Cuando los británicos se fueron a la cama el 23 de junio (los que pudieron conciliar el sueño), las urnas de su referéndum sobre la independencia daban la victoria a la permanencia en la Unión Europea. Con poco margen, pero parecía que se cumplían las últimas predicciones de los sondeos que habían devuelto la balanza del brexit del lado europeísta.
Sin embargo, poco después de las tres de la mañana en las islas británicas, el Leave (irse) se impuso para no volver atrás. El líder del partido antieuropeo y anti inmigración UKIP, Nigel Farage, había dado su batalla por perdida al cierre de los colegios electorales, pero hacia las cuatro de la mañana confesó en Twitter que se “atrevía a soñar”. Cuando ya quedó claro que ganaba el brexit, él fue la primera figura política de primera línea en celebrarlo y pidió no sólo la dimisión “inmediata” de David Cameron por haber fracasado en su apuesta por Bruselas, sino también reivindicó que el día del referéndum fuera declarado fiesta nacional de la independencia.
Boris Johnson, la cabeza más visible de la campaña por el OUT (fuera), resultó llamativamente comedido en su reacción al resultado. Quizá se sentía obligado a moderarse en su alegría, ya que había derrotado a su propio compañero de partido y primer ministro en esta pugna. Pero nada había impedido que liderara los discursos en pro del divorcio de Bruselas. Más de doce horas pasaron desde su último y aséptico tuit afirmando que el pueblo había hablado en un acto democrático… hasta que habló el viernes cuando Cameron ya había dimitido.
El líder de los conservadores fue su propia víctima, y la primera del brexit. Convocó la consulta popular confiado en que su acuerdo a la carta en febrero con Bruselas concediendo un estatus especial al Reino Unido le aseguraría la victoria y acallaría al ala más euroescéptica de su formación. Le salió el tiro por la culata. Tras el susto del mes anterior al referéndum en el que la campaña del brexit tomó fuerza, el asesinato de la diputada laborista y europeísta Jo Cox al grito de “Reino Unido primero” pareció influir en los sondeos que volvieron a poner la balanza del lado del Remain (quedarse). Pero la balanza se inclinó por la salida de la UE y a Cameron no le quedó más remedio que dimitir. Eso sí, en diferido. Anunció que se iba, pero no antes del congreso de su partido en otoño y abrió así las puertas a las primarias tories y la pugna por el poder.
Un pletórico Farage frente a un comedido Johnson
Tampoco entonces Johnson se cebó con su adversario tory, a pesar de que el exalcalde de Londres estaba en todas las quinielas de los candidatos favoritos a sucederle. "Estoy muy triste por su decisión de dimitir. Le conozco desde hace mucho tiempo y creo que David Cameron es uno de los políticos más extraordinarios de nuestro tiempo", declaró. Y añadió: “No hay prisa”, en referencia a activar el ya consabido artículo 50 del Tratado de Lisboa para iniciar la desconexión. Quien promoviera la salida de la Unión Europea, decía después de ganar su opción que esto “no significa que el Reino Unido vaya a estar menos unido ni que vaya a ser menos europeo". Casi parecía salido de la campaña a favor del IN (dentro).
Entre un Farage pletórico y un comedido Johnson, la política británica empezó a reconfigurarse para ver cómo se organizaba de cara al brexit (tema a parte es la crisis del Partido Laborista, en el que el mismo viernes 24 un par de eurodiputados iniciaron una petición de moción de confianza contra su líder Jeremy Corbyn por entender que no había defendido con el ahínco necesario la permanencia).
Se abría un nuevo capítulo en la Historia del Reino Unido y de la Unión Europea, en el que los dos promotores eran el centro de todas las miradas, especialmente el tory Johnson. Su nombre sonaba para suceder al premier derrotado, junto al de la ministra del Interior Theresa May. Al lado del exalcalde londinense se mantenía Michael Gove, el ministro de Justicia, que era la principal figura del Gabinete de Cameron que se había manifestado en contra de continuar la asociación con Bruselas.
