Reunidos en una gran mesa redonda, los líderes mundiales han celebrado los avances hacia una mayor seguridad nuclear, pero han dejado al descubierto las dificultades para cumplir con la promesa de alcanzar “un mundo sin armas nucleares”, además de reconocer el peligro latente, pese a los progresos, de un ataque terrorista con una bomba que deje miles de muertos.
Barack Obama, anfitrión y creador de la Cumbre de Seguridad Nuclear, que este jueves ha cerrado su cuarto y último encuentro, ha elogiado el trabajo conjunto de los países que han permitido un “progreso significativo” para reducir el riesgo de que grupos como el Estado Islámico o Al Qaeda logren hacerse una bomba nuclear o una “bomba sucia”.
Pero Obama también ha reconocido que “la amenaza de terrorismo nuclear persiste”, y que aún queda bastante trabajo por delante para garantizar la seguridad del material nuclear de programas civiles, en hospitales o universidades, y programas militares en decenas de países para impedir que los terroristas obtengan una bomba.
“No hay duda de que si estos locos llegan a poner sus manos sobre una bomba nuclear o sobre material nuclear, sin duda la usarían para matar a tantas personas inocentes como sea posible”, ha advertido Obama, al abrir el plenario de la cumbre.
“No podemos ser complacientes. Tenemos que construir sobre nuestro progreso”, ha agregado.
Lo escuchaban jefes de Estado, cancilleres y funcionarios de 52 países, incluido Estados Unidos, reunidos en el Centro de Convenciones de Washington, fuertemente vallado y custodiado por la policía local y el Servicio Secreto.
“un mundo sin armas nucleares”
La cumbre fue una iniciativa de Obama para concretar su visión de “un mundo sin armas nucleares” que ofreció en su histórico discurso de Praga, en 2009. Esa agenda, que propuso al inicio de su presidencia, le valió el Premio Nobel de la Paz al año siguiente. Es, desde ya, un objetivo ambicioso, del cual el mundo, en las palabras del canciller de Estados Unidos, John Kerry, aún está “muy lejos”.
“Como indiqué en Praga, la realización de nuestra visión no va a suceder rápidamente, y tal vez suceda en mi vida. Pero hemos comenzado”, ha reconocido Obama, al cierre de la cumbre, en una conferencia de prensa.
Sin RUSIA NI COREA DEL NORTE
Además del arsenal en manos de un puñado de potencias nucleares –sobre todo, Estados Unidos y Rusia–, aún existen unas 2000 toneladas de material nuclear en programas civiles y militares que no está adecuadamente asegurado. Justamente, la ausencia del presidente ruso, Vladimir Putin, ha opacado el encuentro, junto con un abierto desafío del régimen norcoreano de Kim Jong-un, que ha lanzado otro misil de corto alcance al mar, en la madrugada de ayer, en la víspera de la reunión plenaria.
Obama ha omitido a ambos en su discurso, y se concentró en los logros. Ha dicho que la cumbre generó 260 compromisos específicos para mejorar la seguridad nuclear, tres cuartos de los cuales ya se han implementado. Más de una docena de países, entre ellos, Argentina, han eliminado todo su uranio altamente enriquecido, con el que puede fabricarse un arma nuclear. Japón se comprometió a eliminar más de media tonelada de uranio y plutonio altamente enriquecido, el mayor esfuerzo en la historia de la cumbre.
Además, se diseñaron regulaciones más estrictas, más seguridad en centrales nucleares y existe, ahora, una mayor cooperación internacional para prevenir el contrabando nuclear.
Pese al progreso, Obama reconoció que el trabajo por delante aún es “crítico” y “difícil”, y ha pedido a los líderes que mantengan el impulso para continuar desarrollando una “arquitectura” global de seguridad.
La cumbre se ha desarrollado bajo un fuerte hermetismo: la cena de trabajo en la Casa Blanca, antenoche, fue a puertas cerradas. Lo mismo ocurrió con el plenario de la cumbre. Sólo se transmitieron los discursos de Obama y el primer ministro de Holanda, Mark Rutte.