Pasadas más de 36 horas desde que el vuelo que cubría la ruta París-Cairo dejara de emitir su señal en los radares aéreos, las autoridades continúan manteniendo la puerta abierta a todas las hipótesis, incluida la de un atentado. Egipto y Rusia se inclinan claramente más en esa dirección, mientras que Francia y Estados Unidos se muestran más cautos sin descartarla.
Desde que existen las redes sociales, normalmente es cuestión de horas que los terroristas reivindiquen su ataque o incluso que sus seguidores comiencen a hacer ruido antes en las redes celebrándolo, algo que en esta ocasión no ha sucedido, señala Manuel R. Torres, director del curso de especialización en el análisis del terrorismo yihadista que imparte la Universidad Pablo de Olavide (UPO) en Sevilla. “Sabemos que el Estado Islámico (EI), por citar a uno de los sospechosos habituales [en caso de atentado], han mostrado una enorme rapidez en las reivindicaciones [en anteriores ocasiones]. “En el caso del avión ruso que estalló en Egipto no llegó ni a cinco horas”.
Para Torres el paso de tantas horas desde la desaparición del vuelo de EgyptAir que llevaba a 66 personas a bordo (la mayoría egipcios y franceses) “ya es un indicador de que la autoría no va hacia este grupo”.
Señala que Al Qaeda y sus filiales no son tan rápidos en la reivindicación como el EI. Aún así incluso en su caso empieza a ser demasiado tiempo el que ha transcurrido. “Esa es una razón para dudar de la autoría terrorista”, dice.
El consultor de seguridad británico, Simon Palombi, añade una teoría: “De tratarse de un atentado, el paso del tiempo indica que más que ser un ataque planificado por el núcleo de una organización terrorista, sería uno perpetrado por alguien inspirado en una organización”.
Ese seguidor podría ser un lobo solitario o una pequeña célula que se hubiera organizado por su cuenta y riesgo. Palombi cree que probablemente las propias organizaciones terroristas estén investigando si alguien afín a ellas ha podido perpetrar un ataque.
Torres señala otro posible motivo para que -en caso de que fuera un atentado- estuviera tardando tanto la correspondiente reivindicación: “que estuviesen protegiendo las fuentes, alguien que está en huida, darle un margen de seguridad”. Pero advierte de que “si fuese el EI, estaría rompiendo lo que está siendo su práctica hasta el momento”.
Para Torres al paso del tiempo como elemento que ayuda a empezar a disminuir la hipótesis de un atentado se suma la selección del objetivo, en su opinión poco común si se tratara de un ataque de un grupo islamista perpetrado (en este caso sería parcialmente) contra Occidente. “Si uno va a perder la vida en un atentado o va a quemar la carta que tiene de depositar un artefacto en una maleta [o subirse a bordo con un explosivo o arma], elegiría un avión con más pasajeros”, opina. Por otra parte cree que tratándose de un avión que parte de París, lo más lógico en un ataque yihadista sería un vuelo a destinos occidentales como Estados Unidos o Israel.
Torres subraya que todo lo expuesto “no significa que sea imposible” que se trate de un ataque terrorista, pero “se van acumulando una serie de indicios que van teniendo un peso acumulativo” en contra de esa hipótesis. Palombi considera que “no podemos desechar que se trate de un ataque terrorista; especialmente teniendo en cuenta el origen del avión [París] en un país con terrorismo tanto importado como doméstico, y con Egipto como víctima [repetidamente] de atentados en los últimos años”.
Con el hallazgo de los primeros restos en la tarde del viernes, la investigación podrá avanzar, aunque el quid está -como siempre- en las aún desaparecidas cajas negras.
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