Resulta que Johnson y Gove se habían ido a la cama el 23 con un discurso conjunto preparado para reconocer la derrota, según desveló este domingo la BBC. Una llamada a las 4:45 hora local levantó al segundo de la cama. “Michael, ¡adivina! ¡Hemos ganado!”, le anunciaron por el móvil. “Dios, supongo que es mejor que me levante”, comentó él tras una breve pausa, según el relato de su propia esposa Sarah Vine para el Daily Mail. Ya en aquel artículo del 28 de junio, dos días antes de que Gove le diera la espalda a Johnson para las primarias tories, Vine se incluía con un “nosotros” cuando se refería a su “increíble responsabilidad [para] implementar las instrucciones de 17 millones de personas”. Ella preparó un té mientras varios periodistas y equipos de televisión ya se apostaban a las puertas de su domicilio.
En el caso de Johnson, la cadena británica cuenta que había visto la comparecencia de Cameron por televisión y su reacción fue todo un cuadro. Una persona presente asegura que fue el momento en el que todo comenzó a ir mal. Otra persona asegura que Johnson se sentía como si hubiera un alto riesgo de que algo muy malo fuera a pasar.
Gove mantuvo un perfil bajo, o al menos de segundo plano en los días posteriores. El acuerdo al que había llegado con Johnson fue que presentarían una candidatura conjunta con él como número 2 para asumir la cartera de Finanzas. Posiblemente actitudes como las del exalcalde tras la victoria del brexit fueran las que hicieron al ministro de Justicia dudar de su alianza y presentarse en solitario.
Pero por entonces aún permanecía a su lado. El líder tory del brexit publicó en su columna semanal de opinión en el Daily Telegraph el lunes 27: “Se dice que aquellos que votaron Leave estaban conducidos principalmente por las inquietudes por la inmigración. No lo creo”. La BBC asegura que este texto estaba pactado con Gove.
Farage da su objetivo por cumplido
Mientras tanto, Farage -el líder del antieuropeo UKIP- “se ha ganado un lugar en la Historia como el hombre que dirigió al Reino Unido fuera de la UE”, ha opinado el Daily Telegraph. El periódico recordó que este político fue el hazmerreír del establishment durante mucho tiempo y finalmente ha conseguido su principal objetivo. “Quiero mi vida de vuelta (…). No podría alcanzar algo mayor”, manifestó este lunes al anunciar su renuncia a liderar el partido con efecto inmediato.
El Daily Telegraph cree que la renuncia de Farage es un paso lógico, “poco sorprendente”, pues “ha cumplido su misión”. Durante dos décadas ha sido el abanderado del brexit. Visto el presente, casi se podría decir que un visionario. Aunque teóricamente haya alcanzado ya su máximo objetivo, lo cierto es que ahora queda por delante lo más importante: materializarlo y negociar las condiciones del divorcio de la Unión Europea. Y aún así, en sólo doce días, el brexit ha devorado a sus padres.
La reputada comentarista británica Deborah Orr lo resumió de la siguiente manera: "Así que básicamente muy pocas personas que maquinaron el brexit estarán por aquí para resolver la crisis que ellos precipitaron". Como ya hizo tras la renuncia de Boris Johnson a suceder a David Cameron como primer ministro, la Comisión Europea guardó silencio este lunes tras la dimisión de Farage al frente del UKIP. Su presidente, Jean-Claude Juncker, tuvo su última bronca con Farage la semana pasada en el pleno que la Eurocámara dedicó al brexit. Allí le reprochó sus mentiras durante la campaña del referéndum y cuestionó que siguiera ejerciendo de eurodiputado tras haber logrado la salida de Reino Unido de la UE. “¿Por qué estáis aquí?”, le espetó Juncker a Farage y al resto de euroescépticos británicos.
Los que sí han comentado la renuncia de Farage, muchos de ellos en las redes sociales, son sus compañeros de escaño en el Parlamento Europeo. En la mayoría de los casos con palabras poco amables. Le han tachado de pusilánime y también de pesetero por no renunciar a su escaño de eurodiputado. Uno de los más duros ha sido el presidente del grupo popular europeo, el alemán Manfred Weber, del mismo partido que la canciller Angela Merkel. “Nigel Farage es el último cobarde en abandonar el caos que él mismo ha creado. Eso muestra que no tiene ninguna credibilidad”, ha escrito en su cuenta de Twitter.
