El máximo tribunal administrativo de Turquía ha permitido que la antigua iglesia bizantina de Santa Sofía de Estambul pueda convertirse en mezquita, dejando la decisión sobre ese paso en manos del Gobierno.
La basílica ortodoxa, construida en el siglo VI, fue convertida en mezquita tras la conquista de Constantinopla por los otomanos en 1453 y mantuvo ese estatus hasta 1934, cuando un decreto ministerial le quitó toda función de templo y la convirtió en museo.
El sector nacionalista e islamista turco lleva décadas exigiendo la apertura del edificio al culto islámico, y el propio presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha respaldado recientemente esta petición.
El Tribunal Administrativo Superior, conocido como Danistay, tomó por unanimidad la decisión de declarar inválida la decisión ministerial de 1934, informa la agencia turca Anadolu.
Considera que el edificio estaba registrado como mezquita en el catastro otomano y que no fue legal modificar ese estatus.
El tribunal respondió así a una demanda judicial de una asociación creada para este efecto por un ciudadano turco, Ismail Kandemir, que lleva décadas interponiendo denuncias administrativas para revertir el estatus del edificio, aunque todas las anteriores fueron rechazados por el propio Danistay.
Hasta ahora, la petición de reislamizar Santa Sofía se consideraba propio de una minoría nacionalista-islamista "marginal", pero desde las elecciones de 2018 y la coalición del partido ultranacionalista MHP con el islamista AKP, que gobierna Turquía desde 2002, el Gobierno ha asimilado la exigencia, explicó a Efe el politólogo turco Güven Gürkan Öztan.
La decisión judicial aún no define el edificio como mezquita, pero al anular la decisión de convertirla en museo abre la vía para que el Gobierno la declare mezquita, algo que muy probablemente hará pronto.
Erdogan ya expresó el mes pasado la esperanza de "poder rezar pronto" en el lugar.
Quedarán por resolver los aspectos prácticos, entre otros la cuestión de cómo rezar en un lugar lleno de mosaicos cristianos que representan a emperadores bizantinos, Jesucristo y la Virgen, algo inadmisible en una mezquita.
No es verosímil que se decida volver a tapar las imágenes, como en la época otomana, y tal vez se recurra a un compromiso como el que ya se emplea en una antigua iglesia bizantina de Trebisonda, también llamada Santa Sofía: colocar un baldaquino o dosel en la nave central para evitar que los fieles puedan contemplar los mosaicos.