Los que caminan hacia el Paseo de los Ingleses, en Niza, se frenan en los últimos metros: parecen no querer confirmar que la pesadilla es real. En el lugar del atentado, cientos de personas arremolinan flores, velas, peluches y mensajes de condolencias. Unos visten de riguroso luto; otros parecen llevar la misma ropa que en la noche del jueves, cuando el terrorista se llevó la vida de decenas de personas con su camión. Y a todas les une el mismo desconcierto: quién está detrás del atentado y qué motivos le llevaron a golpear, de este modo, el corazón de la Costa Azul.
"No podemos quedarnos calladas ante este ataque", afirman Alyssa y Soraya, de 15 y 16 años. Se abrazan de los hombros y entre las dos sostienen un gran ramo de flores rojas. "No nos podemos creer que haya sucedido esto aquí, en Niza -explican-. Lo hemos visto en París y en otros sitios de Francia, pero nunca creímos que nos iba a tocar a nosotros".
Cuando se produjo el atentado, las dos jóvenes pensaron en sus amigas, que habían acudido al Paseo de los Ingleses para ver los fuegos artificiales. Era el 14 de julio y Francia conmemoraba la toma de la Bastilla. "No supimos nada de ellas durante horas y llegamos a pensar que estaban entre las víctimas", cuentan. Y, en su opinión, todavía no ha pasado lo peor: "No podemos estar tranquilos [los vecinos de Niza]. Ni siquiera sabemos quién está detrás de esto".
Dudas sobre el terrorista
A esta pregunta tienen una respuesta a medias. Saben que el franco-tunecino de 31 años, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, estaba al volante del camión que embistió contra la multitud. Su nombre estaba vinculado a casos de amenazas, violencias, robo y degradación cometidos entre 2010 y 2016. También había sido condenado en marzo a seis meses de prisión por un suceso violento a principios de año.
"Era conductor repartidor, estaba casado y era padre de familia", explicó François Molins, fiscal jefe de la Corte de París, en rueda de prensa. Pero la autoridad no relaciona al terrorista con Estado Islámico, Al Qaeda o cualquier otro grupo: "Aunque no existe todavía reivindicación, este tipo de acción corresponde exactamente a las llamadas permanentes a asesinar de estas organizaciones terroristas".
"¿Y si era un loco?", se pregunta un hombre, en voz alta, en el mismo lugar del atentado. "¡Un loco asesino! ¡Un terrorista!", exclama una joven que no puede contener las lágrimas. La Policía francesa trata de encontrar alguna respuesta tras los registros a dos viviendas en Niza: una, en la que residía actualmente; y otra, en la que vivía hasta hace unos pocos meses con su exmujer, quien se encuentra bajo vigilancia.
Un hotel-refugio
La ciudad de la Costa Azul respira una calma tensa. Muchos comercios han cerrado sus puertas en señal de luto y muchas de las avenidas están cortadas al tráfico, lo que supone el caos circulatorio. Hay quienes caminan envueltos en banderas francesas y quienes tratan de camuflar su dolor tras unas gafas de sol.
"La situación era caótica", recuerda Sebastián Maya, mexicano de 21 años. Trabaja en la recepción del hotel Best Western Plus Massena. Apenas unos minutos antes del atentado, el joven estaba en un restaurante con dos amigos argentinos. El local daba, en una de sus salidas, al Paseo de los Ingleses. "Tardamos un poco más y nos pilla allí", afirma, agradecido de encontrarse "perfectamente".
Cuando Sebastián vio correr a la muchedumbre por las calles de Niza, se refugió en el hotel en el que trabaja. "Entró todo el mundo -recuerda-. Todavía no había ninguna certeza y unos llegaban en shock, otros temblaban y había hasta quienes llegaban con toda la tranquilidad". A medida que fueron confirmándose las noticias, los empleados del hotel ofrecieron un espacio a todos aquellos que desearan quedarse. Les ofrecieron mantas, agua y un teléfono.
"Apenas llegué hace un par de semanas", comenta este mexicano de 21 años. Estudia Hotelería y Turismo y su estancia en Niza corresponde con las prácticas que tiene que cumplir en su carrera. "Recibí una avalancha de mensajes -asiente-. Muchos me preguntan quién ha hecho algo así y no puedo darles una respuesta clara".
"No podemos tener miedo"
El presidente francés, François Hollande, confirmó que por el momento hay 84 víctimas mortales. Diez de ellas son niños y adolescentes. Además, otras 25 personas siguen en coma. Las autoridades admiten que la cifra puede oscilar en horas, aumentando la magnitud de la tragedia. Hollande, además, extendió tres meses más el estado de emergencia en todo el país.
Los vecinos del barrio en el que vivía el terrorista no advirtieron en él "signos de radicalización". Además, expresaban su estado de "shock" al conocer que el autor de la masacre vivía en su misma calle, la Route de Turin: "¿Un terrorista aquí? Esta zona no es ni pobre ni peligrosa".
"Lo que no podemos hacer es tener miedo", asegura Toufic Mounzer, que reparte sandía en el Paseo de los Ingleses. Su amigo, Andrea Comina, toca la guitarra. Cerca de ellos camina una pareja que apenas se sostiene de la emoción. "Tenemos que ser más fuertes que ellos, sean quienes sean", afirman, en referencia a Mohamed Lahouaiej Bouhlel y a la organización -si es que hay alguna- que le dio apoyo logístico.
Ambos estaban presentes en el lugar en el que se produjo el atentado. Hablan del pánico de la gente y el que sintieron ellos mismos al ver el camión. Y de confusión y de desorden. También de dolor: "Nos han atacado en el corazón, pero seguimos con vida".
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