Praia da Luz es un pequeño pueblo del sur de Portugal ubicado en el Algarve, dentro del distrito de Faro. Las aguas del océano Atlántico bañan sus costas. Aquí, en torno al 80% de su población es extranjera, en su mayoría de origen británico, aunque también residen alemanes, franceses y holandeses.

Este miércoles, cuando EL ESPAÑOL recorre sus callejuelas medio desiertas, cae una lluvia fina y gélida. Luego, a mitad de mañana, el cielo se abre dejando paso a un tibio sol. Como aún no es temporada alta, muchos de sus comercios y restaurantes siguen cerrados, aunque se ve a parejas de jubilados pasear con la parsimonia de quien hace tiempo que se olvidó de las prisas.

Kate y Gerry McCann junto a una imagen de su pequeña.

Para llegar hasta Praia da Luz desde España lo mejor es cruzar por la provincia de Huelva a través del puente sobre el río Guadiana a su paso por Ayamonte, frontera natural entre ambos países. Luego, una autopista de pago le llevará hasta este lugar que un día dejó de ser un remanso de paz y captó la atención de todo el mundo.

Hace una década, el 3 de mayo de 2007, la pequeña Madeleine McCann, de sólo tres años, desapareció aquí. Lo hizo mientras dormía junto a sus dos hermanos gemelos en una habitación de un apartamento del complejo Ocean Club. Sus padres, mientras, cenaban con varios amigos en un restaurante a sólo 50 metros de donde se alojaban. Confiaban en que nada les pasaría a sus tres retoños.

Desde aquel día, nada se ha vuelto a saber de Maddie, cuyas fotos con el rostro níveo y sus ojos redondos y verdosos dieron la vuelta al mundo una vez se le perdió el rastro. Este miércoles se cumplirán 10 años de su desaparición. En todo este tiempo las policías británicas y portuguesas han investigado el caso a conciencia. Sin embargo, el enigma de lo que le sucedió a la niña sigue latente. Estas son las claves de una ausencia de la que se desconoce si acabó en rapto o en muerte.

1. LA ÚLTIMA NOCHE CON MADDIE

Los McCann llegaron a Portugal el sábado 28 de abril de 2007. Viajaron junto a otras tres familias: Jane, Russell y sus dos hijas; Matthew, Rachael y su única hija, y David, Fiona y sus dos niñas.

Aquel 3 de mayo de 2007 era jueves. El matrimonio Kate y Gerry McCann, dos médicos residentes en Rothley (Inglaterra), cenaban plácidamente junto a varias parejas de amigos en el bar Tapas, dentro del complejo turístico Ocean Club de Praia da Luz.

El local, que sigue en pie, está ubicado a unos 50 metros del apartamento 5A, donde se hospedaba el matrimonio y sus tres hijos, todos ellos concebidos mediante fecundación in vitro. Maddie fue la primera en nacer y, por ello, la mayor. Sus hermanos tenían un año menos que ella.

La pareja había llegado al Tapas en torno a las 20.40 horas. Cada 20 o 30 minutos uno de los dos se levantaba de la mesa y acudía a observar si sus hijos continuaban durmiendo. En torno a las 22 horas, en uno de sus turnos, la madre, Kate, volvió al restaurante alarmada y gritando. “Maddie no está. Se la han llevado”.  

De inmediato, el padre comenzó a buscar a la niña. Tras no verla en su cama, preguntó a vecinos y miró debajo de coches, entre arbustos, en la piscina del complejo. Pero nada. Se había esfumado. Mientras, su esposa no dejaba de llorar. Estaba inmóvil, desconsolada.

“Lo recuerdo como si fuera hoy mismo”, dice Larry, un escocés de 67 años que tiene casa en Praia desde hace dos décadas. Está a dos calles más abajo. La compró como residencia de verano. Ahora, jubilado, pasa aquí largas temporadas junto a su esposa, que se ha quedado en casa. “El padre parecía poseído por la ansiedad. La madre, en cambio, apenas se podía mover. Lloraba muchísimo. Los vecinos ayudamos a buscar, pero todo fue en vano”.

La piscina del complejo Ocean Club donde estaban alojados los McCann en mayo de 2007. A.L.

Tras alertar a la policía portuguesa, que se personó en el lugar de los hechos con cierto retraso, la madre de Maddie dijo que cuando entró a la casa la puerta y una de las ventanas del apartamento estaban abiertas. Semanas después, un testigo desmintió dicha versión.

