Kevin Halligen será recordado como el detective privado contratado por la familia McCann para encontrar a la pequeña Madeleine, desaparecida el 3 de mayo de 2007 en el Algarve portugués. También por estafarles unas 300.000 libras esterlinas con una vida por todo lo alto mientras no consiguió un sólo resultado en sus pesquisas sobre el paradero de la pequeña Maddie. El cuerpo de Halligen, de 56 años, fue encontrado sin vida en su casa, completamente ensangrentado y con muchas preguntas en torno a su fallecimiento. La policía británica ya ha comenzado las investigaciones.
Aún no se han esclarecido las causas de la muerte, que se produjo el pasado lunes, pero desde el departamento de policía del condado de Surrey, al suroestes de Londres, está investigando el fallecimiento bajo la etiqueta de "inexplicable". "La muerte se trata como inexplicable y un archivo del caso se pasará a la oficina del forense a su debido tiempo", confirmo un portavoz policial.
Sin embargo, las informaciones de la policía contrastan con las de una de las personas que más y mayor trato tuvo con Kevin Halligen en los últimos tiempos. Se trata de Adrian Gatton, un periodista de investigación que realizó un documental junto a Halligen para Channel 5 -The McCanns and the Conman- que confirmó a la Asociación de la Prensa inglesa que el detective privado murió sumido en una profunda adicción al alcohol. "Seguramente su muerte no tiene nada que ver con algo sucio, como se ha sugerido, aunque ciertamente es lo que mucha gente deseaba. [...] Tengo entendido que fue encontrado muerto el lunes por la noche. Había sangre en la casa, mucha, probablemente causada por las caídas anteriores cuando estaba borracho", señaló.
"Halligen era cada vez más caótico. Las manchas de sangre no están muy claras y su casa estaba llena de botellas vacías. Mucha gente le deseaba lo peor, pero su muerte está casi seguro relacionada con el alcoholismo", concluyó.
Lo cierto es que Halligen se ganó el odio de buena parte de la sociedad británica y mundial al convertirse en un aprovechado de la desgracia de los McCann. Poco después de que la pequeña Maddie desapareciera en mayo de 2007 en un resort vacacional del Algarve portugués, Kevin Halligen y su firma de detectives privados con sede en Washington (EEUU), Oakley International, fue contratada por los padres de Madeleine para seguir la pista de la desaparición de la pequeña de tres años.
Halligen recibió aproximadamente 300.000 libras esterlinas -unos 340.000 euros en la actualidad-. Era dinero en efectivo, recaudado entre los fondos donados por la gente para ayudar a localizar a la pequeña y que el detective utilizó, como se demostró más tarde, en viajes en primera clase, suite de lujo, un chófer y una mansión en Virginia, Estados Unidos. Eso, durante los seis meses que los McCann confiaron en él, porque el contrato original era por medio millón de libras, aunque los padres de Maddy rompieron su acuerdo con Oakley International.
El detective, que desde la prensa británica calificaron como una especie de James Bond, al menos en sus intenciones, fue extraditado a Estados Unidos en 2012, donde tuvo que hacer frente a cargos de estafa por valor de 1,5 millones de euros tras conseguir fondos de una empresa holandesa para liberar a dos de sus ejecutivos secuestrados en Costa de Marfil.
Un portavoz de los McCann, Clarence Mitchell, dijo este sábado que sus clientes "no tuvieron ninguna relación posterior con Kevin Halligen después de la finalización de su contrato con Oakley International y bajo estas circunstancias no realizarán ningún comentario. Claramente, este es un asunto para la policía y la oficina del forense".