Parecía que su personaje ya estaba fuera de escena. Pero el expresidente del Gobierno italiano Matteo Renzi es, sin embargo, quien ha estado moviendo los hilos todo el rato. El nuevo Gobierno transalpino de Giuseppe Conte, que repite en el cargo, es obra de la coalición entre los grillinos del Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Luigi Di Maio y los socialistas del Partido Democrático (PD) de Nicola Zingaretti.
Atendiendo a los insultos lanzados durante años, a priori eran formaciones irreconciliables. Hasta que Matteo Renzi, en una entrevista el pasado agosto en el Corriere della Sera, admitió que era una "locura" ir a las urnas enseguida, tendiéndole así la mano a los de Di Maio con tal de que el soberanista líder de la Liga, su tocayo Matteo Salvini, no logre alcanzar el poder. Una vez más, Matteo Renzi ha demostrado ser el titiritero de los últimos cinco Gobiernos de Italia.
El ascenso meteórico de Matteo Renzi tuvo lugar en 2013, cuando el entonces alcalde de Florencia se hará con la secretaría general del PD en diciembre con el 67% de los votos. Un año antes, la victoria de las primarias fueron para el veterano Pierluigi Bersani, el Bernie Sanders italiano. Pero Bersani no logró formar Gobierno en las generales de febrero de 2013. Por eso Enrico Letta (PD) fue llamado a formar una coalición multicolor con el PD como socio principal del Ejecutivo.
Renzi, tras ganar las primarias en diciembre, prometió serle fiel a Letta y a su Gobierno: "Enrico, stai sereno" (en italiano, "Enrico, quédate tranquilo"), será la frase estrella que el toscano prounciará en una conocida entrevista televisiva. En febrero de 2014, Renzi fue nombrado primer ministro. Con el tiempo, el "Enrico, stai sereno" terminará siendo el símbolo del arribismo de Matteo Renzi. Y de su puñalada trapera.
El premier Renzi, entre febrero de 2014 y diciembre de 2016, residirá 1000 días en el Palazzo Chigi. Será el cuarto Gobierno más duradero de la Italia republicana, solo por detrás de Silvio Berlusconi (2001 y 2008) y Bettino Craxi (1983). Ante unos grillinos en auge y un Berlusconi todavía líder del centro-derecha; Matteo Renzi pretendió "desguazar" la política transalpina: mecanismos, comunicación, funcionamientos, estilos, estructuras, imagen. Por aquel entonces Renzi, gran admirador del Partido Demócrata estadounidense, quería ser el discípulo de Obama en Italia. En las europeas de 2014, logrando el 40%, estaba en la cresta de la ola. Tal fue su deseo de cambio que Renzi apostó incluso por una reforma constitucional, que preveía, por ejemplo, la transformación del Senado en una verdadera Cámara Alta territorial y romper así con el bicameralismo perfecto todavía hoy vigente, tras 70 años, en la República itálica.
El hundimiento
La excesiva seguridad en sí mismo fue lo que provocó el hundimiento de Renzi. Su personalismo lo llevó a ser comparado incluso a Berlusconi, con el que selló el conocido pacto del Nazareno. Con tal de ganar en su reforma constitucional, Renzi amenazará con dejar a Italia en el "caos". Así pues, puso su cargo a disposición sin que nadie se lo hubiera pedido. En diciembre de 2016, el resultado de la votación fue de un 60% de noes y un 40% de síes. En coherencia a lo prometido, Renzi presentó sus dimisiones. Pero nada cambió, porque el presidente de la República, Sergio Mattarella, vio en Paolo Gentiloni, el ministro de Exteriores de Renzi, el nuevo premier.
El Gobierno Gentiloni, por lo tanto, será un Renzi sin Renzi. El carisma plúmbeo del ex ministro de Exteriores convertirá a su Ejecutivo en una mera transición con la mirada puesta en las generales de 2018. Unas consultas que terminarían siendo un auténtico desastre para los partidos tradicionales, tanto para el PD (18%) como para la derecha moderada de Silvio Berlusconi (14%). El euroescéptico M5E (32%) y la soberanista Liga (17%) serán los protagonistas definitivos de una extraña coalición anti estabishment. En este clima, el PD entra en la catarsis más profunda a la espera de un nuevo líder que eclipse a un Renzi que asegura ser un "mero" senador, disfraz debajo del cual el toscano seguirá activo como el perro del hortelano de los pasillos del poder.
El auge tanto del primer (junio 2018) como del actual segundo Gobierno de Conte (septiembre 2019) es obra de Matteo Renzi. Si el toscano no hubiera abandonado el Ejecutivo tras el referéndum constitucional, habría seguido en el poder manteniendo probablemente al PD como primer partido del país, dado que en febrero de 2016 su 32% sumaba los mismos consensos que todo el centro-derecha unido. La salida de Renzi y la falta de carisma de Gentiloni, sin embargo, no pudieron impedir el auge del populismo euroescéptico.
La obra maestra del ex premier llegó hace un mes, en plena crisis de Gobierno. Mientras Salvini abandonaba a Di Maio para capitalizar el 36% de la Liga en las encuestas; según Renzi están en juego las relaciones de Italia con la UE, de la que es fundadora. Varios eventos claves: David Sassoli (PD) ya había sido nombrado presidente del Parlamento Europeo, Renzi concede su entrevista al Corriere y nace el nuevo Gobierno Conte bis. Y luego la guinda: Paolo Gentiloni titular Economía de la Comisión Europea. La cuadratura del círculo.
Matteo Renzi, incluso en estos días, no puede evitar su egocentrismo. Y ser, como se diría en la jerga política itálica, la aguja de la balanza. Según la prensa del país el ex premier está sopensando el fundar un nuevo partido liberal a modo de "escisión pactada" con el PD. Al parecer, el objetivo es el de "reforzar" el segundo mandato de Giuseppe Conte, pero tiene todo el sabor de un debilitamiento de un PD con un Zingaretti demasiado débil. Bien es cierto que los actuales parlamentarios del PD han sido elegidos con las listas de Renzi; pero –solo– técnicamente Renzi no es más que un senador a las "órdenes" de Zingaretti. Al fundar un nuevo partido, el ex premier lograría, sin embargo, que el actual Ejecutivo de Conte tuviera en total no tres, sino cuatro patas.
Matteo Renzi nunca se siente incómodo en el espacio público, jamás necesita guión, fue el primer premier verdaderamente tuitero y en su estreno en Palazzo Chigi fue el presidente del Gobierno más joven de la Italia republicana. Lejos del estilo que hoy podría parecer carca propio de la Democracia Cristiana (DC) –partido hegemónico italiano entre 1946 y 1992– el líder toscano lleva tantos años buscando el centro político, que en público nunca pronuncia la palabra "izquierda". Tal es su habilidad para estar tanto a la luz como a la sombra que, jocosamente, para muchos en Italia es el "nuevo Andreotti". Otra época, misma táctica.