El fantasma del narcotráfico ha vuelto a aparecer rondando el mismo apellido con el que se le vinculó en Perú, durante las dos últimas décadas: Fujimori. Lo dicho por el candidato derechista Pedro Pablo Kuczynski esta semana al finalizar el último debate presidencial, y quedando pocos días para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que lo enfrenta a Keiko Fujimori, ha vuelto a encender las alarmas y a revivir los temores populares por la incidencia y vínculos del negocio de la droga y lavado de dinero con quienes manejan el poder en el país inca.
“Corremos el riesgo de tener un narcoestado”, condenó el economista, quien ya perdió las pasadas elecciones presidenciales. “La libertad está en peligro, es ahora o nunca, hay que cerrarle el paso a la dictadura”, dijo.
Lo que parecería ser un recurso último para arañarle votos a la hija del ex presidente Alberto Fujimori, quien ha marchado favorita en todas las encuestas, ha desencadenado investigaciones tanto periodísticas como judiciales que hacen temer que lo dicho por Kuczynski sea solo la punta de un iceberg que constantemente ha hecho naufragar a Perú en los últimos años.
Un frente 'anti-fujimorista'
El candidato derechista, quien ha levantado un frente “anti-fujimorista” uniendo incluso a sectores de la izquierda, ha respaldado sus acusaciones con pruebas, unas más contundentes que otras. Indicó por ejemplo que once congresistas del partido de Fujimori, Fuerza Popular, enfrentan investigaciones por lavado de dinero, siendo cinco de ellos investigados también por conexión con delitos de narcotráfico.
"El narcotráfico, la corrupción y el crimen son los tres jinetes del Apocalipsis", comentó Kuczynski, durante el debate presidencial. "Eso explica mucho de la corrupción que está ocurriendo ahora, por eso es tan importante deslindar con el narcotráfico, y no tener ninguna asociación con el lavado de dinero”.
Lo cierto es que la política peruana estuvo fuertemente vinculada con el narcotráfico en tiempos de Alberto Fujimori, padre de Keiko y de quien ésta fuera su primera dama. No en balde, el ex mandatario cumple actualmente con una condena de más de 20 años preso por sus delitos durante su presidencia.
Durante el último debate Kuczynski, que preside el partido Peruanos por el Kambio (PPK), pidió a Fujimori que explicara el decomiso en 2013 de 91 kilos de cocaína en una bodega con la que estaba asociado su hermano Kenji en el puerto de Callao.
En el mismo caso resultó implicado el congresista Miguel Ángel Ramírez Huamán, primo del congresista Joaquín Ramírez Gamarra, secretario general del partido Fuerza Popular, de Fujimori. Este último se vio forzado a renunciar en los últimos días después de que varios medios de comunicación peruanos hicieran público que la DEA lo investiga por lavado de dinero.
Fujimori ha negado cualquier vínculo con el narcotráfico y se ha defendido acusando que Kuczynski gobernaría solo para los intereses de los más acaudalados. Diversos analistas han manifestado que la población duda que ella no haya tenido ninguna asociación con los delitos cometidos por su padre y temen que este sea el regreso del fujimorismo al poder, con todo lo que ello pueda implicar.
Un temor recurrente
El temor por convertirse en un narcoestado no es nuevo. Hace un año una encuesta realizada por la firma consultar Ipsos revelaba que el 70 por ciento de los peruanos creían que el país estaba en peligro de convertirse en narcoestado.
En 2011, algunos de los cables diplomáticos filtrados por Wikileaks, revelaron la preocupación de Estados Unidos por presuntos lazos del narcotráfico con la candidata Keiko Fujimori. La preocupación estadounidense se remonta a abril de 2006 con una nota diplomática de su embajada en Lima denominada "influencia de la narcopolítica".
“Los productores y traficantes de drogas ya tienen un impacto significativo (…) Han penetrado los partidos políticos y el Congreso, jueces, fiscales y la Policía”, indica José Ugaz, presidente del grupo anticorrupción de Transparencia Internacional, otrora mando de la Procuraduría Anticorrupción peruana que investigó los delitos del régimen de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.
En los más recientes días, miles de manifestantes han salido a las calles a protestar gritando “Fujimori nunca más” y pareciera crecer la posibilidad de que el triunfo de Keiko pudiera escapársele de las manos, habiendo puntuado en las encuestas durante toda la campaña presidencial.
El temor de que los años de corrupción y crímenes de lesa humanidad vividos con Fujimori padre regresen ahora con su hija, se ha expandido en un amplio sector de la población. Hace solo una semana, todas las encuestas daban entre 5 y 7 puntos de ventaja a Keiko Fujimori frente a Kuczynski. Parecía imposible frenar la ola del apellido que domina la política peruana desde hace 30 años. Pero a última hora, una vez más, la realidad de este país confirma su enorme capacidad de sorpresa. Las encuestas han dado un vuelco notable en los últimos días y todas ellas, con mayores o menores diferencias, detectan que la diferencia entre los dos se ha reducido muchísimo, incluso a menos de un punto, aunque siguen colocando a Fujimori en cabeza. Hoy el empate técnico y cualquiera de los dos candidatos podría erigirse mañana como nuevo presidente de los peruanos.