La semana pasada, por sorpresa y decreto ley, el presidente de la República de Brasil Michel Temer decidió abrir el camino a la desprotección de una gran área de la selva amazónica: 46.450 kilómetros cuadrados entre los estados de Pará y

Amapá en el norte de Brasil. Una extensión superior a la totalidad de la provincia de Extremadura que se abre para que el capital privado pueda investigar y explotar sus recursos minerales.

El debate que el gobierno quiso evitar en el Parlamento aprobando la medida por decreto y no por proyecto de ley se ha trasladado a los medios de comunicación, la calle, el poder judicial y hasta componentes de su propio gobierno. La

desprotección de la Renca (Reserva Nacional del Cobre y Asociados) parece gustar únicamente a los “ruralistas”, los diputados que defienden en el Parlamento los intereses de la industria agropecuaria y minera por encima de los ambientales.

Para que se entienda el porqué de esta impopular medida aprobada a toda prisa hay que situarse en el 3 de agosto. El Parlamento brasileño votaba en ese momento si retiraba el aforamiento a Michel Temer para que el Tribunal Supremo pudiera juzgarlo por un delito de corrupción pasiva presentado por la fiscalía. Se le acusaba de haber recibido una maleta con 500.000 reales -unos 135.000 euros- a cambio de favores a la empresa cárnica JBS. La mayoría del Parlamento, 263 diputados votaron para que la denuncia se quedara archivada en un cajón hasta el fin del mandato del presidente. 

Marcio Astrini, el coordinador de políticas públicas de Greenpeace en Brasil, denuncia claramente que a cambio de su apoyo al presidente muchos diputados "colocaron sobre la mesa como condición proyectos de ley que en algunos casos

venían intentando aprobar durante décadas sin éxito (y que) ahora se están aprobando de la noche a la mañana". La desprotección de esta gran área de la selva amazónica conforma el pago que Temer tiene que rendir por su supervivencia en el poder, según las asociaciones ecologistas que han conseguido movilizar a varios sectores de la vida pública de Brasil.

Y las empresas privadas, ya estaban al tanto. Algunos días después de la aprobación de esta medida, se supo que el ministro de minas Fernando Coelho ya había alertado hace cinco meses a varias empresas mineras canadienses para

que se prepararan para cumplir los requisitos del concurso público que se producirá en breve si la iniciativa sigue adelante. 

La medida, por impopular, pero sobre todo por improvisada, está encontrando múltiples obstáculos. El gobierno ya ha dado una ligera marcha atrás; afirma que redefinirá los puntos más imprecisos del decreto. Tanto en el Parlamento como

en el Senado se recogen firmas y presentan iniciativas que invaliden la decisión. La justicia ha paralizado también el proceso. Según el artículo 255 de la constitución brasileña las áreas de protección ambiental, especialmente las amazónicas, sólo pueden ser modificadas mediante proyecto de ley y no a través del procedimiento escogido por el gobierno.

Sin embargo, Michel Temer tiene la firme decisión de sacar adelante la medida, a pesar de las voces discordantes. La más destacada ha sido la de Giselle Bündchen. La modelo que desfilaba al son de la canción La chica de Ipanema inaugurando los Juegos Olímpicos hace un año ante el presidente del gobierno, ahora le ha mandado un indignado tuit: “VERGÜENZA. ¡Están subastando nuestro Amazonas! No podemos destruir nuestras áreas protegidas en pro de intereses privados.”

A este grito se han sumado ciudadanos y artistas, entre los que destacan la actriz Sonia Braga o el cantante y compositor Caetano Veloso. En la página www.342amazonia.org se recogen firmas digitales y se acumulan argumentos a favor de la protección máxima de la selva amazónica.

El presidente Michel Temer se defendió el miércoles afirmando que el decreto sirve, en contra de lo que parece, para proteger el área. “Ustedes saben que allí había una explotación clandestina e ilegal de minerales. Y se puede verificar en el

decreto que hay una preservación absoluta de cualquier área ambiental e indígena.” Para el gobierno, la entrada de capital inversor en la zona supondrá una inyección muy positiva para la economía en un momento que parece decisivo para la salida de la crisis que vive Brasil. 

Qué es la renca

La Reserva Mineral de Cobre y sus Asociados (Renca) fue creada en 1984 después del fin de la dictadura militar en Brasil. El área no se protegió por motivos ambientales sino para garantizar la exclusividad del estado en cuanto a su estudio y posterior

explotación minera. Sin embargo, han sido pocos los estudios que se han realizado en estos 46.450 kilómetros cuadrados que se presumen muy ricos en oro, tántalo y cobre.

Ahora se abre paso a la iniciativa de las mineras privadas. En realidad sólo está en juego una superficie estimada entre un 15 y un 30% de la Renca para la explotación minera directa. El resto del terreno está dividido en nueve áreas que

tienen una protección suplementar. Siete de ellas por su riqueza ambiental y otras dos por ser consideradas territorio indígena. Estas áreas quedarán fuera de los planes de explotación que presenten las mineras privadas.

Pero las organizaciones ecologistas temen que la inyección de capital a la zona traiga consecuencias fatales para las otras áreas. Michel de Souza, de WWF Brasil, lo denunciaba a las puertas del Parlamento este jueves: “Abrir esta área significa

aumentar la deforestación de la región, significa contaminar los ríos y los peces de la región”. Los flujos migratorios que provocaría el nuevo estatus de las áreas desprotegidas podrían extenderse a las otras áreas.

Además, la medida en sí misma ya es según Greenpeace “un ataque sin precedentes a los derechos indígenas”. A la amenaza que supone la desprotección de la Renca se suma el proyecto de ley que intenta autorizar la explotación minera en todas las

tierras indígenas de Brasil. Si se aprobara, los Waiãpy, los Apalaí y los Wayana habrán visto cómo sus territorios pasan de tener una doble protección a ser tránsito libre para la explotación económica.

Michel Temer sólo cuenta con el 5% de aprobación entre los brasileños y sin embargo su templanza le está sacando victorioso de todas las crisis a las que se ha enfrentado hasta ahora. Aunque abierto a posibles modificaciones, el gobierno se ha mostrado firmemente dispuesto a superar todas las trabas políticas y jurídicas y convertir en realidad una decisión que ya está tomada.