Durante esta pandemia del coronavirus, Islandia ha sido objeto de halagos por la prensa internacional debido a la gestión que ha hecho de la crisis. Uno de sus principales proyectos para intentar frenar la expansión del virus fue la puesta en marcha de una aplicación de geolocalización que permitiese detectar rápidamente posibles contagios entre la población, pero su utilidad no ha sido la esperada.
Según ha publicado Technology Review, una revista perteneciente al Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), a pesar de ser una de las aplicaciones de rastreo con más penetración entre la ciudadanía de un país en todo el mundo, los resultados no han sido significativos en la lucha contra el COVID-19.
Islandia detectó el primer caso de COVID-19 el 28 de febrero y desde entonces han dado positivo 1.802 personas y han fallecido 10. Actualmente, continúan infectadas 12 y solamente dos se encuentran hospitalizadas -ninguna en cuidados intensivos-.
El 19 de abril, día en el que se produjo la última muerte, el Gobierno lanzó Rakning C-19, una 'app' cuyo objetivo es facilitar la búsqueda de personas que puedan haber estado en contacto con un contagiado de coronavirus, a través de la geolocalización. Casi un 40% de la población islandesa se la descargó.
La idea era que se la instalase el mayor número de personas posibles para así tener una visión más completa de las personas que potencialmente pueden haber tenido contacto con un contagiado. "Es un eslabón importante en la cadena de respuesta al COVID-19", reza su descripción en Play Store.
Sin embargo la Technology Review ha concluido que "su impacto real ha sido pequeño, en comparación con las técnicas de rastreo manual como las llamadas telefónicas". "No diría que es inútil, pero es la integración de los dos sistemas -tecnología y rastreo manual- lo que te da resultados. Rakning ha demostrado ser útil en algunos casos, pero no supuso un gran un cambio para nosotros", explicó a la revista Gestur Pálmason, un inspector del Servicio de Policía de Islandia que supervisa la búsqueda de contactos.
Pálmason considera que hay personas "ansiosas por encontrar soluciones tecnológicas a la pandemia" pero deja claro que "el rastreo manual tradicional no es menos importante".
Los test masivos: la verdadera clave
Uno de los motivos por los que no ha podido tener tanto éxito como se esperaba es que, aunque casi el 40% de la población usa esta herramienta, sigue siendo un porcentaje demasiado bajo para que la aplicación sea realmente útil.
También hay que contar con la precisión de la localización, que puede ser menor en zonas rurales o con menos población, ya que en esas zonas una antena da cobertura unas decenas de metros, mientras que en los centros urbanos lo puede hacer cientos de metros.
Igualmente, según explicaba The Conversation en relación a los retos de la geolocalización, para obtener aún más exactitud debería activarse, no sólo el GPS -a través de los datos móviles-, sino también el bluetooth. Así contaría con datos de posibles contactos a corta distancia.
Aunque puede haber ayudado, han sido otras políticas las que han logrado que en Islandia haya tan pocos casos de coronavirus. Además del factor geográfico, es un país bastante apartado, Islandia es el segundo en el ranking mundial de test por millón de habitantes con más de 55.000, lo que supone que un 15% de los ciudadanos ha tenido acceso a una prueba de detección (tiene una población total de algo más de 364.000 personas).
Más países que optan por la geolocalización
A pesar de todo, no es el único país que ha apostado por desarrollar una herramienta de rastreo para la lucha contra esta enfermedad. Países como Singapur, China, Corea del Sur o Australia también han implementado sistemas parecidos.
Singapur lanzó a mediados de marzo TraceTogether. La aplicación intercambia códigos identificatorios entre usuarios que estén en un radio de 2 metros de forma automática y encriptada a través del bluetooth. Si una persona se infecta, puede compartir la información con las autoridades y el sistema avisa a las personas con las que tuvo contacto.
En España, aunque se barajó la posibilidad, por el momento no ha desarrollado ninguna aplicación de este tipo, entre otros motivos por una cuestión de derecho a la intimidad, ya que a muchas personas les preocupa que se comience a controlar sus movimientos. En este sentido, aplicaciones como la de Singapur, aparentemente no acceden a la localización ya que, al funcionar con bluetooth, no hacen uso del GPS de los teléfonos móviles.
No obstante, en países como China sí que se hace una importante labor de monitorización. Además, en la aplicación que deben descargarse obligatoriamente los residentes, se utiliza un logaritmo que incluye los lugares visitados y también emite un código verde, amarillo o rojo, que indica si el usuario tiene máxima libertad de movimiento o tiene que permanecer en cuarentena.
En Corea del Sur, que ofrece varias aplicaciones diferentes, se llega aún más lejos y algunas permiten a los usuarios saber sobre un mapa lo cerca que están de pacientes infectados con COVID-19.
A la carrera por el desarrollo tecnológico también se unieron Google y Apple que, a mediados de abril, comenzaron a trabajar para encontrar una fórmula de rastreo de contactos que ayude a controlar la propagación del coronavirus pero "manteniendo una gran privacidad" y "ponerla a disposición de las autoridades sanitarias".