitio.
Esa es una situación que se produce ya en una quincena de localidades del país, aunque distintos organismos humanitarios han indicado que no es una táctica que esté llevando a cabo únicamente el régimen de Asad. De hecho, milicias favorables a Asad y fuerzas del régimen han roto en los pasados días el estado de sitio de las ciudades de Nubul y Al Zahra, al norte de Alepo, que permanecían sitiadas hasta ahora por Al Nusra (rama de Al Qaeda) y facciones islamistas, ha informado este jueves el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Esto ha permitido la llegada de ayuda humanitaria a su población.
"El hambre deliberada de civiles como método de guerra constituye una clara violación de la ley humanitaria internacional. Puede constituir crímenes de guerra y contra la humanidad", ha advertido el Alto Comisionado. A la vez ha solicitado que los responsables de todas las partes sean llevados ante la justicia.
La “generosidad” de Turquía ya no es igual
Distintos organismos humanitarios denuncian no sólo la masacre que se está cometiendo en la zona, sino también su huida hacia una Turquía que ha puesto fin a su política de puertas abiertas y ahora limita su entrada. La ONG Human Rights Watch (HRW) ha denunciado esta semana que decenas de miles de personas permanecen varadas entre los enfrentamientos en Alepo y la frontera con Turquía, cuyo ministro de Asuntos Exteriores, Mevlüt Çavuşoğlu, dijo el martes que estaba admitiendo a refugiados sirios “de manera controlada”.
El mismo día, la Agencia de Ayuda al Refugiado de Naciones Unidas (Acnur) urgió a Turquía a “abrir sus fronteras a todos los civiles de Siria que huyen del peligro y necesitan protección internacional, como han hecho”. Acnur apuntó que Turquía estaba permitiendo el acceso a algunas personas “vulnerables” y a los heridos. Mientras, los campamentos improvisados de refugiados se propagan por la frontera siria, al impedir su acceso al país vecino a la mayoría de ellos.
“Forzar a la gente a quedarse en una zona de guerra no es la solución al reto de proteger a los sirios que huyen de su país”, ha manifestado HRW. La ONG reconoce que Turquía acoge a unos 2,5 millones de refugiados, “más que cualquier otro país del mundo”. Tanto Acnur como HRW han piropeado la “generosidad” de Turquía para que no cese. Además, Acnur ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para incrementar su apoyo a Ankara, que ha manifestado en anteriores ocasiones sentirse desbordada por la afluencia de solicitantes de asilo.
Este jueves su presidente, Recep Tayyip Erdogan, admitió en una reunión con empresarios la advertencia que había lanzado a los jefes europeos, Jean-Claude Juncker y Donald Tusk, el pasado noviembre, según recoge el diario turco Today's Zaman: “En el pasado hemos parado a la gente a las puertas de Europa, paramos sus autobuses en Edirne. Esto [puede] pasa[r] una o dos veces, y entonces abriremos las puertas y les desearemos un buen viaje”. Después la UE se comprometió a 3.000 millones de euros para que Turquía frenara la llegada de refugiados a Europa.
Cinco años de guerra en Siria se han llevado la vida de al menos 470.000 personas, según un informe presentado este jueves por el think tank Syrian Center for Policy Research, que con esta cifra prácticamente duplica los números que se manejaban hasta ahora de unos 250.000.