Omar aún tiene que utilizar el andador, pero los médicos por fin le han podido operar el pie. Cuando su padre, también médico, le llevó por primera vez a una consulta en la Franja de Gaza nadie supo decirle con certeza qué intervención quirúrgica necesitaba su hijo para superar la malformación que sufría en los pies. "Me hicieron muchas radiografías, visitamos varios médicos en Gaza, pero ninguno supo detectar exactamente cuál era mi problema", explica este chico de 16 años a EL ESPAÑOL por videollamada.
Se encuentra en la ciudad de Jan Yunis, al sur de la Franja de Gaza, una de las zonas más castigadas por los bombardeos israelíes durante la última guerra de 2014, donde murieron más de 2.200 palestinos, la mayoría civiles, y 71 israelíes, 66 de ellos soldados. Además, el conflicto dejó más de 11.000 heridos; entre ellos, un millar de niños gazatíes mutilados o con heridas graves.
"En cuanto me vio el doctor Felipe y me hizo caminar en la consulta supo exactamente qué tenía, cuál era el problema y qué había qué hacer", explica el joven paciente gazatí quien asegura soñar con poder estudiar medicina en cuanto termine sus estudios de secundaria. “Es un ángel, no es humano. De mayor quiero ser como él", afirma taxativo el adolescente palestino desde el salón de la casa de su abuela, con quien vive desde que sus padres se separasen cuando él era aún muy pequeño.
El doctor Felipe Noya es un cirujano pediátrico de traumatología en el hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela que ha viajado en los pasados días junto a Médicos del Mundo (MDM) a la Franja y Jerusalén. En esta segunda ciudad se reúne con este periódico y explica que "Omar es un muchacho sano, sus limitaciones sólo se ciñen a una malformación en el pie".
El año escolar acaba de terminar en la Franja de Gaza y Omar pasará el verano recupérandose de la intervención. En septiembre, si todo va bien, le operarán del otro pie. "Ojalá salga todo tan bien como hasta ahora y pueda caminar como una persona normal", añade el joven confiado.
Faltan pocas horas para que el médico español emprenda su viaje de regreso a España cuando atiende a EL ESPAÑOL después de una semana maratoniana de intervenciones quirúrgicas (sobre todo de malformaciones congénitas o lesiones permanentes en niños y adolescentes), formación de especialistas gazatíes y donación de material. "En Gaza las horas pasan volando. Hay que decir que ayuda el buen ambiente que se crea con los médicos locales. Siempre se muestran muy agradecidos", comenta el compostelano.
Junto a él han participado en esta misión -la segunda de las cinco que MDM tiene previstas para este año con la financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) y la Comunidad Autónoma de Madrid- otros voluntarios españoles como una cirujana ortopédica, un anestesista, una enfermera de quirófano y el coordinador de proyectos que la ONG tiene en Gaza.
"A Omar lo que le practiqué fue una cirugía que se llama transferencia tendinosa con unos sistemas de fijación tendón-hueso", explica Noya. "No requiere una gran tecnología, pero esos sistemas no son accesibles en Gaza por el bloqueo, como tantas otras cosas", señala este hombre de aspecto afable y el voluntario más veterano de las misiones que Médicos del Mundo organiza desde 2009 (cuando terminó la llamada operación Plomo Fundido) en la Franja de Gaza.
"Hay un tramo de edad con patologías que no fueron tratadas a tiempo porque durante la guerra había otras emergencias y los hospitales estaban desbordados", apunta Antonio González, coordinador de la ONG en Gaza, sentado a pocos metros de Felipe Noya. "Al no haberse tratado precozmente y pasar meses hasta que se intervienen, algunas patologías degeneran en enfermedades más complejas que pueden requerir no una sino varias operaciones", añade el trabajador humanitario.
"Actuamos según las necesidades", sigue Noya. "Por ejemplo, en el viaje anterior hicimos sobre todo ortopedia infantil. Esta vez los médicos locales nos habían pedido formación específica en artroscopia de rodilla -una técnica no invasiva que consiste en introducir una cámara e instrumentos quirúrgicos diminutos en la rodilla para efectuar la cirugía-. Para la próxima misión ya nos han pedido formación en artroscopia de hombro", añade Noya. Antonio González recoge raudo la frase. "Vamos a ver, vamos a ver si podemos conseguirlo", puntualiza. "En ello estamos".