Aquella noche se activó un dispositivo de búsqueda de la niña. Centenares de agentes y perros policías peinaron la zona, ubicada en un remonte escarpado que rodea las urbanizaciones del pueblo. Los investigadores interrogaron a los padres de la desaparecida y a los amigos de los McCann. Fruto del nerviosismo o de alguna otra razón, cayeron en notables contradicciones, como la de la puerta y la ventana abiertas.

2. UN VECINO, SEÑALADO COMO ‘CULPABLE’

A unos 80 metros del apartamento 5A del Ocean Club está la casa de Robert Murat, quien fuera primer y principal sospechoso de la desaparición de la niña. Se trata de un chalet rodeado de setos y con jardín.

Robert Murat fue el primer sospechoso de la desaparición.

Este miércoles, varios perros ladran cuando se acerca el periodista. Pese a que una ventana está entreabierta, nadie abre cuando suena el timbre del portón de entrada. Quizás sea lógico ya que son muchos los medios de comunicación, sobre todo británicos, que estas semanas se han desplazado hasta Praia da Luz para recordar el caso y tratar de hablar con aquellos que lo vivieron de cerca.

En este chalet vivía Murat en mayo de 2007. Por aquel entonces este británico tenía 34 años y estaba separado. Con su exmujer tenía una hija de la misma edad de Madeleine. De padre portugués, residía aquí junto a su madre (79).

Desde el principio, Murat se ofreció a los McCann como traductor en las conversaciones con la policía portuguesa. También se presentaba ante la prensa como portavoz de la familia, según denunció una periodista del Sunday Mirror. Ese “extraño interés” por parte de un desconocido le situó de inmediato como el primer sospechoso oficial de la investigación.

Pero la fiscalía lusa canceló sus sospechas sobre él un año después de la desaparición de la niña. Fue el 21 de julio de 2008, cuando archivó el caso. Los investigadores lusos lo interrogaron en varias ocasiones, pero en el registro de su casa -incluido el vaciado de la piscina y excavaciones en el jardín- no encontraron ninguna prueba que le implicara.

Para Times online, Robert Murat fue “la víctima olvidada del ‘caso McCann’”. Los diarios británicos que lo señalaron directamente como el autor de la desaparición de Maddie tuvieron que indemnizarle con 715.000 euros por difamación contra su persona.

3. GIRO DEL CASO: LAS SOSPECHAS RECAEN SOBRE LOS PADRES

Tras la desaparición de la niña, Portugal entero se movilizó. En 2007, 1.000 agentes lusos estaban inmersos en la búsqueda de la niña. Aquella noche y durante algunas semanas después se cerró la frontera con España y se extremó la vigilancia sobre los puertos y aeropuertos del país vecino.

Reino Unido desplazó hasta Portugal perros especializados en la detección de restos de sangre y olor a cadáver. El 6 julio de 2007, dos meses después de la desaparición de la niña, los investigadores pusieron el foco de sus sospechas sobre los padres.

Aquellos canes identificaron vestigios de sangre y otros fluidos de Maddie en el apartamento del Ocean Club en el que se hospedaban y también en un coche que los McCann alquilaron dos semanas después de que se le perdiese la pista a su hija. Con aquellas pruebas, los investigadores británicos y lusos admitieron por primera vez que Maddie podría haber sido asesinada.

Tras un interrogatorio de 16 horas, se declaró oficialmente sospechosos a los padres de Madeleine. La razón: la "muerte accidental de su hija". Aunque quedaron en libertad, ninguno fue capaz de explicar cómo llegaron restos biológicos de su hija a un coche que alquilaron después de que se esfumase.

El apartamento donde se hospedaban los McCann era el 5A. A.L.

Tres días más tarde, los McCann abandonaron Portugal acompañados de sus gemelos. Se instalaron en su vivienda de Inglaterra. Dijeron que querían que sus hijos llevaran una vida “lo más normal posible". Cuando el fiscal general de Portugal decidió archivar el caso, en julio de 2008, exoneró al matrimonio de las sospechas de implicación ya que no encontró pruebas suficientes para incriminarlos.

