El experto en terrorismo del Centro Europeo de Inteligencia Estratégica y de Seguridad, Leandro Di Natala, cree que los atentados contra el metro y el aeropuerto de Bruselas, que han causado 31 muertos y 300 heridos, muestran fallos en los servicios de seguridad belga. Pero avisa de que el problema más importante no es Bélgica sino la falta de coordinación y de intercambio de datos sobre los terroristas entre los estados miembros.
La investigación está desvelando muchas conexiones entre los atentados de París el 13 de noviembre y los de Bruselas, ¿los autores han sido dos grupos coordinados o se trata de la misma célula?
Son parte del mismo grupo yihadista. El supuesto artificiero, Najim Laachraoui, fabricó las bombas para los dos ataques. Él y el yihadista muerto en el barrio de Forest la semana pasada, Mohamed Belkaid, eran parte del grupo que llevó a cabo los ataques del 13 de noviembre en París. Los dos alquilaron apartamentos para que se escondieran los terroristas. Dieron dinero a Hasna Ait Boulahcen, la prima de Abdelhamid Abaaoud (el cerebro de los ataques de París), que murió con él en la redada de Saint Denis del 18 de noviembre.
Definitivamente, podemos decir que son parte del mismo grupo. Pero es un grupo más grande de lo que se había pensado. Porque no son sólo los autores, los terroristas suicidas, sino también las redes logísticas. Y podemos suponer que en las redes logísticas hay al menos 20 ó 30 personas más. La mayor parte de ellas proporcionan cobijo, comida y otros tipos de apoyo logístico.
¿Cuál ha sido el papel de Salah Abdeslam, el terrorista de París detenido el 18 de marzo en Bruselas?
Si se confirma que estaba en el apartamento de Forest objeto de una redada la semana pasada, parece muy probable que formara parte de este plan. O al menos sabía que algo iba a pasar. Pero está claro que la preparación de este tipo de ataque requiere mucho tiempo. No se llevó a cabo para vengar el arresto de Salah Abdeslam.
Pero era importante acelerarlo por el impacto mediático del arresto de Abdeslam en los medios occidentales. Se quería transmitir un mensaje muy importante: que pese a una victoria como el arresto de Abdeslam, los yihadistas podían volver a golpearnos. Además, los terroristas tenían la sensación de estar siendo cercados por la policía. Por ello tenían que actuar rápidamente.
Bélgica se ha convertido en el blanco de todas las críticas por sus fallos de seguridad, ¿están justificadas?
Es muy pronto para saberlo porque hay muchos hechos que todavía no están claros. Pero el hecho de que muchas de esas personas hayan podido regresar de Siria sin ser interceptadas, el hecho de que hayan podido ocultarse durante tanto tiempo tras los ataques de París, indica por supuesto que algo ha ido mal en el trabajo de los servicios de inteligencia belgas. Durante años, el aparato de seguridad de Bélgica ha estado infrafinanciado, con escasez de personal. Tampoco ayuda el contexto peculiar de algunos distritos de Bruselas, en los que la mayoría de la población se siente marginada y no colabora con los investigadores.
Pero también hay una falta de coordinación entre los servicios de inteligencia de otros países europeos. Eso exige pensar en qué debe hacerse no sólo en Bélgica sino en toda Europa. Porque el yihadismo salafista no es una amenaza presente únicamente en Bélgica, sino que, como España, Reino Unido o Francia ya han experimentado, puede afectar también a otros países. No es sólo un problema de los fallos de Bélgica. Es algo a lo que hay que hacer frente de forma más sincronizada, con una legislación más armonizada y herramientas para los investigadores a nivel europeo.
Incluso Turquía ha dicho que envió a Bruselas una alerta sobre uno de los sospechosos, y que los belgas no hicieron nada, ¿cuál es el problema que diferencia a Bélgica de otros países?
En primer lugar, hay que recordar que en el pasado Turquía ha dejado pasar a centenares de yihadistas europeos a través de su territorio para ayudar a los yihadistas que luchan contra el régimen sirio, que considera un enemigo.
El problema es que los potenciales sospechosos son tantos, especialmente en Bélgica, Alemania, Reino Unido o Francia, que es muy difícil vigilarlos a todos sin herramientas adecuadas, sin una nueva legislación que permita mayor vigilancia. No quiero decir que el aparato de seguridad de Bélgica no tenga culpa. Pero está sobrepasado.
Dos de los kamikazes de los atentados en Bruselas son hermanos, los El Bakraui. ¿Por qué es tan frecuente la presencia de hermanos en los comandos yihadistas?
Muchas de estas personas se radicalizan de forma informal, a través de relaciones interpersonales. Necesitan a alguien que comparta sus puntos de vista y en el que puedan confiar plenamente. Por eso es tan frecuente que haya hermanos, como los Tsarnaev en Boston, los hermanos Koachi en el atentado contra Charlie Hebdo, los hermanos Abdeslam el 13-N o ahora los Al Bakraui. Especialmente los dos últimos tienen un pasado de pequeña criminalidad. Crecieron juntos y comparten un código común.
Según han constatado muchos psicólogos y psiquiatras, estos jóvenes tienen personalidades frágiles. En solitario no son nadie, pero al unirse a la yihad se convierten en guerreros sagrados. Entre los yihadistas se les considerará como héroes o mártires, y eso es muy importante para su identidad. Se consideran hermanos, se sienten amados, pero el problema es que consideran a todos los demás como enemigos. Hay factores psicológicos y sociales que hay que tener en cuenta.
Por eso la respuesta no debe ser sólo en materia de seguridad, sino también social. Necesitamos a los gobiernos locales, a los líderes religiosos, para aislarlos por completo y destruir la omertà, el apoyo que les rodea.
Usted hablaba de la falta de coordinación de la UE, ¿qué medidas deben adoptarse para combatir el yihadismo?
A nivel europeo es necesario compartir mucha más información sobre los sospechosos, sobre los posibles terroristas, incluso con controles en las fronteras si es necesario. Es importante, porque algunas veces estos terroristas, como Salah Abdeslam, han sido interceptados por servicios policiales en otros estados miembros pero sin ser detectados. Necesitamos articular una respuesta común.
¿Sería una solución crear un servicio europeo de inteligencia común?
El riesgo no es sólo que sea ineficaz, sino que suponga una nueva burocracia que dificulte el trabajo en lugar de ayudar. Es mejor compartir más información entre los servicios nacionales que ya existen.
Los ministros del Interior piden también más acceso a las comunicaciones digitales, ¿es una medida eficaz?
El uso de programas encriptados es parte del problema, pero no es la única forma en que se comunican las terroristas. Muchas veces se comunican de forma normal. Pero creo que muchas veces, muchos problemas pueden resolverse dando más financiación, más personal y más entrenamiento a las fuerzas policiales y darles las herramientas necesarias para actuar adecuadamente en su investigación.