Weber ha cuestionado además los motivos aducidos por Farage para justificar su renuncia. “Dice que quiere recuperar su vida. En lugar de eso debería pensar en las vidas de todos esos británicos que ha separado de Europa”, ha señalado. Para el presidente del grupo liberal (ALDE), el belga Guy Verhofstadt, la dimisión a medias de Farage muestra que “a lo que no quiere renunciar es a su salario europeo”.
“Primero quería que le devolvieran su país y ahora pide que le devuelvan su vida. Pero él no devolverá su escaño de eurodiputado”, ha criticado la también liberal Sophie in’t Veld. A pesar de todo, en Reino Unido algunos desconfían de que la marcha de Farage -que sí que cumplirá la actual legislatura en el Parlamento Europeo donde es diputado- sea definitiva. Ya dimitió en 2009 y volvió poco después. Hasta los medios británicos han apuntado que “esta vez va en serio”.
El salario bruto mensual de un eurodiputado asciende a 8.213 euros, a lo que hay que sumar unas dietas de 4.300 euros al mes para gastos generales. Farage podrá seguir en su escaño hasta que Reino Unido salga de la UE, es decir, al menos dos años más. Los únicos que han tenido palabras de reconocimiento para Farage han sido los eurodiputados tories británicos partidarios del brexit. “Todo el crédito para Nigel Farage por su inquebrantable dedicación y gran oratoria que ayudó al referéndum”, ha tuiteado David C. Bannerman. Para Bannerman, ahora es el momento de la convergencia entre el Partido Conservador Británico y el UKIP.
Pistas en el correo de la mujer de Gove
“Un mensaje simple: TIENES que tener garantías ESPECÍFICAS de Boris. DE LO CONTRARIO no puedes garantizarle tu apoyo”, escribió la esposa de Gove a su marido en un correo electrónico que llegó accidentalmente a los medios el martes 28, el mismo día que ella publicaba sus recuerdos del día D en la prensa, recogió The Guardian.
Su mujer le instaba a no hacer concesiones y le recordaba que a Paul Dacre -editor del Daily Mail- y el magnate mediático Rupert Murdoch -presidente de News Corporation, que incluye al Wall Street Journal entre otros- “instintivamente les disgusta Boris pero confían lo suficiente en tu habilidad como para apoyar un Gobierno Boris Gove”.
Sólo dos días después por la mañana su esposo se presentó ante los medios para anunciar que se presentaba por su cuenta en la carrera por sustituir a Cameron. Asegura que había tomado la decisión la noche anterior, la misma noche en la que Johnson se retiró de una fiesta donde también estaban Cameron y Gove junto a un asesor de este último. En teoría, según la BBC, se disponían a redactar el discurso del exalcalde de Londres para la esperada presentación de su candidatura al día siguiente.
“Boris es una persona increíble e impresionante, pero me he dado cuenta en los últimos días de que Boris no es capaz de construir ese equipo y proveer de esa unidad” de cara a la próxima etapa para negociar el brexit, argumentó en la BBC. “Ha habido varias personas que me han dicho durante esta semana: Michael, deberías ser tú”, admitió ante la insistencia de la entrevistadora, incrédula ante la opción de que se hubiera dado cuenta de repente.
Johnson decidió en el último momento no presentarse, vista la candidatura de Gove. Sin grandes explicaciones, aunque sí alguna floritura ensalzando su papel como alcalde de la capital británica durante ocho años en un discurso donde hasta el final no hubo palabra alguna que indicara su renuncia.
Los tres impulsores del referéndum del brexit que hasta hace doce días representaban el espectro político del Reino Unido dividido se retiran. Sólo queda ver qué pasa con el líder laborista, Jeremy Corbyn, que no superó la moción de confianza que le planteó su partido la semana pasada pero de momento asegura que seguirá al frente. A él le piden que se vaya por haber hecho una defensa tibia de la permanencia en la UE y le achacan parte del fracaso europeísta. Corbyn votó salir de la entonces Comunidad Económica Europea en 1975. Ahora quería quedarse. Al menos eso decía en público. Es el único de los principales líderes que aún permanece en su puesto tras el terremoto político de su país. El cuarto padre -a su manera- del brexit en discordia. El seísmo británico todavía no ha cesado y puede deparar más movimientos.
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