Miles de manifestantes volvieron a congregarse este miércoles en Washington en una protesta pacífica por la violencia policial contra los afroamericanos tras la muerte de George Floyd, mientras decenas de agentes con vestimenta militar llegaban al centro en autobuses unas cuatro horas antes del toque de queda.
Una multitud mucho más numerosa que la del día anterior se congregó por la tarde en el centro de la capital estadounidense, dividida en varios grupos por un nuevo perímetro de seguridad trazado por la Policía local alrededor de la Casa Blanca, pero sin la valla de más de dos metros que el martes separaba a los manifestantes de las fuerzas de seguridad.
Poco después de las 19:00 horas locales llegaron media docena de autobuses blancos a los alrededores de la Casa Blanca, y de cada uno de ellos empezaron a bajar unos 50 soldados vestidos con uniforme militar de camuflaje y escudos antidisturbios.
Los manifestantes que estaban en la zona recibieron a los soldados con abucheos y les gritaron: "¡Vergüenza!" y "¿A quién protegen?".
Una fuente del Pentágono dijo a la agencia Efe que no eran unidades en activo, sin ofrecer más detalles. La Guardia Nacional -un cuerpo de reservistas activado por la alcaldía de Washington para hacer frente a las protestas- anunció este martes que planeaban desplegar unos 1.500 efectivos más en la capital esta semana.
Además, el Pentágono informó el mismo día de que mantenía desplegados en los alrededores de Washington a 1.600 militares en activo por si fuera necesario enviarlos a la zona de las protestas, tras desplazarlos desde Carolina del Norte y Nueva York.
Nueva York
En Nueva York, la policía efectuó numerosos arrestos en varias zonas de la ciudad, empleándose con más contundencia en la zona de Brooklyn, una hora después de regir el toque de queda y tras una sentada a las puertas de la residencia oficial del alcalde, conocida como Gracie Mansion.
Ante la tercera noche en que varios miles de neoyorquinos desafiaron el toque de queda en una protesta contra el racismo, la policía decidió actuar esta vez con mayor dureza tras dar una hora de margen a los ciudadanos desde la entrada en vigor del toque de queda a las 8 de la tarde.
El propio jefe del departamento de Policía, Terence A. Monahan, admitió a los periodistas que el enfoque hoy era más agresivo para lograr dispersar rápidamente a los grupos de manifestantes. "Basta con la tolerancia", dijo Monahan después de que las dos últimas noches Nueva York viviese bajo el caos y los saqueos. Eso ya no ocurrió hoy.
Las escenas más complicadas se registraron esta noche, tras el toque de queda, en Brooklyn, en los alrededores de la plaza Cadman, Fulton y Borough Hall, donde la policía actuó con contundencia, porrazos, balas de goma y gases lacrimógenos, con el objetivo de dispersar a los manifestantes y detener a numerosas personas en aplicación del toque de queda. Los detenidos fueron subiendo a autobuses del departamento correcional.
De Blasio,en el punto de mira
Ante la residencia del alcalde, en el Upper East, y tras más de una hora de protesta pacífica, los manifestantes abandonaron el lugar y comenzaron a marchar hacia el sur de la ciudad, hasta que a la altura de la calle 53 la policía comenzó a cargar contra ellos sobre las 9 de la noche. Algunos grupos de jóvenes gritaban "estamos rodeados" y se produjeron algunos forcejeos con los agentes en la Tercera Avenida.
Coincidiendo con una tromba de agua, fueron primero los policías que se desplazaban en bicicletas los que cargaron contra los manifestantes, y acto seguido los que iban a pie empezaron a detener a decenas de ciudadanos, mientras que desde los altavoces de los vehículos policiales se recordaba la vigencia del toque de queda y que todos los presentes debían abandonar la zona.
Muchos manifestantes con bicicleta fueron arrestados y sus pertenencias depositadas en enormes camiones del departamento de policía.