Que nadie se sorprenda si en las próximas elecciones que tendrán lugar en Europa, ya sea en los Países Bajos, Francia o Alemania, hay campañas masivas de noticias falsas, filtrado de información robada o ataques informáticos. Esto es lo que viene a decir el investigador estadounidense Ben Scott (Urbana, 1977). Como asesor externo a la campaña de Hillary Clinton, la candidata del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos derrotada por Donald Trump, Scott coordinó al grupo de expertos que aconsejaba a la aspirante en temas de tecnología.
Antes, Scott estuvo tres años trabajando a las órdenes de Hillary Clinton en el Departamento de Estado. “Ella pensaba que internet cambiaría las relaciones internacionales y por eso necesitaba diplomáticos que entendieran de tecnología”, dice Scott al ser entrevistado por EL ESPAÑOL. Él estuvo en primera línea en las últimas elecciones presidenciales estadounidenses, marcadas por un intenso empuje de las informaciones falsas, el uso de ciberataques y el revelado de información robada con intenciones políticas. En su momento, “nadie entendió de verdad la influencia” de una campaña de la que Scott, al igual que las agencias de inteligencia de su país, responsabiliza a Rusia.
Este doctor en comunicación por el Instituto para la Investigación en Comunicación de la Universidad de Illinois (Estados Unidos) es miembro de la dirección de la Fundación Nueva Responsabilidad, con sede en Berlín. En la capital alemana se plantea estudiar cómo funcionan los medios de comunicación de cara a las elecciones generales germanas, que tendrán lugar el próximo 24 de septiembre.
“En Europa estamos en un momento de inestabilidad”, asegura Scott. Responsables de esta situación, a su entender, en Alemania, es el partido xenófobo e islamófobo Alternativa para Alemania (AfD) y, en Francia, el ultraderechista Frente Nacional. “Están construyendo su propio ecosistema de medios de comunicación, con sus propias fuentes y atacando a los medios tradicionales”, asegura.
¿Cómo vivió usted los ciberataques, la difusión de información robada, el empuje de las noticias falsas en la pasada campaña por la elección presidencial en Estados Unidos?
Cuando aquello ocurrió no se entendió cómo esas cosas podían ser capaces de cambiar los resultados de la elección presidencial. Sí, claro, era algo problemático. La gente estaba furiosa al ver que agencias de inteligencia extranjeras podían haber pirateado al Partido Demócrata, las cuentas de correo electrónico del presidente de la campaña presidencial de Hillary Clinton, John Podesta.
Se dijo en la campaña que todo aquello era un ataque a unas elecciones democráticas. Pero en ese momento no estaba claro que aquello fuera a tener influencia en el resultado. Al final de la campaña parecía que Hillary Clinton iba a ganar en las elecciones. Nadie se esperaba que el resultado fuera a ser tan ajustado, ni que Trump fuera a ganar. Contraatacar frente a las fake news [“noticias falsas”, ndlr.] y a la desinformación, no fue la prioridad de la campaña.
¿Ha podido recoger usted alguna prueba que demuestre la autoría rusa de esa campaña de espionaje?
Las pruebas no son públicas. Poco antes de la última elección presidencial, el entonces presidente Barack Obama instó a las agencias de inteligencia a que estudiaran la procedencia del pirateo sufrido por el Comité Nacional Demócrata [la directiva del Partido Demócrata, ndlr.]. La conclusión de la comunidad de la inteligencia estadounidense señalaba que aquello fue un ataque llevado a cabo por servicios de inteligencia rusos. Revelaron algunas pruebas de esto, pero esas pruebas eran muy selectivas y limitadas. No podían mostrarlo todo, porque el modo en se obtuvo esa información está clasificado como alto secreto y si se muestra, supone revelar y exponer las fuentes y métodos.
Ante esto mucha gente pensó que la acusación a Rusia se debía a algo político. Fue en ese momento cuando Obama hizo que se presentaran a los senadores republicanos las pruebas recolectadas por la inteligencia estadounidense. Después de aquello, los senadores republicanos cambiaron de opinión y se mostraron convencidos de la intervención rusa. Después de la elección, Trump, que había dicho que la acusación a Rusia era falsa y que estaba destinada a que pareciera que el Kremlin le había llevado al poder, también se reunió con los jefes de la inteligencia estadounidense para ver las pruebas. Después de hacerlo, dijo que les creyó. Estos cambios me hacen pensar que las pruebas existen y que son muy convincentes.
Nadie entendió de verdad la influencia de las fake news cuando estaban ocurriendo
Con el tiempo, ¿Cree usted que toda esa campaña de ciberataques e información falsa tuvo influencia?
