Israel se enfrenta este martes 9 de abril a unas elecciones generales que podrían sacar del gobierno al actual primer ministro, Benjamin Netanyahu, tras 10 años consecutivos en el poder. La aparición de nuevos partidos y el deseo de una cara nueva en el país, pueden ser determinantes a la hora de cambiar de gobierno.
Netanyahu se juega su quinto mandato en unas elecciones que apuntan a resultados muy ajustados. Si se cumplen los pronósticos, el actual primer ministro perdería las elecciones pero podría mantener el cargo y acceder a un quinto mandato en una nueva coalición de derechas.
Los últimos sondeos publicados el pasado viernes 5 de abril en el diario israelí Yediot Ahronoth daban como ganador a la coalición 'Blue and White' (Blanco y Azul) formada por los partidos centristas Israel Resilience y Yesh Atid, que obtendría 30 de los 120 escaños que tiene el Knésset (parlamento).
Por otro lado, el Likud, partido liderado por Netanyahu, conseguiría 26 asientos. No obstante, con la posible coalición que podría formar con el resto de partidos de derecha ocuparían 63 escaños frente a los 57 de la coalición de centro-izquierda.
En su última legislatura, Netanyahu también tuvo que formar una coalición con otros partidos de derechas. Pero, a este hipotético gobierno de coalición, se unirían incluso partidos de 'extrema, extrema' derecha.
Alianza con la extrema derecha
En este sentido, la clave es Zehut, el partido de derecha más radical liderado por Moshe Feiglin. En las anteriores elecciones no consiguió representación parlamentaria pero en esta ocasión, se espera que llegue a ocupar 5 escaños.
Otro partido esencial con el que tendría que formar coalición es el de derecha radical, Israel Beiteinu, y que actualmente lidera Avigdor Lierberman. Según estos sondeos de Yediot Ahronorh, Beiteinu solo conseguiría 4 escaños, dos menos de los que que en la última legislatura.
Sin embargo, es importante porque su marcha del último gobierno supuso la pérdida de poder del mismo. Esto obligó a Netanyahu a convocar estas elecciones anticipadas, ya que pasó de tener 67 escaños a solo 61, una mayoría demasiado ajustada para gobernar.
El resto de partidos de derecha más moderada que formarían gobierno junto al Likud serían: Shas, representante del sector sefardí; Judaísmo Unido de la Torá, que forma parte del sector ultraortodoxo haredí; y el centroderechista Kulanu, que ya ha formado parte del Gobierno.
Por último, estaría el Nueva Derecha, un partido creado a finales de 2018 por Naftali Bennett y que se estima que conseguirá 6 escaños.
Coalición 'Blue and White'
La coalición centrista de Azul y Blanco es la principal rival de Netanyahu en cuestión de votos. Está formada por el partido Israel Resilience, fundado en diciembre por Benny Gantz, militar y Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel hasta 2015, que ha entrado con fuerza en las elecciones. También por Yesh Atid, otro partido de centro dirigido por el periodista y presentador israelí, Yair Lapid, y que en las últimas elecciones obtuvo 11 escaños.
A pesar de que, según los sondeos, consegurían 4 escaños más que el Likud, Azul y Blanco tendría que unirse al partido de izquierda Meretz, a la Unión Sionista (también de centro-izquierda) y a Balad-UAL (la alianza formada por los partidos árabes) para tener la mayoría suficiente para formar gobierno.
El problema es que Gantz ha dicho en distintas ocasiones que no se aliará con los árabes, que fueron la tercera fuerza política en las elecciones de 2015.
Respaldo social a Netanyahu
Además, hay que tener en cuenta dos factores importantes de la realidad israelí. Por un lado, este país se caracteriza por un cambio político constante (aparición y desaparición de partidos, alianzas, dimisiones...), y por otro, el gran respaldo social que todavía mantiene el Likud.
Como explica a este diario el Investigador Principal del Real Instituto Elcano, Haizam Amirah Fernández, especializado en Mediterráneo y Oriente Medio, "el mensaje del Likud sigue calando".
"Todo el espectro político se ha desplazado a la derecha, llegando a la 'extrema, extrema' derecha", añade Amirah Fernández. Por lo que la narrativa del partido liderado por Netanyahu -fuertes con la seguridad, negativa al apoyo palestino, tratamiento duro hacia Irán...- "recibe un amplio apoyo social".
"Sinónimo de Israel"
Está claro que, a pesar del deseo de muchos israelíes de renovar el Parlamento, Bibi, como le llaman los israelíes, es "sinónimo de Israel", tal y como reconoce a The New York Times, Micah Goodman, investigador en el Instituto Shalom Hartman de Jerusalén. Lleva más de 20 años en la política y, si vuelve a ser elegido primer ministro este año, se convertirá en el primer ministro de Israel con más años en el cargo.
En su actual campaña, ha querido destacar "la fortaleza económica, militar y tecnológica de Israel" al mismo tiempo que ha evitado hablar de su imputación por corrupción. Enmarcado en el 'caso 4000' o 'caso Bezeq', se acusa al primer ministro de cohecho, fraude y ruptura de confianza. A pesar de ello, Amirah Fernández afirma que todavía "no sabemos cómo va a influir su imputación en el comportamiento de los votantes".
Lo que Bibi sí quiere que cale en la población y que forma parte importante de su campaña electoral, es su estrecha relación con el presidente de Estados Unidos Donald Trump. Por ejemplo, con "su victoria" tras el reciente reconocimiento de Trump de los Altos del Golán como territorio israelí -algo que no acepta la comunidad internacional-.
"Netanyahu juega la carta del apoyo de una gran potencia" e incluso en sus carteles del Likud para las elecciones aparece él junto con Trump, apunta el investigador principal del Instituto Elcano.
Campaña sin contenido
El resto de partidos que compiten contra el Likud, centran sus energías en "posicionarse con respecto a Netanyahu". Todos los expertos coinciden en que están haciendo una campaña con poco contenido. Naomi Chazan, profesora emérita de ciencias políticas en la Universidad Hebrea de Jerusalén, explica en un medio israelí que "la campaña está centrada en ir todos contra Bibi".
Uno de los problemas fundamentales del país es que, exceptuando el partido de izquierda Meretz, todos están obviando es el conflicto con Palestina, al contrario que en elecciones anteriores en las que era un punto fundamental.
Por un lado, Netanyahu nunca ha mostrado mucho interés en resolver el conflicto. Es más, ha prometido una anexión de Palestina a Israel si gana las elecciones y también la de Cisjordania.
En este sentido, Benny Gantz, de Israel Resilience, se ha mostrado partidario de una separación de los palestinos y sostiene que Israel "no debe gobernar sobre otros pueblos". Aunque al mismo tiempo, como recoge El País, secunda la estrategia de Netanyahu sobre seguridad en el Valle del Jordán (mantener control militar en la frontera jordana) que impediría hacer viable un futuro Estado palestino.
Por el momento solo hay una cosa clara: todas las opciones están abiertas. La política israelí es muy cambiante y tiene una población muy fragmentada en todos los aspectos. Es posible que prevalezca la "estabilidad" que aporta Netanyahu como es posible que los ciudadanos apuesten por un partido completamente nuevo y desconocido.