El matrimonio McCann creó una web para recaudar fondos que ayudaran a dar con Maddie. Viajaron a España, Marruecos, EEUU, Inglaterra, Holanda, Berlín y Roma. Hasta el Papa Juan Pablo II los recibió en el Vaticano. En aquella campaña internacional se implicaron personalidades como J.K. Rowling (creadora de la saga Harry Potter), Richard Branson (presidente de Virgin) y los futbolistas Wayne Rooney, David Beckham o Cristiano Ronaldo. Todo resultó en vano.

El matrimonio creó una web para recaudar fondos que ayudaran a dar con la pequeña.

Los McCann no rehuyeron de la prensa en ningún momento. Concedían entrevistas, convocaban a los medios, publicaron un libro, participaron en reportajes televisivos. También crearon una fundación, con la que obtuvieron millón y medio de euros. Pese a que prometieron que dedicarían ese dinero a las labores de búsqueda, sólo cinco meses después de que Maddie desapareciera se supo que con él pagaron la hipoteca de su casa.

4. UN EXPERTO POLICÍA ACUSA DIRECTAMENTE A LOS McCANN

Se llama Gonçalo Amaral y él fue el comisario que estuvo al frente de la investigación desde el minuto uno. Sin embargo, a los cinco meses se le apartó de su cargo y también del caso. Se debió a las declaraciones vertidas en una entrevista en un periódico luso. En ella, el avezado sabueso aseguró que la niña estaba muerta y que la policía británica había colaborado con los padres de Maddie para encubrir la autoría de su asesinato.

Cuando abandonó la policía de su país, Amaral publicó el libro Maddie: la verdad de la mentira. Fue un superventas en Portugal y en Reino Unido. En dicha publicación el ex agente señala directamente a los padres de la niña. Dice que Maddie murió aquella misma noche, que detrás de un sofá se encontró sangre humana, que Gerry escondió el cadáver de su hija en una playa próxima y que unos días después lo trasladó hasta otro lugar, del que desconoce su ubicación.

Gonçalo Amaral publicó el libro Maddie: la verdad de la mentira. Fue un superventas.

Cuando el ex comisario presentó el libro, los medios de comunicación de medio mundo solicitaron entrevistarlo. "Creo que los padres la enterraron o la quemaron", dijo a varios de ellos. Aquellas acusaciones llevaron a los McCann a denunciarlo. Un juez impidió que se siguiera vendiendo, aunque meses después se levantó esa misma sanción. Aunque en un principio se le impuso el pago de medio millón de euros a los padres de la niña, en abril de 2016, hace ahora un año, un tribunal de Lisboa absolvió a Amaral.

Esta pasada semana, en una entrevista concedida a un medio de comunicación australiano, Amaral insistió en su teoría de que el MI5, el servicio de inteligencia de Reino Unido, ayudó a Gerry McCann a deshacerse del cadáver de Madeleine en un pozo después de que sus padres la mataran de forma accidental. “El matrimonio sedó a Maddie y la niña murió mientras ellos cenaban”, afirmó ante las cámaras de Channel 7.

En las dos últimas semanas, este periodista se ha puesto en contacto con el abogado de Amaral en repetidas ocasiones para poder mantener un encuentro con él. Pero el ex comisario no ha respondido a la propuesta de EL ESPAÑOL.

5. LA TEORÍA DEL ROBO FALLIDO

Heriberto Janosch González es psicólogo especializado en criminología. Desde 2011 ha analizado cada uno de los miles de folios que componen el caso y ha viajado en numerosas ocasiones hasta Praia da Luz. Argentino afincado en Madrid, Janosch sostiene que los padres de Maddie no tienen nada que ver con la desaparición de la niña. Sólo les achaca un error: haberla dejado sola.

Este criminólogo piensa que aquella noche se produjo un hurto en el apartamento 5A del Ocean Club, que Madeleine se despertó y salió al encuentro del ladrón. Cuando se dio cuenta de que no era alguien de su familia -afirma-, la niña habría empezado a gritar. El delincuente, asustado, se la habría llevado.

Janosch explica que 17 días antes del secuestro ocurrió un hurto en el apartamento 5L, y que una semana antes se produjo un intento de robo en el 5G. Ambos, en el mismo bloque de apartamentos. En los dos casos, “como en el secuestro de Madeleine, una ventana fue abierta desde el exterior”.

Los McCann no rehuyeron de la prensa en ningún momento.

