Redobles de tambor de importancia suprema. La frase es el comienzo de una canción sobre una ruptura amorosa y es el repicar de 33.5 millones de votos que los británicos depositaron ayer en las urnas para decidir si Reino Unido debía abandonar la Unión Europea. La respuesta ha sido ‘sí’ en Inglaterra y Gales, y ‘no’ en Escocia (con 1,6 millones de escoceses a favor del remain, el 62% de los que han acudido a las urnas) e Irlanda del Norte. Pero las matemáticas no entienden de fronteras: el resultado conjunto es que las islas han decidido separarse del vecindario europeo. Se mudan. Aún no saben a dónde.
El fantasma de la secesión cabalga de nuevo. Nicola Sturgeon, primera ministra escocesa y líder del partido nacionalista (SNP), lleva meses insistiendo en que si Escocia apoyaba mayoritariamente la permanencia pero Reino Unido los “arrastraba” fuera de la Unión Europea, el Parlamento escocés tendría derecho a celebrar un segundo referéndum de independencia. El primero tuvo lugar en septiembre de 2014, cuando ganó el ‘no’ con el 55% de los votos.
El de ayer fue el último ocaso británico en el club europeo –moralmente hablando, porque los trámites del divorcio pueden durar una década. Pero aún queda por ver que los escoceses se separen de sus vecinos al otro lado del Canal. Al principio de la noche parecía imposible. El temprano resultado de Gibraltar, donde ganó el remain por el 95,9% de los sufragios, provocó una carcajada entre los que seguían el recuento de papeletas desde las diez de la noche. El partido eurófobo liderado por Nigel Farage (UKIP) daba por perdida la partida a las doce, cuando un sondeo de YouGov hablaba de un 52% de los votos a favor de la Unión Europea: “Ha sido una campaña extraordinaria, parece que el remain ganará por un pequeño margen...”.
Pero la noche es oscura y alberga horrores. En torno a las cinco de la madrugada empezó a perfilarse un mano a mano épico entre el norte y el sur, entre el contundente remain de los escoceses (62% en el conjunto de sus regiones) y el leave que iba oscureciendo prácticamente todas las regiones de Inglaterra, excepto un núcleo en el sur (incluido Londres) y algunos condados dispersos. Gales e Irlanda del Norte se dividían mientras Escocia permanecía imbatible condado tras condado.
Glasgow, Stirling, Aberdeen y Edimburgo, con un pico del 74% de los votos a favor del remain, prometían estar entre las regiones más eurófilas del mapa. Y no defraudaron. Nicola Sturgeon celebrara los resultados de su ciudad, Glasgow, sobre las tres de la madrugada. “Bien hecho”, felicitaba por Twitter al resto de los condados unas horas después, cuando aún no sabía que este viernes desayunaría con el zombie de la desintegración. Casualidad o no, en torno a las 5.30 horas de la madrugada, cuando el resultado definitivo parecía claro, el Partido Nacional Escocés tuiteaba un link invitando a sus seguidores a afiliarse.
El ex presidente escocés Alex Salmond ha asegurado esta mañana en la cadena SkyNews que David Cameron "no tiene credibilidad ahora mismo” y “no está en disposición de negociar las condiciones del Brexit”. Han sido las primeras declaraciones de un miembro del SNP desde que se conocieron los resultados finales. "En los próximos días", ha añadido, Nicola Sturgeon empezará a gestionar el futuro de Escocia. Salmond ha asegurado que no quieren pasar "ni un solo día" fuera de la Unión Europea, lo que invita a pensar que podría celebrarse antes de que Reino Unido formalice su salida. No confirma si se refiere a los dos próximos años.