Una de las máximas prioridades de Naciones Unidas en la actual pandemia global es evitar que el coronavirus se cebe con los países menos desarrollados, y para ello ha nacido Vuelos Solidarios, una de las primeras operaciones humanitarias de la ONU con un alcance realmente planetario.
La operación comenzó esta semana con la coordinación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), cuyo director de operaciones de respuesta al COVID-19, el jordano Amer Daoudi, explica en una entrevista a Efe los principales detalles del programa y sus mayores retos.
El programa de envío de mascarillas, trajes de protección, respiradores y otros equipos sanitarios vitales para hacer frente al coronavirus es "de lejos la mayor operación global del PMA", subraya Daoudi, responsable de coordinar los pedidos y envíos de equipamiento.
La emergencia es clara: si en los países con los mejores sistemas sanitarios del mundo la COVID-19 ha causado decenas de miles de muertes, su expansión en regiones, donde según Daoudi "hay países con millones de habitantes que tienen dos o tres respiradores", la pandemia podría suponer una inmensa catástrofe.
Ante ello, el PMA ha dispuesto su red habitualmente diseñada para llevar alimentos a zonas con hambrunas y en conflicto para transportar este equipamiento ahora tan preciado, que llegará a los países más pobres bien mediante donaciones o a través de compras del sistema de Naciones Unidas.
"Es una carrera contrarreloj para enviar suministros médicos, pero también para llevar trabajadores sanitarios", explica el responsable de PMA, quien subraya que esos profesionales deben prepararse para poder construir hospitales de campaña en sus lugares de destino pero podrían ser evacuados si se contagian.
La red usará 4.000 trabajadores del sistema de Naciones Unidas y al menos un centenar de aviones (aunque Daoudi apunta que podrían hacer falta más), usando como bases los centros de abastecimiento del PMA en Lieja (Bélgica), Cantón (China) y Dubai (Emiratos Árabes).
Desde allí partirán a otras instalaciones de esa agencia de Naciones Unidas en Panamá, Malasia, Ghana, Etiopía y Sudáfrica, y de ahí se redistribuirán a otros países de Latinoamérica, África o Asia-Pacífico.
100 millones de mascarillas al mes
El programa Vuelos Solidarios requiere conforme a la OMS y el PMA al menos 350 millones de dólares para alcanzar su objetivo inicial de distribuir cada mes 100 millones de mascarillas médicas y guantes, 25 millones de respiradores, trajes y viseras de protección, y 2,5 millones de test de diagnóstico.
Ello requiere que los donantes hagan un mayor esfuerzo (por ahora sólo se ha recaudado una cuarta parte de los fondos necesarios) y también la aportación de actores tales como las fuerzas aéreas militares o las aerolíneas, indica Daoudi.
"Dado que muchas líneas aéreas tienen actualmente sus aviones en tierra a causa del COVID-19, estoy seguro de que muchas podrían prestar parte de su flota a PMA para que podamos asumir los vuelos de carga y pasajeros necesarios", explica. "También hacemos un llamamiento a los países con aviones de carga militares, por ejemplo la OTAN", añade.
El primero de estos vuelos solidarios llegó el pasado martes 14 de abril a Addis Abeba, la capital etíope, con un millón de mascarillas y otros equipamientos médicos para tratar 30.000 potenciales pacientes de COVID-19 en el continente africano.
Buena parte del cargamento era una donación del magnate chino Jack Ma, dueño del gigante del comercio electrónico Alibaba, como parte de los múltiples envíos de ayuda humanitaria que desde China han llegado a países de todo el mundo en los últimos meses.
Cubrir un tercio de las necesidades mundiales
Con el programa Vuelos Solidarios Naciones Unidas espera cubrir al menos una tercera parte de las necesidades mundiales de equipamiento médico para afrontar a la pandemia.
Unos productos que en los últimos meses han estado tan demandados a nivel global que ha habido casos de auténticas peleas entre gobiernos por hacerse con cargamentos de respiradores o mascarillas.
Estos conflictos, manifiesta el responsable de PMA, fueron una muestra de que la pandemia "tomó al mundo desprevenido y puso al límite la capacidad de todas las instalaciones médicas", algo que debe servir como lección para invertir más en sistemas de prevención en el futuro.