Un tribunal de menores de Malasia ha acusado este jueves a dos adolescentes malasios, ambos menores de edad, de causar el incendio que mató a 23 personas en una escuela musulmana en la capital del país, Kuala Lumpur.
El incendio estalló en un dormitorio de la planta superior del edificio de tres pisos, donde la mayoría de los alumnos estaban durmiendo en literas. Muchas de las ventanas de la habitación estaban selladas con rejillas de metal, lo que impidió la salida de muchos de los jóvenes.
Los dos acusados formaban parte de un grupo de siete jóvenes, todos ellos varones de entre 12 y 18 años, a quienes la Policía ha acusado de haber provocado el incendio después de mantener una pelea con otros compañeros. Los jóvenes enjuciados son vecinos del barrio y no asistían a la escuela.
"Están siendo juzgados conjuntamente y afrontan los cargos por 23 asesinatos, por cada una de las víctimas del incendio", ha declarado el fiscal encargado del caso, Othman Abdullah, a la salida del tribunal de menores en Kuala Lumpur.
Los jueces no han revelado la identidad ni las edades de estos jóvenes debido a las leyes de protección de menores de Malasia, pero han afirmado que ambos son menores de edad.
Las leyes de Malasia contemplan la pena de muerte por delitos como el asesinato, pero las autoridades han asegurado que no la solicitarán para estos jóvenes por ser menores de edad. En su lugar podrían hacer frente a penas de cárcel, latigazos, multas o detención en un centro.
Los dos acusados, junto a otras cuatro personas, también se enfrentan a cargos por consumo de drogas. Entre ellos solo se encuentra una persona mayor de edad. Otro de ellos ha sido puesto en libertad por falta de pruebas, según ha explicado Othman.
Los acusados habían dado positivo en una prueba de drogas, por consumo de marihuana y metanfetaminas, según ha podido saber la agencia de noticias Reuters. El tribunal ha fijado la próxima audiencia para el día 28 de noviembre.
El incendio que tuvo lugar en otra escuela de Kuala Lumpur el 14 de septiembre, el más mortífero que ha habido en dos décadas, fue un incidente que provocó indignación pública y trajo consigo demandas de una mayor seguridad y una regulación más dura en las escuelas religiosas.