Mientras buena parte de Occidente lidia aún con los efectos más negativos de la pandemia, en China, donde todo empezó, sus ciudadanos recuperan este miércoles la 'normalidad' perdida hace casi tres meses, cuando ante la gravedad de la situación el gobierno confinó a cientos de millones de personas en sus casas. La covid-19 ha infectado, según las cifras oficiales, a 81.740, pero en todo el país celebran que este martes no hubo que sumar ninguna víctima a los 3.331 muertos que el coronavirus ha dejado allí.
Este hecho coincide con el fin del confinamiento en la zona cero de la pandemia, la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, una ciudad de 11 millones de habitantes que ha permanecido casi paralizada desde el 23 de enero. Pese a esta reapertura, las autoridades han condicionado esta vuelta a la rutina a que los residentes eviten, en la medida de lo posible, los grandes desplazamientos dentro del país.
Desde la pasada medianoche, en todo caso, se han empezado a desmantelar los controles de tráfico, y se han reactivado las líneas de transporte habituales. De cara a las personas que lleguen a la ciudad, se establecerán test de detección del virus durante una quincena de días más para detectar posibles infectados asintomáticos, que es donde las autoridades apuntan como el siguiente escalón de su estrategia contra el coronavirus.
Vuelta de la vida a las calles
Y es que, al confinamiento mayoritario de la población, las calles de Wuhan han sido desinfectadas repetidamente y en muchas avenidas se colocaron controles para aislar unos barrios de otros y contener el avance de la enfermedad. Por otra parte, y pese a esta apertura, las fronteras del país permanecen cerradas para extranjeros, en lo que completa esta nueva línea de ataque del virus: evitar casos importados, que son los que están detrás de las últimas infecciones.
Son números muy inferiores, casi anecdóticos, respecto a los de los peores días, pero se miran con desconfianza dado que en este momento, el peligro son los posibles rebrotes: "Las medidas de control y prevención de la epidemia siguen siendo una prioridad y la gente debe seguir alerta", afirmó el funcionario local Hu Shuguang a la cadena estatal CGTN.
En cualquier caso, y como apuntan muchos expertos, volver a pisar la calle tras un periodo de confinamiento como este puede no ser tan sencillo. Y en ese sentido, algunos ciudadanos de Wuhan temen la reacción que se produzca hacia ellos en otras ciudades chinas si tienen que viajar. "Tengo miedo de que gente de otros sitios en China no nos acepten como antes", señala una empleada de relaciones públicas a la agencia Efe.
"No lo llamaría discriminación"
En este sentido, y como citan médicos citados por la agencia, existe algo así como una creencia en que "el riesgo es mayor si proceder de Wuhan o de su provincia, por lo que piden medidas más estrictas para ellos". "Pero no lo llamaría discriminación", señala el neumólogo Hu Ke, uno de los especialistas que han tratado la enfermedad desde primera línea.
En cualquier caso, los medios locales esperan que haya bastante movimiento en las salidas de ciudad por tren o vehículo, lo que obligará a las autoridades sanitarias a seguir atentos. Dentro de la urbe, aún quedan todas las estructuras temporales colocadas para controlar la epidemia, como las vallas que impiden el paso a complejos residenciales, en los que un guardia de seguridad solo franquea el paso si se le presenta un certificado de salud.