El bloqueo, causa de la deficiencia en equipos y herramientas
Como el caso de Omar hay miles en la Franja de Gaza. Él tuvo suerte y cayó en las manos expertas del doctor Felipe y del equipo médico con el que trabajó, pero la mayoría de los pacientes gazatíes no corren la misma fortuna. En una enclave costero con 1,8 millones de personas, bloqueado por tierra, mar y aire por Israel y con Egipto abriendo intermitente y aleatoriamente sus fronteras, son varios los hospitales y decenas las clínicas de la Franja que carecen del instrumental y de los equipos necesarios para funcionar en el día a día.
"Se ve en el material de quirófano, es muy básico", apunta Diana Morcillo, cirujana del equipo de traumatólogos de la Fundación Jiménez Díaz en Madrid y parte del equipo de voluntarios de MDM en esta reciente misión. "Es el mínimo imprescindible", asevera la especialista para quien ésta es su primera visita a la Franja.
17 hospitales, 56 centros de atención primaria y 45 ambulancias resultaron dañados o totalmente destruidos sólo durante la última contienda entre Israel y la Franja en 2014, según datos de Naciones Unidas. Las organizaciones humanitarias que trabajan en el terreno la describen como "la más atroz y mortal" de las tres guerras que ha sufrido la población en esta zona desde 2007. El coste para el precario sistema de salud gazatí, gestionado por Hamás, no resulta baladí: 50 millones de dólares (más de 44 millones de euros).
"Se han dado situaciones surrealistas", explica un médico vinculado a una organización no gubernamental europea que prefiere no ser citado por las posibles represalias que pudieran emprender las autoridades israelíes cuando intentase volver a entrar en Israel, parada previa de muchos internacionales que quieren viajar a la Franja de Gaza.
"En algunos hospitales de la Franja se han visto algunos equipos de detección que nada tienen que envidiarle a los que tienen en los hospitales de Europa", explica. "Pero da igual. Porque a menudo falta una pieza que es confiscada por las autoridades israelíes en la aduana con Gaza por distintos motivos (hay decenas de productos prohibidos por Israel), con lo que en una pequeña habitación de un hospital de la Franja tenemos uno de los equipos más avanzados del mundo sin que nadie pueda arrancarlo o hacerlo funcionar", añade este especialista.
"Lo que sí puedo decir es que de anestesia al menos de momento no están mal", apostilla, durante la charla en la sede de MDM en Jerusalén este, el anestesista José María Altarriba, recientemente jubilado y un optimista irreductible. "Sí noté que hay muchos casos de afecciones pulmonares. En Gaza fuman mucho, lo notas cuando pones la anestesia", comenta.
A este asturiano lo que más le llamó la atención de sus colegas gazatíes fue su actitud, el espíritu que manifiestan ante la vida tras casi una década de estricto bloqueo en un lugar donde un niño de 7 años ya ha vivido tres guerras. "Los colegas mayores hablan de libertad, de que a ellos, por dentro, no se la puede quitar nadie", dice el asturiano con un destello de rebeldía que sus más de sesenta años no han conseguido aplacar.
"Pero, ¿entiendes lo que quiero decir?", insiste. "Es increíble cómo a pesar de las limitaciones que tienen lo que trasmiten es una sensación de paz", reitera el anestesista. Noya apostilla: "En el quirófano la sensación era de bienestar. Es verdad que estábamos muy a gusto, muy cómodos con los médicos, pero también con la población local que estaba en el hospital".
Desde Santiago de Compostela, Asturias, Madrid, País Vasco o Andalucía el poso que dejan en Gaza los cirujanos y el personal sanitario venido desde fuera -en esta ocasión desde España- es indudable. "Sólo espero que vuelvan pronto", dice Omar desde su casa de Jan Yunis. "No he tenido ni un dolor desde que me operaron, nada, es increíble", afirma.
"Vengan ustedes de España, les necesitamos. Necesitamos a muchos hombres buenos como el Doctor Felipe", concluye este adolescente de alma noble. "Hasta entonces yo intentaré hacer el mismo bien que han hecho conmigo, con las personas, con todo el mundo, con los animales de Gaza. Todos somos parte de la misma cosa y yo estoy tan agradecido".