41 kilómetros al sur del Stade de France donde asegura que decidió no explosionarse el 13 de noviembre de 2015, Salah Abdeslam espera ahora en régimen de aislamiento el juicio por los atentados de París que dejaron 132 fallecidos. Es el único que queda vivo de los presuntos terroristas de los ataques en la capital francesa y su detención el pasado 18 de marzo pudo precipitar los ataques de Bruselas.
Permanece encarcelado bajo un régimen de máxima seguridad en la prisión de Fleury- Mérogis en la localidad de Essonne desde el miércoles, cuando otros prisioneros le recibieron entre silbidos según declaró un sindicalista de la prisión a la cadena BMFTV.
Llegó allí sólo unas horas después de su traslado nocturno desde Bélgica a París, donde le habían leído sus cargos: participación en organización terrorista, asesinatos y tentativas de asesinatos en banda organizada, secuestro -por el ataque en la sala Bataclan donde perecieron 90 víctimas- y posesión de explosivos y de armas con objetivos terroristas.
Mientras tanto, ha comenzado su vida en una cárcel “adaptada para hacerse cargo de las personas encarceladas en el marco de asuntos terroristas”, según el Ministerio de Justicia francés. Un equipo de vigilantes y personal “formado para el acompañamiento de personas peligrosas detenidas” controla los movimientos de Abdeslam “con medidas de seguridad elevadas”. El personal que tratará con Abdeslam “ha sido seleccionado especialmente para esta misión”, ha indicado el Ministerio.
Su celda se registra a diario. Además, tiene un dispositivo de videovigilancia, algo que se podrá suspender eventualmente previo estudio complementario.
No puede relacionarse con otros detenidos de ningún modo, por lo que todas las actividades de Abdeslam se llevarán a cabo en el pabellón de aislamiento. Le está permitido dar un paseo de una hora diaria, según Le Parisien. Su aislamiento durará tres meses prorrogables hasta un máximo de dos años, aunque existe la posibilidad de ejercer una medida excepcional y prolongarlo más, informa el diario francés.
Estará solo en un inmenso complejo de 180 hectáreas que puede acoger hasta a 3.800 reclusos, según un reportaje de la BBC que visitó la que es posiblemente la prisión más grande de Europa en el año 2008.
El magistrado instructor debe determinar con quién podrá hablar y qué visitas podrá recibir y la administración controlará todos sus contactos exteriores. Su abogado belga ha calificado al terrorista francés de 26 años como “pequeño imbécil con la inteligencia de un cenicero vacío”, aunque en Francia será el penalista Frank Berton quien lidere su defensa. Berton comentó una visión bien distinta al diario Le Monde tras reunirse con Abdeslam y el abogado belga el 22 de abril que se había encontrado con “un hombre abatido, con una voluntad real de explicarse, tanto su radicalización como sobre el 13 de noviembre y los días anteriores y posteriores”.
Berton es un conocido abogado en ese país, donde ha ejercido la defensa en casos mediáticos como el de Florence Cassez, la francesa condenada a 60 años de cárcel por secuestro y crimen organizado en México que fue liberada ocho años después de su encarcelación por considerar que sus derechos al debido proceso y presunción de inocencia habían sido violados.
Salah Abdeslam fue detenido en Bélgica el 18 de marzo tras conseguir huir de las autoridades. El próximo 20 de mayo comparecerá ante el tribunal de París.