Este experto da un nombre: José Carlos Fernandes da Silva, de 30 años, empleado del Ocean Club. Se encargaba de llevar a los turistas desde la recepción principal hasta los apartamentos en un minibús. José Carlos vivía a unos doscientos metros del apartamento de Madeleine y a esa misma distancia del lugar donde una familia vio a un hombre llevando en brazos una niña rubia en torno a las 22.05 horas de aquel 3 de mayo.

Janosch explica que el día del secuestro José Carlos no fue a trabajar, pero que sí se encontraba en la zona. Hizo tres llamadas a Ricardo Rodrigues. En torno a las 23 horas, según un testigo que informó a Scotland Yard, ambos estaban discutiendo en voz alta en mitad de la calle. Cuando notaron que les miraban, bajaron la voz. José Carlos tenía antecedentes policiales por hurto. Nunca se les llegó a imputar.

Precisamente, la vivienda en la que se hospedaron los McCann fue vendida a una mujer británica a principios de este década. Pagó por ella 130.000 libras. Estos días, la mujer no está en la vivienda, aunque un operario que le arregla la persiana del comer sale y entra de ella a cada poco.

6. LA NIÑERA ROMPE SU SILENCIO

Una niñera que trabajaba en el Ocean Club y que cuidó de los hijos de los McCann en Praia da Luz rompió su silencio de 10 años la semana pasada. Lo hizo en una entrevista exclusiva con The Mirror, medio que no desveló su identidad por petición expresa de la mujer.

La niñera aseguró que Madeleine era la favorita de todas sus compañeras de trabajo. "Recuerdo su carácter y temperamento. Era ligeramente tímida, muy dulce", señalaba.

Aquella fatídica noche del 3 de mayo de hace una década la tiene aún guardada en su memoria: "Un padre se me acercó y me dijo que estaba ocurriendo algo. Que alguien estaba buscando a su hijo. No pensé que pudiera ser Maddie".

Minutos después, la entrevistada vio a Kate llorando desconsolada. Al acercarse, supo lo que había ocurrido. "Se la llevaron", eran las palabras que la madre de la niña le repetía mientras intentaba tranquilizarla.

La Policía, según cuenta la mujer en dicha entrevista, tardó 90 minutos en llegar al apartamento de los McCann. “Gerry estaba muy angustiado. Buscaba debajo de los automóviles. No puedo olvidar eso. Nos dijeron que comenzáramos a buscar en cubos de basura. En ese momento nos dimos cuenta de que era algo serio".

La mujer, que colaboró en las tareas de búsqueda aquella noche, descartó ante los investigadores que los padres de Maddie estuvieran involucrados en su desaparición. “Ellos no fueron”, señaló a The Mirror.

7. VISTA EN MEDIO MUNDO: SIEMPRE IRREAL

Durante esta década que ha pasado a Maddie se le ha visto en España, Nueva Zelanda, Malta, Estados Unidos... Las policías británica y lusa han recibido durante este tiempo más de 8.000 llamadas y avisos de gente que decía haber encontrado el cuerpo de la niña enterrado. Pero todas las pistas eran falsas.

Varios medios dijeron que Madeleine había sido vista en Marruecos. La noticia resultó ser falsa.

En 2008, Portugal dio por cerrado el caso. No obstante, cinco años después, en 2013, la policía británica lo reabrió ante la insistencia del matrimonio McCann. Scotland Yard, que lleva gastados 11 millones de libras en estos diez años, anunció cuatro nuevas líneas de investigación.

Declaró sospechoso a un hombre blanco de entre 20 y 40 años, altura media y pelo castaño. No descartó la teoría del secuestro por parte de unos ladrones que actuaban en el Ocean Club por aquel tiempo. También sospechó de tres hombres que estuvieron cerca del apartamento la tarde de la desaparición de Maddie. Finalmente, nada dio frutos. Esta misma semana Scotland Yard ha admitido por primera vez que es posible que jamás aparezca la niña, que este próximo 12 de mayo cumpliría 14 años.

Dentro de unos días, Kate McCann, la madre de Madeleine, participará en un concurso de música de la televisión británica llamado Britain's Got Talent. Kate formará parte del Coro de Desaparecidos, integrado por familiares de personas a las que un día se les perdió el rastro.

El padre del joven Lee Boxell, desaparecido en el sur de Londres en 1988, ha compuesto una canción que habla sobre la ausencia de seres queridos y la incertidumbre. Seguro que mientras la canta, la madre de Maddie tendrá muy presente a la mayor de sus tres hijos.

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