Después de casi dos décadas de conflicto en Afganistán, tanto los talibanes como el Ejército afgano y las tropas estadounidenses parecen haber intensificado los combates en busca de un mejor posicionamiento a la hora de negociar un acuerdo favorable a sus intereses en las conversaciones de paz en Doha.
Así, mientras en Catar tienen lugar conversaciones cara a cara entre representantes de Estados Unidos y los talibanes, en Afganistán los combates en todo el país continúan, con un goteo continuo de comunicados del Gobierno afgano y los insurgentes destacando el éxito de sus operaciones contra el enemigo.
El Ministerio de Interior anunciaba este fin de semana la muerte de un centenar de talibanes y otros 50 heridos durante una operación nocturna el sábado en la provincia occidental de Farah; o la muerte con sus cinco guardaespaldas del comandante talibán Abdul Ahaz, vicegobernador en la sombra de la provincia norteña de Panjshir.
"Crímenes de guerra"
Los talibanes, por su parte, acusaban de "crímenes de guerra a los invasores" por llevar a cabo bombardeos contra civiles durante los últimos dos días en la provincia central de Uruzgan, mientras reclamaban venganza por la muerte de su gobernador en la sombra en la provincia de Farah, el mulá Fazal Rahman.
En lo que se refiere a trofeos de guerra, los talibanes tampoco se han quedado atrás en las últimas horas. Según los insurgentes, varios infiltrados en las fuerzas de seguridad afganas mataron a 14 compañeros antes de unirse a las filas talibanas en la provincia meridional de Kandahar; o aseguraron que habían bombardeado durante la noche la base militar estadounidense de Bagram, causando numerosas bajas.
Algunas voces, como las de la misión de la ONU en Afganistán (UNAMA), se han alzado contra lo que ven un sinsentido, ya que al tiempo que "se han intensificado los esfuerzos de paz (...) también lo ha hecho el conflicto sobre el terreno".
Más de 1.500 víctimas civiles
La UNAMA remarcó este sábado que durante el pasado julio se produjeron en el país más de 1.500 víctimas civiles, entre muertos y heridos, la cifra más alta en un solo mes desde mayo de 2017, sobre todo por ataques insurgentes.
"Pido a todas las partes que no aumenten sus operaciones militares pensando en que eso las pondrá en una mejor posición en las conversaciones de paz", sentenció el director de la UNAMA, Tadamichi Yamamoto, que avisó de que esa vía solo llevará a "mayores pérdidas de vidas civiles".
Como alternativa, el director de la UNAMA hizo un llamamiento a que todas las partes muestren "moderación y un respeto claro por las vidas de los civiles afganos". Un mensaje que no aparece haber calado.
Casi 20 años de guerra
Las críticas de la UNAMA llegan días después de que el organismo presentara el informe sobre víctimas civiles en la primera mitad del año, en el que documentó 1.366 muertos y 2.446 heridos, cifras extremadamente altas tras casi 20 años de guerra.
"No solo han intensificado el conflicto los talibanes, también las fuerzas afganas, con el Gobierno anunciando numerosas bajas entre los talibanes, algo que creen que les puede reportar beneficios en la guerra, pero no es cierto", dijo el director del Centro para Estudios Estratégicos y Regionales, Abdul Baqi Amin.
El analista recordó que "aunque este modo de pensar es el dominante", al final los que mueren son afganos y las casas que se destruyen son afganas, por lo que subrayó que esa vía lleva a un callejón sin salida y la única solución es un "acuerdo amplio".
Poco optimista, el experto político Ahmad Saeedi dijo que no ve posible un cambio de posicionamiento entre los talibanes, ya que matar siempre les ha reportado beneficios y poder, por lo que está seguro que continuarán con sus "asesinatos y amenazas para alcanzar los privilegios" que buscan en la mesa de negociación.