La política internacional contiene la respiración ante meses decisivos en los que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afronta dos episodios de los que, para bien o para mal, puede depender su impronta en la historia. Por un lado tiene en la agenda -aún sin fecha concreta- la reunión con el líder norcoreano, Kim Jong-un; por otro, la decisión sobre la permanencia de Washington en el acuerdo nuclear con Irán, cuya adhesión pende de un hilo según ha manifestado recurrentemente Trump.
Y aunque ambos hechos tengan poco en común sobre el papel, en los dos permanece latente, de una manera u otra, el asunto de las armas nucleares. Lo paradójico es que mientras en la península coreana todo parece más próximo a la pacificación de lo que ha estado en el último medio siglo, con gestos de todas partes y con el prometedor encuentro entre líderes 'enemigos e irreconciliables' en el horizonte, la discusión en torno a las capacidades nucleares de Teherán enmaraña las horas previas a la fecha límite del 12 de mayo, cuando EEUU prevé tomar una decisión sobre su permanencia o no en el tratado.
Retórica bélica entre Irán y EEUU
Trump no ha escondido nunca que su deseo es el de retirar a su país del acuerdo. El pacto actual, firmado con Irán en 2015, incluye también a Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China. A través del mismo, estas potencias se aseguraban de que el régimen iraní desmantelara su plan de obtener armamento atómico, a cambio de levantar las sanciones internacionales que se cernían sobre el país.
Sin embargo, Trump siempre censuró la firma. Sobre todo porque aquel éxito diplomático lo obtuvo su predecesor en el cargo, Barack Obama. A partir de ahí han llegado argumentos de dudosa precisión para justificar su hipotético adiós, como que "es el peor acuerdo que ha firmado EEUU" y aquel que asegura que, pese a los puntos del acuerdo, aún exista "una dictadura de fanáticos" que "llevan muerte y caos al mundo" en y desde Irán.
"EEUU se arrepentirá pronto"
En lo que sí estaba certero Trump es en la seguridad de que Teherán no se iba a prestar a una renegociación del acuerdo. Porque este mismo domingo, el presidente iraní, Hasan Rohaní, ha defendido con vehemencia la labor de su país en el cumplimiento de lo pactado y deja claro que "no negociará sus armas defensivas con nadie" y seguirá combatiendo el terrorismo "en cualquier parte de la región" mediante la producción y almacenamiento de "misiles y armas en cualquier medida que sea necesario" ya que, aseguró, "a nadie le importa la decisión que tome el pueblo de Irán (respecto a este tema)".
Desactivada -o aliviada, más bien- la crisis norcoreana, parece que el nuevo 'máximo' rival de Washington en el concierto internacional es Irán. Teherán asume el reto y no se arruga ante la previsible salida de EEUU del pacto: "Tenemos planes para cada decisión de Trump. Si EEUU se retira del JCPOA (siglas en inglés del acuerdo nuclear) muy pronto tendrá un arrepentimiento histórico", aseguró Rohaní.
Pero más allá de los dos protagonistas, el enfrentamiento está arrastrando al resto de firmantes e incluso a Israel, enemigo acérrimo de Irán. Por un lado están los que se alinean sin rubor del lado de Estados Unidos y de su intención de volver a definir los términos del acuerdo. Es el caso de Francia, cuyo presidente, Emmanuel Macron, demostró una gran sintonía con Trump en su reciente visita a Washington; o de Alemania, si bien la frialdad del encuentro con Merkel no auguraba ninguna posición común al respecto.
Reino Unido no se ha manifestado sobre esta posibilidad pero su reacción ha sido inmediata: este fin de semana su ministro de Exteriores, Boris Johnson, ha viajado a Estados Unidos para reunirse con el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, y el asesor de seguridad nacional, John Bolton, para, entre otros asuntos, intentar evitar que se quiebre el pacto actual.
Israel: "Estamos preparados para todo"
Y mientras los países implicados esperan el próximo paso de Trump, Israel también aprovecha para presionar en el escenario y mostrar su beligerancia. Lo hizo con unos documentos en los que desvelaba la presunta existencia de un programa nuclear secreto iraní; y este domingo, su primer ministro, Benjamin Netanyahu, afirmó que está decidido a detener la "agresión hostil iraní" contra su país, "incluso si implica un enfrentamiento. No queremos una escalada, pero estamos preparados para cualquier situación ", dijo.
Netanyahu apunta a Siria, donde denuncia que "la Guardia Revolucionaria de Irán ha transferido armamento avanzado" que, asegura, "amenazaría a los aviones de las Fuerzas Aéreas de Israel". Este asunto es el principal punto sobre la mesa en el encuentro que mantendrá el miércoles con Vladimir Putin, "en un encuentro especialmente importante a la luz de los crecientes esfuerzos iraníes de establecer bases militares contra Israel en Siria", según el dirigente israelí.
Trama de espionaje contra Obama
Y en este contexto de tensión cruzada, el dominical británico The Observer desvelaba en su última edición que el equipo del presidente estadounidense contrató una agencia privada de intligencia israelí para elaborar una campaña de desprestigio sobre Obama y los representantes de su Ejecutivo que negociaron el acuerdo nuclear con Irán.
Según este medio, personas cercanas a Trump contrataron investigadores privados en mayo del año pasado para conseguir información "sucia" sobre la vida privada de Ben Rhodes, uno de los asesores de seguridad nacional del expresidente demócrata Barack Obama, y también sobre Colin Kahl, otro asistente del antiguo mandatario.
Los contactos se habrían establecido poco después de la visita de Trump a Tel Aviv el pasado año y, aunque no se conocen detalles del alcance o la influencia posterior, el Observer confirma que el plan también incluía el contacto con periodistas favorables al acuerdo, de medios como el New York Times o el periódico israelí Haaretz.