La vida en Ciudad Juárez (México) no es nada fácil las 450.000 personas que viven en condiciones de pobreza, de sus 1,3 millones de habitantes. Ante la ineficacia de las políticas gubernamentales, muchos juarenses han decidido crear iniciativas para proteger los derechos de los más pequeños. El documental, Hijos de Juárez, dirigido por Manuela Anckaert y Ana Veiga, muestra tres proyectos ciudadanos distintos con los que se pretende mejorar la ciudad.
Crecer en esta ciudad y disfrutar de una infancia segura, alejada de las bandas o los abusos puede ser complicado para los 200.000 niños menores de seis años que viven con menos de tres libras al día en Ciudad Juárez, considerada una de las más peligrosas del mundo y en la que solo en 2010 se produjeron 3.000 asesinatos. Además, muchos menores tienen que encargarse de las tareas del hogar mientras sus padres trabajan durante largas jornadas en las conocidas "maquilas".
Sin embargo, Hijos de Juárez apuesta, en palabras de sus directoras, por "el espíritu positivo para analizar cómo una red de ciudadanos ha buscado y proporcionado soluciones para mejorar la vida en la ciudad, a pesar de la falta de fondos y ayudas del gobierno local". Por ese motivo se centra en tres proyectos muy diferentes que tienen el mismo objetivo: proteger la infancia y adolescencia de los niños más desfavorecidos.
La primera historia es la del pastor Javier y su esposa. Entre los dos dirigen el albergue infantil Agua Viva e intentan ayudar a los niños a través de la religión. En Agua Viva vive Cristina, una joven que llegó allí para huir de los abusos físicos y sexuales de algunos miembros de su familia. Cristina está a punto de cumplir los 18 años, por lo que se verá obligada a dejar el albergue y cuyas opciones son casi inexistentes.
El dibujante de cómics, Rex, y su amigo Ponce (rapero), también quieren mejorar la vida de los niños, pero a través de clases de dibujo. En el documental Rex explica cómo él no tenía un espacio en el que desarrollar su faceta artística y se veía obligado a ir con bandas y dibujar grafitis. Considera que dar un espacio seguro a los jóvenes en el que puedan expresarse, les hará ver otro abanico de posibilidades más allá de casarse jóvenes y comenzar a trabajar en las "maquilas".
"Cada vez pasan de niños a adultos más pronto, conocemos a abuelas de 30 años", explican Rex y Ponce. Insisten además que en las zonas pobres de la ciudad no hay lugares para los jóvenes: "O eres vándalo o eres vago", sentencian. Asimismo, aprovechan los talleres para hablar con los adolescentes de temas importantes como embarazos no deseados o drogas.
Por último está Mónica, que forma parte de la organización comunitaria OPI y se encarga de una guardería creada a modo de casa okupa, para que los niños de esos barrios marginales estén cuidados mientras sus madres, muchas madres solteras, trabajan hasta 10 horas.
Resultado de seis años de trabajo e investigación, este documental independiente -financiado a través de crowdfunding- ha visto la luz en junio de 2019. Gracias a su riguroso tratamiento de este delicado tema y su enfoque social y de derechos humanos, Hijos de Juárez ha sido nominado para el festival de cine mexicano, Humano Film Festival, y el Respect Belfast Human Rights Film Festival en Irlanda del Norte.