La verdad es que nadie lo sabe. Piense en cómo de ajustado fue el resultado y en que, bueno, en sí, el pirateo al Comité Nacional Demócrata, la directiva del Partido Demócrata, o el pirateo a Podesta, puede que no fueran suficiente para cambiar el resultado. Tampoco lo parece que lo fuera en sí la campaña de desinformación que hubo en Facebook, como tampoco las fake news que iban y venían. Pero, ¿Todo eso junto? Tal vez fue suficiente para cambiar el resultado de la elección.
En la campaña de Hillary Clinton no era una prioridad contraatacar, dice usted. ¿Se debía a que aquellos ataques eran algo demasiado nuevo ?
Así es. Nadie entendió de verdad la influencia de las fake news cuando estaban ocurriendo. Uno ve ahora las historias tipo “Las 20 noticias falsas en Facebook durante la campaña”. Pero eso no se sabía durante las elecciones. Este tipo de artículos se hicieron después. Nadie se enteró de verdad cómo de extendido estaba este fenómeno. Además, toda la campaña tiene a gente diciendo sinsentidos en Internet. No parecía nuevo.
En realidad no lo era. La novedad aquí era la escala en la que se estaba ofreciendo. También era nuevo el modo en que Donald Trump se comportó en la campaña. Todo partido en toda campaña exagera para que parezca que las ideas de su candidato son mejores que las de su rival, cuyas ideas presenta de un modo negativo. Pero Trump utilizó desinformación o mentiras clarísimas para promocionarse y para atacar a sus rivales. Lo hizo como nunca se vio antes. Y cuando los medios de comunicación decían que aquello que Trump decía era falso, Trump respondía que los medios mentían y que eran fake news.
¿Cómo analiza usted el auge de las fake news?
Son resultado del mercado de la información en tiempos de elecciones en la era digital. Las viejas reglas de cómo deciden los electores están cambiando. La teoría democrática dice que hay unos candidatos que hacen su campaña frente al grupo de electores, argumentando por qué son los mejores aspirantes. Luego los medios de comunicación dan cuenta de ello. Además hay debates y, en función de toda esa información, los electores eligen lo que les parezca más atractivo. Pero esa teoría parte del principio de que se asiste a un debate racional basado en determinados hechos. Si el debate no es racional y la gente no actúa reconociendo los mismos hechos, el sistema deja de funcionar.
¿Qué papel van a jugar las técnicas de ciberataques, revelación de secretos obtenidos ilegalmente y las fake news en las próximas elecciones que se celebrarán en Europa?
Hay que esperarse de cara a esos comicios que habrá ciberataques, desinformación y fake news. Si uno mira citas electorales en otras partes del mundo, las noticias falsas son parte de todos los comicios. Ha pasado en Ucrania, después de que Crimea fuera invadida por Rusia, por ejemplo. El fenómeno no es nuevo, lo nuevo es que estos medios pueden usarse de un modo eficaz para perturbar las elecciones en Occidente. Lo ocurrido en Estados Unidos, donde esos medios se utilizaron con éxito, invita a pensar que quienes están detrás van a intentar probar de nuevo en las elecciones europeas para desestabilizar la integridad de la democracia. Si funcionará o no en Europa, eso es otra cuestión.
En la campaña del 'brexit' se reunieron todos los elementos de una desinformación a base de 'hechos alternativos'
¿Puede que haya funcionado ya? La campaña del 'brexit' estuvo marcada por el uso de desinformación.
Estoy de acuerdo. En la campaña del 'brexit' se reunieron todos los elementos de una desinformación a base de 'hechos alternativos'. Pero lo que no hay en esa campaña es la evidencia de que Rusia, o un actor extranjero, estuviera implicado.
Teniendo en mente lo ocurrido en Estados Unidos. ¿Qué puede hacerse en Europa para hacer frente a esta situación?
Tenemos que reconocer la complejidad del fenómeno. Por ejemplo, borrar contenido de Facebook no va resolver el problema. Eso es como poner un vendaje en una pierna rota. Tenemos debilidades en las instituciones democráticas y tenemos que ocuparnos de ellas. No se puede parar la oferta de sinsentido que hay en internet. El único modo del que se puede proteger a la democracia de ese sinsentido es persuadir a la gente para que sean consumidores de noticias más inteligentes.
Hay que crear nuevas reglas en la sociedad, partiendo de que los hechos cuentan y la verdad también, y lo hacen de manera clave para el funcionamiento de nuestras democracias y nuestras sociedades. Por tanto, falta educación, y se debería de hablar de esto, empezando por los políticos, los periodistas, los profesores en las escuelas, por ejemplo.
Educar lleva tiempo. ¿Es demasiado tarde para proteger el ciclo electoral que se avecina en Europa?
