El Nobel de la Paz, una declaración de guerra a las armas nucleares
El jurado premia a ICAN y parece lanzar un mensaje para rebajar la escalada entre Trump y Kim Jong-un.
7 octubre, 2017 02:22El año pasado el presidente colombiano Juan Manuel Santos fue distinguido con el Nobel de la Paz por "sus decididos esfuerzos para acabar con más de 50 años de guerra civil" en Colombia. Este año, la academia sueca ha decidido dejar sin nombre propio a su galardón más célebre (y en ocasiones polémico) y ha optado por premiar una causa: la de evitar una guerra nuclear y reconocer el trabajo de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN)
El jurado parece haber tomado buena nota de las declaraciones de líderes mundiales como Donald Trump o Kim Jong-un, que siguen enzarzados en una escalada de tensión diplomática plagada de amenazas y juegos de guerra. "Es inaceptable que aún haya países que tengan y amenacen con usar armas nucleares. Este premio, además de un gran honor es un mensaje muy fuerte a los estados que deben abandonar este tipo de arsenal", ha celebrado Beatriz Fihn, directora de ICAN.
Las armas nucleares son una "amenaza constante" para la humanidad y la vida en la tierra, según ha resaltado el veredicto de los Nobel, que parece querer pasar por encima de la banalización que de esta amenaza hacen el presidente de EEUU con sus tuits sobre "el hombre cohete" de Corea del Norte que presume de misiles de largo alcance.
La coalición de ONG premiada por la academia sueca es la responsable de que en julio se firmara el primer tratado global de prohibición, apoyado por dos tercios de los países de la ONU. La ausencia de un acuerdo vinculante con tanto apoyo como los suscritos sobre las bombas racimo o las armas químicas en materia nuclear ha pesado a la hora de otorgar el Nobel de la Paz a ICAN. "Es una llamada a que esos estados inicien negociaciones serias con vistas a una eliminación gradual, equilibrada y cuidadosamente monitorizada de las casi 15.000 armas nucleares que hay en el mundo", ha destacado el jurado en su fallo dado a conocer en Oslo este viernes.
El alcance del tratado es simbólico, ya que las nueve potencias nucleares -Estados Unidos, Rúsia, Reino Unido. Francia, Israel, China. India, Pakistán y Corea del Norte- y todos los miembros de la OTAN (a excepción de Holanda, que ha votado en contra) se han abstenido en la aprobación del texto del tratado. Incluso Japón, el único país en sufrir un ataque nuclear, en 1945, rechazó participar en las negociaciones.
En su página de Facebook, la organización agradeció el premio y lo dedicó a los "supervivientes de los atentados atómicos de Hiroshima y Nagasaki y a las víctimas de explosiones nucleares en todo el mundo".
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, se ha pronunciado sobre el premio en su cuenta de Twitter subrayando que "ahora, más que nunca, necesitamos un mundo sin armas nucleares".
Una coalición con más de 10 años
El ICAN trabaja hace más de 10 años para conseguir la eliminación de estas armas de destrucción masiva. La coalición reúne a un centenar de países y cerca de 500 organizaciones humanitarias, de protección de los derechos humanos y pacifistas en torno a un único objetivo: acabar con las armas nucleares. "Las armas nucleares son únicas en su poder destructivo, en el indecible sufrimiento humano que causan, en la imposibilidad de controlar sus efectos en el espacio y en el tiempo y en la amenaza que representan para el medio ambiente, las generaciones futuras y la supervivencia de la humanidad", dice en su página web.
La organización denuncia también que los países con armamento de este tipo se gastan más de 105.000 millones de dólares al año en en mantenimiento y modernización de sus arsenales, dinero que podría estar siendo invertido en "servicios públicos, como la educación, la sanidad u otros servicios esenciales".
Con un presupuesto anual de 1 millón de euros, el ICAN funciona gracias a las ayudas financieras de varios Gobiernos, así como de donantes privados, la Unión Europea y fundaciones. La coalición ha movilizado a activistas y personalidades para defender su causa, como Ban Ki-moon, ex secretario general de la ONU, el artista y activista Ai Weiwei o Desmond Tutu, arzobispo sudafricano y Nobel de la Paz en 1984.