Los inmigrantes como moneda de cambio, o como arma propagandística. Donald Trump se anotó la victoria en el último incendio que él mismo había provocado poco antes, la imposición de aranceles a las importaciones mexicanas que iban a entrar en vigor el lunes si el gobierno mexicano no accedía a tomar "medidas contundentes" para frenar la inmigración. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador dio su brazo a torcer, pero con cierta trampa: los cambios son más estéticos que efectivos y la medida beneficia a sus empresarios.
Fue el mismo presidente de Estados Unidos quien, a través de Twitter, anunció la suspensión de estas tasas, que amenazaban con subir los gravámenes a los productos de México paulatinamente desde el 5% hasta el 25% hasta el mes de octubre, lo que se preveía como un revés notable para la economía mexicana, que tiene en su vecino del norte uno de sus principales socios comerciales.
Sin embargo, y aunque sea un presunto éxito la negociación de Washington, los expertos no creen que las "medidas sin precedentes" que se apliquen al flujo migratorio en México constituyan algo disruptivo sobre el statu quo. Nada que solucione, realmente, el objetivo de Trump: "Reducir considerablemente, o eliminar, la inmigración ilegal que viene de México a Estados Unidos".
Medidas poco disruptivas
El acuerdo, detallado en una declaración conjunta de los dos gobiernos, contempla que EE.UU. devuelva a México a todos los solicitantes de asilo, un colectivo que conforma el grueso de la actual oleada migratoria.
"Aquellos que crucen la frontera sur de Estados Unidos para pedir asilo serán rápidamente devueltos a México, donde podrán esperar la resolución de sus solicitudes", indicaron los Ejecutivos de Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador.
Por su parte, "México autorizará la entrada a todas esas personas por razones humanitarias, en cumplimiento de sus obligaciones internacionales, mientras esperan la resolución de sus peticiones de asilo. México también les ofrecerá empleo, salud y educación de acuerdo a sus principios".
Sin embargo, los puntos del tratado son vagos y no concretan acciones específicas. Por ejemplo, no se aclara si las medidas se circunscriben a toda la frontera o ùnicamente a puntos específicos de la misma.
Diferentes analistas consideran que el texto es continuista, que México ya estaba haciendo su parte, y se preguntan qué ha cambiado ahora, incidiendo en que la publicidad del acuerdo es un motivo para que el presidente saque pecho en redes de algo cuya utilidad es relativa.
Arreglar el problema en el origen
De hecho, la demanda mexicana más repetida no tiene tanto que ver con las actuaciones 'en caliente', sino en atacar el problema en los países de origen de los inmigrantes con inversiones y oportunidades para las miles de personas que optan por embarcarse en un viaje lleno de incertidumbre y con escasas garantías. México, de hecho, lidera la petición de una suerte de 'Plan Marshall' para países de la región cifrado en 4.800 millones de dólares.
Así pues, esta presunta concesión mexicana, lejos de comprometer un esfuerzo extraordinario, satisface al empresariado del país, que temía que los aumentos en el coste de los productos mermara su potencial.