La educación sólo funciona a largo plazo. Pero el problema no surgió hace seis meses. Se ha estado forjando durante mucho tiempo. Ha estado asociado al cambio de modelo de negocio en la prensa tradicional y al declive del compromiso ciudadano con vivir en una democracia. Son problemas que se resuelven a largo plazo. A corto plazo, la única repuesta ante discursos falsos es más discurso verdadero. Hacen falta respuestas de todos los partidos que planteen lo siguiente: 'un ataque de fake news contra un partido es un ataque contra todos los partidos'. Así, los electores pueden ver que este tipo de discurso no es lo típico de exagerar con argumentos a su favor y en contra de otro.
¿Qué pueden hacer los medios de comunicación?
Los medios de comunicación tienen que decidir cómo van a responder. Los periodistas compiten unos contra otros. Todo el mundo quiere tener la exclusiva, ser el primero, tener la mejor historia, no escribir lo que ya escribió el otro. Pero hace falta tener una comunidad periodística que defienda su papel, dejando de lado intereses comerciales, para escribir de un modo común contra las mentiras y las fake news.
Del mismo modo, tienen que ponerse de acuerdo en no utilizar fuentes ni materiales que han sido robados o que resulta de un pirateo informático. Esto fue lo contrario que ocurrió cuando se publicaron los e-mails de Podesta robados en Wikileaks. The New York Times o The Washington Post se plantearon si debían publicarlos o no. Lo hicieron porque se dijeron que, si no lo hacían, otro lo haría.
En Estados Unidos nunca estuvimos tan divididos desde la Guerra de Vietnam
Ahora hay una gran tensión entre la administración Trump y los medios de comunicación estadounidenses. ¿Cómo ve usted esa relación?
Nunca vi nada así. El presidente llamó a las empresas del mercado libre de la información y de las ideas, o sea, la prensa, “el enemigo del pueblo americano”. Esto es increíble. La responsabilidad que la prensa exige a los poderosos, para que éstos sean responsables de sus actos, revelando la corrupción, malversaciones o presentar hechos frente a mentiras, es la raíz de la democracia. Si un presidente dice que ese trabajo no vale nada o es el trabajo del enemigo del pueblo americano, es un ataque a la integridad de la democracia en sí.
¿Caminan las democracias occidentales hacia la auto-destrucción con Estados Unidos al frente ?
El presidente ha podido atacar al sistema en sí. Porque Trump ha atacado a la prensa pero también a la independencia del poder judicial. Pero estamos viendo niveles sin precedentes de protestas y resistencias en el público estadounidense. Es un tiempo muy complicado en Estados Unidos. Probablemente nunca estuvimos tan divididos desde la Guerra de Vietnam.
Puede que haya una renovación del movimiento democrático en Occidente
¿Hasta qué punto Europa puede caer en una espiral así?
No podemos hablar de Europa como algo monolítico. Hay muchos países en el continente. Tomemos el ejemplo de Alemania. No creo que la situación en Alemania sea comparable con la de Estados Unidos. Hay cosas que coinciden, como el decaimiento del mercado de la información, pero no es algo tan severo como en Estados Unidos. También vemos un debate político más polarizado, con más exageraciones y más teorías de la conspiración. Pero esto está en los márgenes de la cultura política del país. Además, en Alemania todavía hay un gran escepticismo entre la información que llega por las redes sociales y la información tradicional.
Aún así, si yo fuera político en Alemania, estaría preocupado, porque la tendencia es la misma que en Estados Unidos. En lo que respecta a los medios de comunicación, tanto en Alternativa para Alemania, en Alemania, como el Frente Nacional, en Francia, por poner dos ejemplos, están construyendo su propio ecosistema de medios de comunicación, con sus propias fuentes y atacando a los medios tradicionales. En Europa estamos en un momento de inestabilidad. La crisis de los refugiados ha contribuido en esto.
¿En qué sentido?
Se ha convertido en un fenómeno en torno al cual el populismo de ultraderecha se ha ido moviendo y ha permitido la creación de una burbuja mediática en la que ha florecido ese ecosistema de medios de ultraderecha. Sin la crisis de los refugiados, los movimientos y partidos xenófobos no habrían crecido tanto.
¿Saldremos en Europa y Estados Unidos de esta situación de inestabilidad?
Tengo una visión pesimista. Pero hay una forma de ver esto positivamente. Lo que espero es que hayamos llegado a un momento de la historia en el que los ciudadanos del Occidente democrático se despierten y se den cuenta de que la democracia no sólo existe por sí misma, que tenemos que trabajar por ella, que tenemos que trabajar de forma eficaz y que tenemos que hacer que nuestros responsables políticos sean responsables de verdad. Hay que invertir en medios de comunicación democráticos para que sirvan de soporte para un mercado de información e ideas robusto. La situación actual puede avivar una respuesta para que haya una renovación del movimiento democrático en Occidente.
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