Argelia ha comenzado una huelga de cinco días que suponen un paso más en las protestas contra el presidente Abdelaziz Buteflika. El líder argelino lleva en el poder desde 1999, y actualmente se encuentra en su cuarto mandato, con 82 años.
Todos los comercios cerraron y se convocaron manifestaciones por todo el país contra la intención de Buteflika de mantenerse en el poder en un quinto mandato presidencial. El presidente apenas aparece en público desde que en 2013 sufrió un derrame cerebral que lo ha mantenido enfermo desde entonces.
El pasado domingo regresaba al país desde Ginebra (Suiza), donde se encontraba ingresado desde finales de febrero. El presidente se encuentra en "un estado de fragilidad" con una "amenaza vital permanente", según informa La Tribune de Genève.
Ante la amenaza de las multitudinarias protestas, Buteflika ha descartado presentarse a las próximas elecciones, las cuales se encontraban fijadas para el próximo 18 de abril, aunque ahora ha comunicado que retrasará los comicios sin confirmar una fecha concreta. Estas son las claves de la revuelta argelina.
La sombra de 1988, treinta años después
Hace treinta años Argelia vivió su episodio más sangriento. Las protestas no eran diferentes a las de ahora: los ciudadanos se movilizaban contra el alto paro, la inflación y la autocracia. Todo el país se inundó de protestas. Pero entonces, el resultado fue algo diferente: en una semana murieron 500 personas y alrededor de 1.000 resultaron heridas.
La Argelia de 1988 se había independizado 25 años antes. Entonces, el país se encontraba empobrecido y con una alta población jóven. La formación de estos jóvenes estaba obsoleta: la economía de mercado no necesitaba su formación industrial. Los bienes de primera necesidad comenzaron a aumentar sus precios.
La tensión en las calles se centró en atacar al Frente de Liberación Nacional (FLN) que llevaba en el poder desde la independencia de Francia en 1962. Era 5 de octubre y los manifestantes tomaron las calles al son de gritos como "levantad a la juventud o "queremos nuestros derechos".
El 6 de octubre se declaró la emergencia nacional, que estableció un toque de queda y prohibió las manifestaciones. Pero estas medidas, en vez de sofocar las revueltas, incrementaron la violencia. Cuatro días después, 20.000 personas se manifestaron contra el líder islamista Ali Belhadj. Las protestas fueron calladas a tiros por parte de los militares. Murieron 50 personas.
El presidente se dirigió a la nación al día siguiente, el 11 de octubre. Prometió hacer reformas políticas y eliminar del monopolio del Estado. También instauró subsidios a los alimentos y prometió mejores oportunidades.
Se presentó una nueva Constitución al año siguiente, propiciando las primeras elecciones democráticas del país. Pero en 1991, un golpe militar derribó del poder al Frente de Salvación Islámica, que había ganado las elecciones. El ejército prohibió el partido en 1992 y el país se vio en una guerra civil que, en 1999, había provocado más de 200.000 muertes. Ese año llegó Buteflika al poder, y en él continúa.
La importancia de los estudiantes
El papel de los estudiantes en las revueltas en Argelia es clave. Las manifestaciones en el país están conformadas en gran parte por este colectivo social, pues en Argelia el 45% de la población es menor de 25 años, por lo que algo menos de la mitad del país son estudiantes.
Además, en solo seis años, la tasa de estudiantes de educación superior ha aumentado hasta el 43%. Actualmente, suponen 1.7 millones de personas, habiéndose cuadruplicado en los últimos veinte años.
En Argelia, la Universidad es gratuita, pues está ampliamente subvencionada y descentralizada. En el país, cada distrito administrativo tiene al menos un establecimiento universitario. Los estudiantes, por lo tanto, suponen una poderosa fuerza en el movimiento contra Buteflika, pues demandan un futuro que estará protagonizado por ellos.
Otro factor importante es la feminización del colectivo estudiantil. La proporción de mujeres jóvenes supone ahora dos tercios del total de los estudiantes. El éxito femenino en los exámenes es, de media, más alto que el de los hombres, y por lo tanto su tasa de graduación también está por encima.
A pesar de estos datos, solo el 20% de los profesores universitarios son mujeres. Además, el paro en mujeres es mucho más alto que en los hombres. Por ello, su movilización en estas protestas es masiva e importante.
El peso de las mujeres
Malika, de 24 años dice: "Hoy las mujeres no van a bailar, hacen oír sus voces". El testimonio, recogido por Le Monde. Es 8 de marzo, Día de la Mujer, y toda Argelia está en la calle. Los comercios, cerrados. "El temor a la década de 1990 es todavía un poco profundo dentro de nosotros", dice Malika.
Su madre, Souhila, ronda los cincuenta años. "Para nosotros, está jodido, pero para ellos, ¿qué voy a dejar?", se pregunta. A pesar de ser un país rico en hidrocarburos, no hay suficiente empleo.
Sofía, otra mujer en las manifestaciones, tiene los ojos rojos y llorosos por el gas lacrimógeno. "Entiendo por qué mi esposo me dijo: no vengas. Pero estás cansado de esto, no puedes mantener la boca cerrada". Las mujeres también cantan el eslogan: "¡Ladrones, os habéis comido el país!".
Zahia es médico. Está atenta y preparada para intervenir en caso de ver algún herido que lo necesite, pero ha venido a protestar. "No quiero un quinto mandato. No quiero a Buteflika", dice.
La precariedad del empleo
El empleo en Argelia es un problema nacional. Preocupa sobre todo a los jóvenes, pues el 80% de ellos, entre los 15 a 29 años, viven con sus padres y están solteros, según Le Monde. Les resulta muy difícil encontrar la independencia con un trabajo estable y bien remunerado.
Los graduados universitarios tienen, de media, 27 años. En su mayoría, critican la formación académica que han recibido, pues la consideran insuficiente y sienten la necesidad de complementarla para poder encontrar un empleo.
El empleo público suele ser estable y bien pagado. Pero el sector se está viendo afectado por el debilitamiento del sector petrolero.
Por esa razón, además de que casi 2 millones de personas en el país son menores de 25 años y estudiantes, suponen una importante fuerza en las protestas contra el actual Gobierno. Demandan un cambio, una reforma que les dibuje un horizonte más claro.
El "paso atrás" de Buteflika
El presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, renunció el pasado lunes a presentar su candidatura a las elecciones presidenciales de abril, tras las masivas protestas registradas en las últimas semanas.
En un comunicado leído en el principal informativo de la noche, Buteflika anunció también el aplazamiento de las elecciones presidenciales previstas para el próximo 18 de abril y la apertura de un periodo de transición que permita elegir en las urnas a un sustituto.
"No me presentaré a un quinto mandato. Mi estado de salud y mi edad me han asignado como último deber con el pueblo argelino contribuir a colocar los cimientos para una nueva República, como parte del nuevo sistema que todos ambicionamos", ha dicho el presidente.
Los ciudadanos argelinos siguen en las calles hasta asegurarse de que Buteflika no interfiere en el proceso democrático del país.