Funcionarios de la Seguridad Social, Comercio o Hacienda.
El Gobierno chino recurre a sus propios trabajadores para trolear las redes sociales en lo que parece una “operación secreta masiva” para distraer a la opinión pública y controlarla, revela un estudio de la Universidad de Harvard publicado este viernes.
Se ha venido acusando a Pekín desde hace tiempo de emplear a un ejército de troles para colapsar las redes con propaganda camuflada bajo la apariencia de comentarios de ciudadanos de a pie. Esta armada fue apodada el “Ejército de los 50 céntimos” porque se creía que sus soldados eran civiles contratados por un reducido jornal.
Pero el estudio de Harvard afirma que se trata en realidad de empleados corrientes de la Administración que invierten parte de su tiempo en generar cerca de 500 millones de posts al año a escala nacional, según calculan los autores.
Los investigadores no encontraron indicios de que los troles perciban dinero extra por su labor en internet y sospechan que “esta actividad es un requisito de su trabajo o, al menos, es premiada en las evaluaciones del rendimiento” de los funcionarios.
“Si lo piensas, éste es un procedimiento mucho más fácil de gestionar [que contratar a un equipo]”, dice Gary King, director del Instituto de Investigación Social Cuantitativa de Harvard y uno de los autores del estudio. “Parece sencillo decir 'a cada oficina del Gobierno le corresponde generar un cierto número de publicaciones'”.
La pesquisa se basa en el análisis de más de 40.000 posts creados en 2013 y 2014. Los investigadores estadounidenses recolectaron las publicaciones a raíz de una filtración de correos electrónicos del departamento de Propaganda en Internet del distrito de Zhanggong -en el interior de China- en los que miembros del “Ejército de los 50 céntimos” reportaban sus méritos a la autoridad propagandística.
Los académicos hallaron que el 99% de los posts seleccionados habían sido generados por empleados de centenas de agencias gubernamentales en el distrito de Zhanggong, como la oficina de Seguridad Social y Recursos Humanos, la de Deportes o incluso pequeños municipios de la zona.
Preguntado acerca de si el uso de bots o cuentas automatizadas sería un método más eficiente, King argumenta que “es difícil hacerlo con bots si realmente pretendes hacerlo efectivo”. “¿Cómo creas cientos de miles de cuentas que parezcan distintas, participen y tengan seguidores de muchos sectores distintos de la sociedad? Se podría automatizar, pero exigiría tanta programación manual que tal vez ni siquiera ayudase”, asegura.
Los investigadores estadounidenses revelan también que los troles publican contenido positivo a favor del régimen para, entienden, desviar la atención de los ciudadanos en las redes en vez de enzarzarse en discusiones con ellos. De hecho, la actividad del “Ejército de los 50 céntimos” despunta cuando se producen ciertos acontecimientos, lo que sugiere un “alto nivel de coordinación por parte del Gobierno”.
Uno de los picos ocurrió tras unos disturbios en la región de Sinkiang en verano de 2013. El Gobierno de Zhanggong se envió un correo electrónico a sí mismo -probablemente copiando a sus troles en el mensaje- acerca de lo que calificó como “incidente terrorista”. Horas más tarde, Zhanggong informaba a la Ciudad de Ganzhou -a la que pertenece- de cientos de publicaciones que había creado el “Ejército de los 50 céntimos” sobre temas que no tenían relación con la revuelta. Otro de los momentos de gran actividad, por ejemplo, coincidió con un pleno del Congreso del Partido Comunista chino.
“[Si] todo el mundo puede tener una buena vida, el Sueño Chino se ha realizado”, “bien hecho Ganzhou” o “muchos mártires revolucionarios lucharon con valor para crear la bendita vida que hoy tenemos, ¡respeta a esos héroes!” son algunos de los mensajes que las huestes digitales del Gobierno chino publican en las redes sociales.
Los académicos estadounidenses no estudiaron la efectividad que los troles del régimen tienen en su supuesto propósito de desviar la atención de los ciudadanos. Sin embargo, King afirma que la distracción es probablemente una mejor herramienta que la discusión -antes del estudio se pensaba que los troles se dedicaban fundamentalmente a discutir con los disidentes para contrarrestar sus opiniones. “La gente tiene una atención limitada (…) tiene que haber una cierta efectividad”, apunta el experto. “Es una estrategia mejor que discutir. Si estás discutiendo con alguien en el trabajo y quieres acabar la discusión lo peor que puedes hacer es exponer un buen contraargumento”.
Extrapolando los resultados de la investigación a escala nacional, el equipo de Harvard estima que una de cada 178 publicaciones en las plataformas comerciales en China como Sina Weibo procede de la legión de troles del régimen. Mientras, unos 237 millones de posts generados por los funcionarios chinos irían a parar anualmente a sitios web del Gobierno.
Redes sociales occidentales como Facebook, Twitter, YouTube o Instagram están bloqueadas en China. Su “gran cortafuegos”, una suerte de gran muralla cibernética, impide las búsquedas en Google. El año pasado Freedom House situó al gigante asiático como el país menos libre en internet.
King asegura que el Gobierno chino sólo censura las publicaciones críticas en sus redes sociales cuando teme que éstas puedan derivar en una protesta o en alguna forma de acción colectiva. “Podrías decir las cosas más terribles sobre el régimen y no lo censurarían”, dice. “Sólo lo harían si dijeses 'y vamos a protestar'; no les importa qué pienses de ellos, sólo lo que puedas llegar a hacer”.